Una consulta pasional y no racional
Si se deja el crudo en el suelo, ¿cuál es el plan para salvaguardar esa zona? Si realmente nos preocupa el medioambiente debe haber un plan de protección asociado y otro que permita equiparar la pérdida de recursos. Siempre tendremos algo a lo que renunciar, pero ¿qué vale más la pena?

Este 20 de agosto, no solo debemos elegir al nuevo Presidente de El Ecuador, sino que debemos aprobar o no una consulta popular sobre la explotación petrolera del bloque 43 conocido como el ITT (Ishpingo, Tiputini, Tambococha). 

Este tema desde mi punto de vista se ha vuelto sensible y pasional, no solo hoy por la Consulta Popular sino desde hace ya varios años. Recordemos que Ivonne Baki intentó hacer un fundraising en 2010 al ser parte del equipo negociador de la iniciativa Yasuní ITT con el fin de dejar este recurso en el suelo, pero no fue un proyecto exitoso. En 2013 fue disuelto ya que no lograron su objetivo de recaudar 3600 millones de dólares.

Si bien es cierto que el tema ambiental hoy tiene mucha más fuerza ya que contamos con mayor conocimiento sobre su importancia y sobre los efectos de cualquier trabajo industrial en zonas protegidas. Pese a esto no podemos desconocer el aporte del petróleo en la economía del país. 

Por esta razón, me atrevo a decir que el enfoque de esta consulta es pasional y no racional. El Ecuador sigue siendo un país petrolero y por más que se ha tratado de buscar otros recursos que nos permitan tener fuentes de ingreso como el camarón, el banano, el cacao, las rosas y ahora incluso pitahayas y atún; no se han podido comparar a los ingresos petroleros. 

El oro negro como le conocen al petróleo es un recurso muy volátil. Ha habido años de mucha abundancia por el alto precio del mismo y gracias a ello tenemos carreteras como dicen algunos. Existen otras complejas como la que vivimos por la caída del precio durante los inicios de la pandemia. No obstante, en poco tiempo no hemos podido suplir de otra manera este ingreso y aun dependemos de él. 

Al dejar de explotar este recurso natural, no solo dejamos sin actividad a muchas compañías y aumentará el desempleo. De hecho, muchas de ellas y sus empleados podrán diversificarse en áreas parecidas o explorar otras totalmente nuevas. Esta postura dependerá claramente de la estructura y la confianza que tengan estas empresas en el país. 

El mayor problema es para el Estado; no contará con el dinero para poder cubrir sus obligaciones en salud y educación que considero las más importantes. Dejaremos de percibir aproximadamente 1200 millones de dólares con los que el gobierno de turno finanza sus proyectos. De hecho, perderemos más ya que el Estado tendrá que pasar por procesos de arbitraje al dar por terminados contratos con las empresas operadoras. Son 51 proveedores a los que se les terminarán sus contratos y esto puede llegar a significar un desembolso de al menos 1.171 millones dólares. Este rubro corresponde a las pérdidas que incurrirán estos proveedores y por las que demandarán al Ecuador. 

Ejemplo de estas malas decisiones fue Perenco, empresa a la cual le debemos 374,3 millones luego de perder un arbitraje y acceder a un acuerdo de pagos.

El oriente quedará más en el olvido y esas áreas pasarán a tener aún más necesidades. Ciudades como Lago Agrio o el Coca en el cual su economía se mueve por la afluencia de empresas y personas relacionadas a la industria petrolera no tendrá la capacidad de reacción para adaptarse fácilmente a otras actividades. Lo vivimos ya durante el confinamiento. 

Es claro que requerimos de una mejor administración de este recurso. Está de más recordar tantos escándalos de corrupción que han salpicado a esta industria y para quienes lidiamos con ella tenemos que hacerle frente todos los días. 

Antes de preguntar si debemos o no explotar estos recursos debemos preguntar si queremos un mejor control de esta explotación. Concuerdo con que se deben mejorar las negociaciones con las compañías operadoras y darle un mayor énfasis al aspecto no solo ambiental sino social de las comunidades cercanas. De hecho, con buenas alianzas y acuerdos, esta región tan necesitada podría tener un mejor desarrollo y disminuir al gobierno esta responsabilidad. 

La lucha debe ser por mejorar la calidad de vida de los ecuatorianos y para ello muchas veces debemos dejar nuestro lado pasional y volvernos más racionales al momento de tomar este tipo de decisiones. Si se deja el crudo en el suelo, ¿cuál es el plan para salvaguardar esa zona? Si realmente nos preocupa el medioambiente debe haber un plan de protección asociado y otro que permita equiparar la pérdida de recursos. Siempre tendremos algo a lo que renunciar, pero ¿qué vale más la pena? Empobrecer a un país o ser pioneros en la protección ambiental.