Ojalá todos tuviéramos un rival como Nadal. De esas personas que saben separar la rivalidad en las canchas de la vida diaria. Aquellos que no se toman las cosas personales porque saben que actitudes y hechos responden a la posición en la que les toca estar.
La noticia de la retirada de Roger Federer nos entristeció. A algunos porque quizás no tuvimos la oportunidad de verlo en algún torneo sino únicamente por televisión y a la gran mayoría porque no veremos partidos como los que Federer nos tenía acostumbrados.
Pero como todo en la vida es cíclico, ahora es la oportunidad para que tantos jóvenes logren despuntar y marcar su propia historia. Que el ejemplo de Federer les motive no sólo a ser grandes deportistas sino también seres humanos que marquen huellas positivas.
A Roger Federer nunca lo tuvimos protagonizando faltas indisciplinarias como otros tenistas que por más talentosos que sean tienen una vida inestable y desorganizada. Ha acatado las reglas de inscripción para los torneos recientemente y siempre ha sido un caballero con sus rivales y compañeros. Creo que eso es lo que más recuerdo de Federer y por esa misma razón es que no vi la calidad humana de su mayor contrincante, Rafael Nadal. Sin embargo, él fue de los primeros en dedicarle un post al GOAT como lo conocen en el tenis. En ese momento empecé a analizar sus reacciones y actitudes y pude ver que él también es un grande en todo sentido.
La admiración y gratitud de Nadal a Federer se reflejaron en sus palabras y eso solo los grandes de espíritu lo logran hacer. Es un día triste para mi y para el deporte. Ha sido un privilegio pero también un honor compartir todos estos años contigo Si a estas palabras le sumamos los acontecimientos del evento de despedida en la Lavercup de Londres, Nadal es el rival que todos quisiéramos.
Una persona solidaria que celebra los homenajes de su rival y se entristece al compartir su último partido con él. Una amistad genuina que les permitió ver el homenaje apretando las manos y llorando juntos.
Que bueno sería que nuestros rivales fueran así. Que despierten nuestra competitividad pero que no logren aniquilar nuestras nobles emociones. Que nos motiven a ser mejores sin necesidad de desprestigiar a los otros. Que se esfuercen por ganarnos pero que reconozcan nuestros talentos cuando han sido mejores.
El mundo necesita menos envidia y más trabajo en equipo. Aunque seamos rivales, y nuestros productos sean competencia debemos trabajar en equipo para que la industria o el país logren salir adelante. Debemos trabajar juntos para desarrollar mejoras tecnológicas, de producción, de logística y de tantas áreas en donde siendo rivales podemos ser aún compañeros. Dejemos de lado esos pensamientos limitados que el éxito de mi competencia es mi fracaso. De hecho, todo depende del enfoque que le demos a los acontecimientos. (O)