El 8 de marzo se ha incrustado en la historia. La fecha se presiente, se espera con emociones cruzadas. Aunque las interpretaciones y las iniciativas sean diversas. Un buen sector lo considera día de celebración, espacio para la fiesta. Los mercantilizadores de la vida, lo han convertido en oportunidad para vender y ganar: publicidad, maratón de saludos, dedicatorias en los medos, homenajes vacíos, biografías planas, regalos simplones, combos para invitarlas a cenar… El manoseo de la fecha tiende a esfumar el carácter político y contestatario de la jornada.
Diversas miradas coinciden en otorgarle tres significados al 8M. El de celebración, el de conmemoración, y el de balance y proyección. La celebración y la fiesta por supuesto que cabe. Hay mucho por reconocer, mucho por agradecer a las luchas femeninas. Sin ellas no habíamos avanzado hasta aquí, ni mujeres ni hombres. Apreciamos conquistas -porque no son concesiones- que parecían imposibles años atrás.
La presencia y la voz de las mujeres inunda todos los espacios. Ya no hay campos vedadas. El crecimiento y cualificación de sus acciones en el campo político, el trabajo, los medios, el hogar, resultan irreversibles. IPSOS, empresa internacional de investigaciones de mercado, señala en su estudio de marzo que los ecuatorianos perciben mayor avance en igualdad de derechos (77% hombres, 79% mujeres). Avance mayor al de otros países de la región.
El segundo significado alude a la conmemoración, con la historia como pantalla. En este ámbito, no hay acuerdos totales. Ni siquiera sobre el origen de la celebración. Un sector menciona 1857 y otro 1908. Tampoco se ha esclarecido las circunstancias en que fueron sacrificadas las trabajadoras textiles de Nueva York. Pero no es lo esencial. Todos reconocen una historia, un trayecto que se nutre de tiempo, que reconoce a sus víctimas, sus hitos, sus heroínas y sus símbolos.
El tercer significado -tiempo de balance y proyección- luce contradictorio. Hay avances notorios. Y también problemas enormes, tal vez menores en número pero mayores en crueldad. La valoración levantada por IPSOS, dan cuenta de nuevas percepciones. La pregunta clave: cree que se trata a las mujeres mejor, peor, o más o menos igual que a los hombres.
Los resultados que predominan consideran el trato más o menos igual a mujeres y hombres. Los más altos corresponden a Gobierno (61%), Partidos políticos (60%), Trabajo (60%). En el trata peor figuran Policía (17%), Redes sociales (16%), Medios (15%). Respecto al trato mejor sobresalen: instituciones educativas (47%), servicios de salud (46%).
La sociedad -hombres y mujeres- están cambiando sus apreciaciones. Y eso es muestra de que algo se mueve. Vale añadir 3 cualidades adicionales de los avances. Su carácter generalizado, su carácter sostenible y su carácter internacional, como en ningún otro campo. Consignas y exigencias similares se han levantado en el mundo entero. Casi.
Un día más. Un paso más. Queda mucho por conquistar. Felizmente los aliados se han incrementado. Lastimosamente, las divisiones hacen sus estragos en el movimiento de mujeres. De cualquier forma, su carácter político -en el buen sentido- se mantiene. Su sello de cambio social profundo, persevera. Cambiar la situación de las mujeres, para cambiar la vida, suena como consigna. Todos estamos llamados a aportar. IPSOS señala que un 88% de personas cree que hay acciones que puede realizar para ayudar a promover la igualdad entre hombres y mujeres. Y que incluso un 31% de hombres se define como feminista.
Vale la pena destacar algunos puntos dolorosos que subsisten. El peor de todos es el aumento de los femicidios en el país (una mujer asesinada cada 27 horas), así como el aumento de muertes violentas de niñas menores de 15. Una segunda espina tiene que ver con las discriminaciones en el campo del trabajo. Empleo adecuado, 65.4 para hombres, 34.6 para mujeres; desempleo 46.9 para hombres, 53.1 para mujeres; salario de mujeres equivale a 77 centavos por cada dólar que gana un hombre. El Banco Mundial asegura que las mujeres de hoy tienen dos tercios de los derechos de los hombres…
El tercer punto doloroso, ha sido coreado en el mundo entero: cese de las violencias a las mujeres en zonas de guerra, en especial a las palestinas que llevan la peor parte.
Seguramente una vida no alcanza para rozar la igualdad. Serán muchas vidas las que de continuidad a las conquistas. Sin embargo, hay rutas trazadas, símbolos consolidados, prioridades levantadas. Y sobre todo, horizontes. (O)