La pesadilla venezolana continúa. Maduro seguiría de Presidente 6 años más. Completaría 18 en el 2.031… Contra viento y marea. Las expectativas y las encuestas serias apuntaban a su derrota, con más de 25 puntos. El Consejo Nacional Electoral -chavista militante- quebró las ilusiones con un tufo inconfundible a fraude. Otorgó a Maduro un 51.2% de la votación y a González un 44.2% (80% de actas escrutadas). La tendencia, aseguran, es irreversible.
Las señales de rechazo a cualquier alternativa que no fuera Maduro, se exhibieron desde hace meses. Destacan por su cinismo: la inhabilitación de María Corina Machado, el irrespeto al Acuerdo de Barbados, la exclusión del padrón de millones de venezolanos migrantes, las amenazas de guerra civil y baño de sangre, el bloqueo a los veedores internacionales. Durante la elección se pudo mirar la intimidación por parte de células chavistas motorizadas contra ciudadanos.
El discurso madurista exhibió tres momentos. Antes de las elecciones predominaron las amenazas, como la guerra civil y el baño de sangre. En un segundo momento (tal vez con las estrategias claras en el CNE) insistieron en el respeto a la autoridad electoral. Y en un tercer momento, proclamados los resultados, mostraron un victimismo que nadie se traga: sabotaje a las elecciones, intentos de golpe de estado. Cero pruebas.
A la oposición le quedan 3 caminos, complementarios entre si. El primero, la presión internacional. Sin embargo, sabemos que los pronunciamientos externos le resbalan al régimen. Ni siquiera las sanciones -por definirse- conmueven al chavismo. Maduro sabe surfear con las amenazas; le es suficiente el respaldo de China, Rusia, Irán, Honduras, Cuba, Nicaragua…). El lunes se dio el lujo de expulsar a diplomáticos de 7 países por demandar respeto a la voluntad popular. De cualquier forma, la acción internacional (organismos, figuras, países) tiene sus límites. Es muy importante, pero funciona más como complemento a la correlación de fuerzas interna.
El segundo camino es la movilización social. Se han dado primeras y crecientes expresiones de protesta, entre las que destaca por su simbolismo el derrumbe de las estatuas de Chávez, un semi dios en Venezuela. Pero parece que el enfrentamiento no será una política de la oposición. El terror a una represión brutal está sobre la mesa. Y la experiencia ha demostrado la capacidad de muerte que tienen los cuerpos de seguridad maduristas. Parece que se optará por manifestaciones pacíficas, aunque en los hechos el descontento puede desbordarse.
Queda como tercer camino la negociación. La misma es posible hoy ante una movida genial de la oposición: acceder a las actas no mostradas por el CNE. Las expondrán por internet a la población, a los veedores, a otros países. Según María Corina Machado estas actas dan un triunfo evidente a Edmundo González, con cerca del 70%. Esta carta no calculada por Maduro ni por nadie, abre puertas para revisar los resultados y eventualmente corregirlos. Por supuesto, con la presencia de observadores de peso: ONU, Comunidad Europea... Al cierre de esta nota, se discuten las consecuencias de esta estrategia de la oposición.
Algunos politólogos han mencionado estos días que en Venezuela se produce una mutación fatal. Un tránsito desde al autoritarismo homogéneo -con mínimas garantías de pluralismo y democracia- hacia el totalitarismo franco y duro. Sus referentes: Cuba y Nicaragua, en donde todo está cerrado: control total del estado y sus instituciones, ideología única, partido único, propaganda y censura, militarismo, control sobre la sociedad.
Si se sostienen los resultados del CNE, a nivel internacional se ha afianzaría un déspota, pero no solo eso. Se impondría un modelo de ver la vida, el estado, los ciudadanos, la democracia. Un modelo de socialismo falsete que teje sus hilos, con iguales resultados fatales en lo social, en varios países de la región…. Cuba, Nicaragua, Colombia, México, Honduras….
Ecuador se ha pronunciado contra el abuso. Se ha sumado a las voces que rechazan el fraude, exigen pruebas de los resultados y acciones concretas de la OEA. No se conoce por ahora de nuevas iniciativas. Sectores correístas de Ecuador, en cambio, festejan el triunfo de uno de los suyos.
Queda como certeza que nuestra democracia regional está herida y es frágil como un cristal. Y que el populismo, el militarismo, la corrupción y el narco, solos o asociados, son una peste multiplicadora de pobreza, violencia y emigración. La tragedia de Venezuela nos llama a cuidar nuestros sistemas democráticos. Y a volcarlos a la solución del principal problema que nos aqueja: la desigualdad. (O)