Sudar para avanzar
El facilismo se han instalado en la escuela. La exigencia es mal vista. Todos pasan. Todo vale... mientras tanto, la crisis de aprendizajes se acrecienta

Está en la boca de todos. Y le dicen de todo. La culpan de los males del país. Y le atribuyen poderes sobrenaturales…. Así es, hablamos de la educación… De aquella que atravesó nuestra infancia y aquella que cruza las vidas de familiares y conocidos. Nadie queda por fuera.

Todos hablan de crisis educativa. Con diversos adjetivos: recurrente, estructural, total, de fondo. No importan -o se ignoran- reformas, capacitaciones, proyectos de ONG y cooperación internacional. Nadie está orgulloso. Tal vez solo alguna autoridad triunfalista.

Las cifras de las evaluaciones de INEVAL muestran la peor crisis que se puede esperar… aprendizajes insuficientes. Los estudiantes no están aprendiendo lo elemental. Sobre un referente de 800 puntos, alcanzan apenas 696 en Matemáticas, 684 en Ciencias, 668 en Lengua. La pandemia agravó los vacíos pero no los provocó; el problema viene de atrás. Ningún sector sale inerme, aunque en la privada el problema es algo menor.  

La situación se ha agravado con el tiempo. La crisis es peor en ciertas zonas (Esmeraldas), en barrios marginales, en áreas rurales e indígenas. Ecuador está por debajo de Colombia, Perú, México, Costa Rica….  Cada 30 puntos de diferencia entre los países equivale a la pérdida de un año de escolaridad… En Matemáticas, Ecuador está 4 años atrás del promedio de la OCDE. Dramático. Nivel básico, rudimentario, elemental. Impresentable.

No hay crisis peor que ésta. Si los estudiantes no aprenden se desvalora el sistema entero. Pierde su razón de ser. Porque fue creado para provocar aprendizajes. Por ello se han invertido ingentes recursos, esfuerzos. Se han organizado dinámicas familiares. Se han diseñado complejos sistemas de gestión, burocracias enormes, altos presupuestos, infraestructuras costosas. ¿Con qué cara justificar tanto arrebato social?   

En el enfrentamiento de esta crisis han predominado tres tendencias: ajustes puntuales (algunos interesantes), pero desarticulados. Orientación tecnocrática y administrativista que han cargado de controles y de nuevas tareas no pedagógicas al docente. Y olímpica omisión de condiciones extra escolares: alimentación, descanso, conectividad, voz de actores externos: empresarios, universidades, medios de comunicación. 

Se imponen cambios profundos, sistémicos. Sin distractores ni novelerías. Se puede empezar por redefinir el sentido esencial de la escuela. Es hora de recuperar el sentido común, los aportes del pasado y la sencillez. Los tecnócratas y los políticos lo han enmarañado todo; la educación es hoy un ovillo indescifrable. Algunos especialistas, recuperan la misión escolar que ha estado manipulada y encubierta:  aprender a convivir, disparar la creatividad, desarrollar el pensamiento. Sencillo y esencial. Claro y desafiante. 

MENOS PERMISIVIDAD, MÁS ESFUERZO

En esta línea de sencillez -que no es simplificación- toma fuerza la recuperación del sentido de esfuerzo y exigencia en la educación. La ola vivida ha estado signada por el facilismo, una especie de populismo pedagógico permisivo. Es casi imposible perder el año. Las calificaciones pueden cambiarse. Las obligaciones y sanciones se esfuman. La autoridad se puede saltar o convencer. 

Se han distorsionado al extremo el sentido de los derechos y el respeto a las diferencias….. Todo vale. La escuela de la súper comprensión y el regalo se impone. Lo importante es aprobar; no necesariamente aprender. Y todos entran en esta danza, autoridades, directivos, maestros, niños, familias. 

La escuela del descanso y el juego está cuestionada. No solo por los resultados -bajos aprendizajes- sino por las conductas que estimula: conformismo, mediocridad, apatía. No es coincidencia que a nivel social percibamos estos comportamientos… Reivindicamos que la escuela es un espacio de trabajo. El aprendizaje supone esfuerzo, dedicación, rigor, sudor.  El juego es bienvenido, como estrategia de aprendizaje, no como objetivo. 

Esta resignificación del esfuerzo, la exigencia y el rigor de ninguna manera implica un regreso al autoritarismo. Tampoco un desconocimiento de los aportes logrados con la doctrina de derechos, las relaciones horizontales, el manejo de conflictos, los valores transversales, la cultura de paz, la inclusión. Implica volver a poner en su lugar las prioridades, a no confundir estrategias con objetivos. Tal vez es un momento de nueva síntesis. De enterrar ilusiones falsas. 

La vida está llena de satisfacciones pero también de obstáculos y desafíos. Nadie nos regala la vida. Hay que conquistarla. El facilismo y la permisividad no suman. Solo amortiguan y ahogan.  (O)