Atención Spoiler: Se espoilean los dos primeros capítulos. Quedan albertidos.
Para quienes somos clientes de un banco, de cuyo nombre no quiero acordarme, pero que empieza con P y termina en A, esta semana quedará inmortalizada como aquella en que estuvimos asicito de buscar la manera de enrolarmos en el famoso Juego del Calamar. En mi caso, como una típica broma del destino, pocos días antes de la caída del sistema de la susodicha institución financiera azulamarela, y sumido en la curiosidad gatuna que imponen algunas tendencias, empecé a ver la tan comentada serie coreana.
Para quienes todavía no la ven, a rasgos generales, gira en torno a la desesperada decisión que toman 456 personas, con deudas hasta el cuello, de participar en un concurso que los premia con una gran cantidad de dinero, más que suficiente para resolver todos sus líos financieros. Y sobra. Pero para lograrlo, por supuesto, deben llegar al final. Se trata de superar seis juegos infantiles, que tienen reglas muy específicas y claras, pero que, al no ser correctamente cumplidas, terminan con la muerte violenta de uno o varios participantes.
No pudo haber caído en peor momento el advenimiento del mentado problema tecnológico del banco en cuestión. Ahí estábamos yo y el resto: a inicio de mes, recién cobraditos; días de corte para el pago de tarjetas de crédito y préstamos; período para cumplimiento de obligaciones tributarias, de seguridad social, la pensión de los guaguas, visitas médicas de los perrijos, los servicios básicos como la luz, el agua, el celular, el cable, el gas el gas. Y qué se diga si le hacemos a la novelería con el Netflix, el Spotify, el Star+, el Amazon Prime Video, el Disney+, el Canal del Futbol? el acabose.
Lo que más me espeluznaba, en lo personal, era que mis fonditos -sin alusión política de ningún tipo- se esfumaran y realmente no tuviera para pagar por ver el partido de nuestra 'Tri' contra Colombia hoy. Así que me dije: si el masoquismo me posee cada vez que me vuelvo a poner la piel de la Selección e hinchar con mis nachos tricolores como la primera vez, podría perfectamente arriesgar el pellejo en el Juego del Calamar, al fin y al cabo, solo se trata de quedarse hecho estatua cuando la muñeca fea gigante dice 'Red Light' y correr como funcionario público a las 16:30 en la víspera de feriado, cuando dice 'Green Light'. ¡Tillos!
Afortunadamente, el sistema del banco ya volvió, ya está entre nosotros, mi saldo, por suerte, se mantiene inmaculado y estoy listo, tanto para apoyar a nuestros bravos guerreros ecuatorianos con manos y pies de mantequilla, como para proseguir con los electrizantes capítulos que siguen en la serie coreana, donde, al menos hasta los dos primeros capítulos vistos y espoileados, se pone sobre la mesa una serie de cifras que meten al espectador en la angustiosa realidad que viven los concursantes.
Antes que nada, para entrar en materia, los montos que refieren son en wones, la moneda oficial de Corea del Sur, por lo que es necesario transformarlos a dólares. Les cuento: un won equivale a 0,00084 dólares, por tanto, apelando a una simple regla de tres, tenemos las cifras en español. Ahora sí, vamos con las cantidades que se mencionan (y más espoileos random):
- Cada participante que entra en el juego recibe nominalmente, por el solo hecho de haber ingresado, 100 millones de wones, que son US$ 84.000, que se harían efectivos de llegar al final. Los participantes que son eliminados, literalmente, en el transcurso del juego no pierden su cuota de participación, sino que esta se divide entre los ganadores. El acumulado general, por todos los participantes, resulta ser la escalofriante cifra de 45.600 millones de wones, que no resulta menos escalofriante en dólares: US$ 38,3 millones, sobre todo considerando que los concursantes están endeudados mal y teniendo en cuenta que en un trabajo formal donde recibirían el Salario Básico Unificado (US$ 400 al mes) les llevaría 7.919 años llegar a la cifra, suponiendo que todo se ahorra y nada se gasta. Y en términos de Salario Mínimo Lorenza (US$ 20 mensuales), le tomaría 159.583 años.
- En el primer capítulo son eliminados (de la faz de la Tierra) 255 de los 456 concursantes, lo que da un acumulado de 25.500 millones de wones (US$ 21,4 millones), cantidad a ser dividida entre los ganadores al final. Imaginarse ese monto bajo la almohada hace que, contra todo pronóstico, los 201 participantes que quedaron vivitos y coleando, se lancen a seguir participando, aun a riesgo de sus vidas.
- La deuda del protagonista, Seon Gi-hun, con chulqueros versión asiática es de 160 millones de wones (US$ 134.400) y 255 millones de wones (US$ 214.200) a bancos (que no se van de feriado). Total: 415 millones de wones (US$ 348.600).
- Un poco de Seo Gi-hun: Es un chofer de medio pelo, apostador adicto, casi no genera ingresos, tiene una hija y una madre que lo mantiene. En el cumpleaños de su hija, al no tener dinero para comprarle un regalo, le pide a su madre dinero, a punta de berrinche, y ella le entrega 40.000 wones (US$ 33,6) para que la lleve a comer pollo frito. Pero aun así, Seo Gi-hun considera que no es suficiente y le roba, por un ratito, la tarjeta de débito. Retira del cajero 50.000 wones (US$ 42) y en vez del regalo o el pollo frito, se va a apostar en el hipódromo.
- En efecto, Seo Gi-hun gana al apostarle a uno de los caballos con el número de la fecha del cumpleaños de su hija, la cantidad de 4'560.0000 de wones (US$ 3.830,4) y, sintiéndose absolutamente millonario, le deja a la cajera una jugosa propina de 10.000 wones (US$ 8,4). Luego debió volver a pedir el reembolso de dicha propina, al ser desplumado por una carterista en la calle, para poder llevar a su hija a comer masea un agachadito versión oriental.
Y es todo lo que puedo espoilear en honor a la verdad. Ya les seguiré contando. En wones y en moneda local. Esperemos que esta serie no decaiga luego de un novedoso y sonado arranque. También esperemos que la Tri sepa capitalizar mi confianza y entusiasmo, y me reembolse en goles los 23.809 wones en botanas que he comprado.
¿Apostamos? (O)