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Somos reemplazables en lo que hacemos más no en lo que somos

Vanessa Burbano

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No debemos renunciar a quienes somos, a nuestra nueva versión por agradar a familia o a amigos. Ni si quiera escondernos de nuestros errores o nuevas formas de pensar ya que es parte de nuestra propia construcción.

23 Diciembre de 2024 16.30

Estamos por cerrar un año y con ellos vienen momentos de reflexión. Este 2024 para muchos ha sido un año complejo, de grandes desafíos y en especial de saber adaptarse. Cada uno hará su propio análisis; sin embargo, uno de los más importantes para mí ha sido el entender que somos reemplazables en lo que hacemos más no en lo que somos. 

En los últimos años tenía llena la cabeza de que todos somos reemplazables. A nivel profesional me ayudó a entender que los empleados hoy pueden ser parte de la compañía y dar su 200% y que mañana pueden hacer lo mismo en otro lugar de trabajo. No podemos salvar a todos porque seguramente hay alguien que lo hace mejor para el momento actual y mientras me iba aferrando a esa idea pude dar un salto porque yo también era reemplazable. Alguien más empezó a hacer mi trabajo y las cosas continuaron.

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Así mientras veía las cosas desde afuera también descubrí lo más importante. Las tareas se cumplen, los urgentes se resuelven, pero la esencia que aportaba cada uno y que conformaba el ambiente de trabajo muere. ¿Por qué? Porque nadie más puede ser nosotros, nadie más aporta con su autenticidad y originalidad lo que somos. 

Los éxitos de las empresas no se dan solo porque lleguen a sus objetivos, sino que la forma en lo que lo hizo es lo que hace la diferencia entre una y otra. Ese camino lo hacen si bien las tareas y las estrategias; una parte clave es la personalidad del equipo de trabajo. Puede ser divertido, llevadero, rápido, confuso, etc. ya que depende de lo que son cada uno de sus colaboradores. 

No obstante, hay que saber entender cuando hay que cambiar no solo la forma de hacer las cosas sino lo que aporta cada persona. En cada contexto podemos necesitar o prescindir de cierto tipo de colaboradores. Esa es la decisión más importante para salvar o hundir una empresa. Cada vez los ciclos son más cortos y más cambiantes y por eso estas evaluaciones deben ser más constantes. 

De hecho, eso pasa también con los amigos. Con muchos amigos podemos hacer las mismas cosas, pero ¿por qué siempre acudimos a los de siempre? Porque son sus personalidades y cómo nos hacen sentir lo que más pesa. Ellos se vuelven únicos y por eso los seguimos eligiendo como amigos. 

Nuestros contextos cambian y al igual que las empresas, hay veces que hay que hacer cambios de nuestros equipos de soporte. Pocas veces los amigos auténticos cambian. A medida que crecemos, que pasamos por crisis o que llegamos a distintas etapas vamos moldeando nuestras versiones de distintas formas sin perder lo que somos realmente. 

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No debemos renunciar a quienes somos, a nuestra nueva versión por agradar a familia o a amigos. Ni si quiera escondernos de nuestros errores o nuevas formas de pensar ya que es parte de nuestra propia construcción. Si alguna gente salió o se alejó es porque lo que son ya no es compatible con nosotros y eso también es correcto. 

Este complejo 2024 se lo debo a mis amigos. A ellos que pudieron reemplazarme y no lo hicieron porque, aunque no siempre estamos en nuestro mejor momento ellos son ese apoyo incondicional que tampoco yo quiero reemplazar. A ellos que han crecido conmigo, que me han sacado sonrisas, que me han inspirado y que siguen creyendo en mí. Igual a esos amigos más nuevos y a la vez más reales que llegaron a marcar mi año. Que en el 2025 nos llenemos más de gente y de momentos irreemplazables.  (O)

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