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Si las ideas preceden a todo lo extraordinario, ¿qué precede a las Ideas?

Hartmut Bock

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La diferencia entre los seres humanos y los animales es que los primeros podemos comunicarnos en un nivel abstracto que nos permite modificar el mundo a nuestro alrededor o, si queremos, viajar al espacio sideral.

13 Septiembre de 2024 14.26

Las personas que escribimos tenemos una carpeta, o más, llena de textos que nunca publicamos. Ideas que nunca se convierten en ensayos por no tener suficiente materia prima o pensamientos que nos emocionan al principio pero que luego pierden su encanto. 

Yo llamó a la carpeta "Cosas que Escribo" y está habitada por cadáveres mentales que pese a haber sido engendrados nunca se fertilizan y por lo tanto su nacimiento termina cancelándose. 

Este texto que lees compartió la misma carpeta en su momento, sin embargo, a diferencia de los otros razonamientos que nunca fueron fecundados, fue fertilizado, se convirtió en embrión y finalmente nació como un ser vivo con los órganos y funciones requeridas para salir al mundo y sobrevivir. 

Para llegar a esta etapa la idea que antecedió al artículo fue alimentada por flujos de información que recibió de su entorno a través de libros, conversaciones y tweets.

 Lo que me ocurrió la semana sirve de ejemplo. 

Una inquietud se generó en mi mente luego de dos semanas enfermo debido, según el médico que me atendió, a una infección viral que aún no tiene nombre. 

Así que le pregunté a mi amigo Juan que sabe de todo, y, dado que es serio, si no sabe, no se inventa, acerca de los virus.

Me enteré que los virus, a diferencia de las bacterias, no pueden cultivarse para luego observarse bajo un microscópico. Los virus son inertes (no tienen vida bajo el paradigma que usamos hoy en día para clasificar a algo como vivo) y requieren de células de otros seres vivos para poder vivir y replicarse. 

¡Increíble!

 La idea fecundada luego me impulsó a ir al Internet a leer sobre cómo afectan los virus a las personas que se contagian de ellos. Me enteré que causan distintos síntomas dependiendo de cada individuo, que dos personas contagiadas de un mismo virus pueden mostrar signos que harían pensar a un observador que tienen dos enfermedades diferentes.

 ¡Fascinante!

 Cuando conversé de lo mismo con mi amiga Isa, herbóloga experta en sanar usando plantas, me comentó que los virus entran a nuestro organismo cuando nuestro campo energético vibra en la misma frecuencia de la persona que nos contagió.

¡Uf! 

Ahora bien querido lector o querida lectora... 

¿Qué le parecería si alguien con poder quisiera restringir cualquier conversación sobre los virus? 

Puede ser que el prohibidor sea un funcionario público que trabaja en un centro de investigación de las fuerzas militares, que realiza experimentos con virus para usarlos en una eventual guerra y al que se le haya escapado alguno por descuido.

 O tal vez el censurador sea un poderoso lobby vinculado a una farmacéutica a la que no le interesa que la gente cuestione su propaganda que nos repite incesantemente que la única forma de estar protegidos es usando sus vacunas. 

Si hablar de los virus estuviera prohibido me quedarían dos opciones. La más obvia es hacer caso y evitar ser castigado. 

La segunda, y que posiblemente sea la que la mayoría de pensadores libres sobre cuyas ideas nuestra civilización está establecida escogería, no tendría más opción que usar medios de comunicación que le impidiesen al poder censurador restringirle. 

A lo mejor usaría Telegram, aplicación de mensajería que garantiza la privacidad de sus usuarios al usar tecnologías de cifrado que hacen imposible que los dueños de la plataforma o cualquier agente externo pueda acceder a las conversaciones que ahí se llevan a cabo.

Así obtendría su tan ansiada libertad de pensamiento de una forma compatible con su tan apreciada libertad física. 

Sin la libertad para expresar ideas estas inevitablemente escasearían y sería imposible fecundar pensamientos como el del virus que acabo de compartir contigo que nos acerquen a la verdad. 

Por eso lo ocurrido en domingo 25 de agosto pasado en París, capital de la república francesa y en consecuencia un emblema tradicional de libertad filosófica, debe llamar nuestra atención inmediata. 

En la mencionada fecha Pavel Durov, dueño de Telegram, fue apresado. Se le acusa de complicidad en la "distribución organizada, oferta o puesta a disposición de imágenes pornográficas de menores", así como en la "adquisición, transporte, posesión, oferta o transferencia de estupefacientes". Pese a que no se menciona, es conocido que Telegram es usado para transmitir imágenes del genocidio en Gaza, y por los ejércitos ruso y ucraniano para comunicarse desde el frente de batalla.

 Según el mismo Durov, el ingeniero principal de Telegram se negó a instalar un código de Software provisto por el FBI americano y que podemos suponer le permitiría a éste último obtener información de sus usuarios para luego quien sabe que. Pero si hacemos una observación objetiva de cómo los gobiernos se han comportado en el pasado respecto de silenciar a ciudadanos que comunican un punto de vista distinto de la narrativa oficial, podemos inferir que nada bueno saldrá de ahí.

Culpar al dueño de Telegram de lo que sus usuarios escriben es como culpar al dueño de una pared por un grafiti escrito sobre la misma anunciando un número de WhatsApp para comprar cocaína.

 Querido lector-pensador o lectora-pensadora, la verdadera víctima de esta persecución es Ud, que como ser humano tiene una facultad distinta de nuestros parientes animales, la facultad de comunicarse con otros seres humanos a través de conceptos y preceptos complejos que nos han permitido como especie modificar el mundo a nuestro alrededor y viajar al espacio sideral. Que nos han permitido encontrar la verdad. 

Si has podido leer este texto puedes estar tranquilo o tranquila de que vives en una sociedad donde todavía expresar pensamientos libremente es posible. 

Si estás atento, habrás notado que en tu mente ocurrió algo mágico el día de hoy. Un pensamiento se originó y se fertilizó. De ahora en más dependerá de ti que siga creciendo alimentado por tu forma diferente de ver las cosas, así como de lo que leas y platiques con tus respectivos Juan e Isa.

Y si en algún momento nace en el mundo, te habrás dado cuenta, como hice yo el día de hoy, que sin libertad de expresión pensar deja de ser una actividad productiva, pues cualquier idea por si sola no puede sobrevivir a menos que se alimente de la mayor cantidad de nutrientes, en forma de puntos de vista, posible. (O)

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