Debieron pasar muchos años para tener una nueva convocatoria de los “Consensos de Cusín”, iniciativa que lleva la marca de la linda Hostería afincada a las orillas del lago de San Pablo y de la perseverante gestión de Mario Ribadeneira, reconocido empresario nacional, que la promueve desde hace muchos años.
De las tres anteriores sobresale aquella que trató el tema de la paz con el Perú en momentos en los cuales resultaba todavía una aventura proponer la solución del diferendo territorial luego de muchos años llenos de episodios políticos nada gratificantes de la historia nacional. Osvaldo Hurtado se atrevió durante su mandato a poner el tema a consideración del país, pero no tuvo una respuesta positiva. Cuando surgió esta iniciativa, el Ecuador había vuelto a vivir episodios de alta tensión diplomática y militar con sus lógicas secuelas. Era hora de cambiar de postura política y, esta iniciativa ciudadana, dentro de su ámbito de influencia, consiguió transmitir la opinión consensuada sobre la necesidad de impulsar los diálogos bilaterales que terminen con este desentendimiento. Obviamente, fue un escalón, dentro de los reconocibles que influenciaron en el desenlace histórico.
Ahora, el tema del manejo escrupuloso, equilibrado y transparente de los recursos públicos fue la razón de esta cuarta reunión que se la planificó durante un poco más de cuatro meses con mucho detalle a fin de poder abordarlo en la dimensión e integralidad de su compleja realidad. Se configuró un grupo de convocantes (nueve en total), con la mas diversa procedencia, genero, especialidad a fin de acometerlo sin ninguna restricción de orden político o de cualquier otra naturaleza como raza, religión, género o procedencia.
De esta manera se buscó conseguir una participación muy amplia de personas cuya trayectoria haya demostrado interés por los problemas del país: políticos, trabajadores, dirigentes indígenas, empresarios, académicos, en fin, todos aquellos que puedan aportar libre y voluntariamente sus opiniones sobre el delicado papel del Estado en la sociedad. Nadie fue objetado por razones que conspiren con el fundamental propósito de mantener un diálogo abierto, sin restricciones, objetivo, con propuestas conceptuales de solución a esta ya larga historia de ciclos perturbados o si se quiere agravados por un manejo desquiciado de la política fiscal.
La idea central era discutir las condiciones dentro de las cuales debe encuadrarse la gestión pública (gobierno, Gads, empresas públicas y demás entidades) para asegurar que los sectores sociales (salud, educación, bienestar social, seguridad) dispongan de los recursos que una eficiente gestión les permita atender sus responsabilidades.
Se buscó el apoyo de cuatro expertos internacionales, con una trayectoria de servicio público relevante que expresen cuales son los principios que deben ser cultivados para maximizar los beneficios de la intervención del Estado en la sociedad. Vinieron profesionales con distintas visiones políticas, que transmitieron sus puntos de vista y sirvieron para encaminar la búsqueda de un consenso colectivo sobre este tema.
Quedó muy claro luego de muchas décadas de experimentación de distintas teorías económicas en el mundo y particularmente en América Latina, que no hay posibilidad alguna de resolución de los graves problemas de desarrollo, como la pobreza, la inequidad, la insalubridad, el desempleo, el analfabetismo, la salud, en fin tanto y tanto temas que llenan la cabeza de todos nosotros todos los días, si primero no se resuelve este bendito papel del Estado y su forma de comportarse dentro de la sociedad.
No es un tema fácil. Tiene muchas aristas, pero en su esencia es fundamental asegurar que gaste bien, es decir sea eficiente y controle la calidad del uso del dinero que le entrega la sociedad. Gaste con transparencia y además lo haga respetando la capacidad de aporte que le puede dar el país sin poner en riesgo la multiplicación de empresas que ofrezcan trabajo formal a quienes lo necesitan. Esto quiere decir, que no gaste más de lo que ordinariamente recibe de los contribuyentes. Guarde cualquier excedente de tiempos buenos para los momentos en que las cosas se ponen feas. En otras palabras, sea prudente a la vez que se auto exige honestidad y ofrece servicios de calidad que servirán para formar gente preparada que pueda salir de su entrampamiento social.
Quedó entendido que la política fiscal ordenada, equilibrada es el mejor instrumento para tener un país más justo que ofrezca un horizonte con esperanza para la gran mayoría de sus miembros. No hay ejemplo en el mundo de una economía que esté en camino de resolver o por lo menos mitigar estas inequidades que mantenga una política fiscal desordenada, con déficit crónico y alto endeudamiento.
Algunos invitados internacionales pertenecen a la vertiente socialista (fueron parte de gobiernos de esa identidad) y fueron enfáticos en señalar que la visión moderna de cobertura social de sus puntos de vista parte precisamente de esta premisa pues es la única que asegura, en un horizonte razonable, estabilidad de la gestión pública que le permite concentrar el destino del gasto público en las obligaciones sociales.
La inflación, el endeudamiento, el derroche son los enemigos del bienestar social. Les quitan recursos a esos sectores y consolidan la pobreza pues desalientan la inversión y con ello el empleo. Sin embargo, la ecuación se complementa con una tributación razonablemente progresiva, la solución los subsidios generales por otros focalizados, temporales y cuantificados. La lucha contra la evasión.
El Covid fue un detonante que confirmó la desprotección de la colectividad frente a un Estado carente de medios para enfrentar los terribles problemas de supervivencia. Esta experiencia no puede repetirse y todos en el Ecuador debemos ayudar a cambiar la estructura pública actual por una mucho más responsable, segura, honesta y precavida. Creemos en un Estado fuerte pero eficiente y en una Sociedad igualmente activa y contralora de la función pública.
En fin, este “Consenso de Cusín” quiere ser un ejemplo práctico de diálogos serenos, objetivos, a la luz del día, entre todos los que somos parte de este país. El diálogo y el acuerdo son elementos consustanciales de la democracia si se lo hacen con seriedad, respeto y propósito de aunar esfuerzos.
Finalmente, el consenso se lo logró y todos debimos renunciar a nuestras visiones absolutas por aquella que nos unía y que finalmente fue expresada en la declaración que ha sido distribuida para conocimiento general. No fue una tarea fácil pues puso a prueba el afán de llegar a compartir los puntos de vista cercanos y dejar de lado los distantes. (O)