Siempre paga la economía y con ella todos. Ya se harán las cuentas de los daños ocasionados estos días de violencia desenfrenada y, tengan la seguridad que nadie se hará cargo de ellas. Ya veremos repetir el “yo no fui”, o el clásico “no le conozco” con los cuales los autores y encubridores se sacuden de sus andanzas; pero, a la final el gobierno (es decir todos), los empresarios, los pequeños comerciantes, los emprendedores, la gente humilde que vive del día a día tendrán que pagarlas y no sé de dónde sacarán la plata. ¿Les prestarán dinero? O algunos se quedarán sin trabajo y otros sin su emprendimiento.  En el caso del gobierno por dónde irán las decisiones: ¿Más deuda?, ¿Más impuestos?, ¿Menos gasto social?, ¿Menos inversión pública? No hay otro camino. O, alguien tiene una varita mágica para darle plata al presupuesto. ¿Acaso se espera la multiplicación de los dólares porque somos bonitos? La verdad es que habrá que trabajar duro para recuperar lo perdido y eso tomará tiempo; así que no se hagan las ilusiones con tanto baratillo político.

Por supuesto ya vendrán las acusaciones mutuas. Todos los violentos desaparecerán de la escena como por encanto y nadie sabrá su paradero, peor su identificación. Empezarán a chantajear a jueces y fiscales para que no hagan su trabajo. Eso ya lo sabemos y por ese trance ya pasamos recientemente. Lo único cierto es que el Estado está en crisis. El sistema araña su vigencia y muchos innombrables siguen cavando para que se caiga y reine la impunidad, mientras esa entelequia que es “la sociedad civil” mira perpleja y paralizada lo que ocurre.

Durante esta movilización sediciosa con careta social, el país ha escuchado los más increíbles e inauditos comentarios sobre la política económica. Ahí van un par de ellos: No faltó alguien, que caricaturizó todo el esfuerzo llevado adelante para recuperar el control y la seguridad de la política fiscal a fin de eliminar su permanente amenaza a las actividades privadas y al propio bienestar social, como la veneración de los balances económicos y el descuido de todo lo demás. ¡Vaya criterio, carente del más elemental conocimiento de los principios económicos mundiales reconocidos como fundamentales para vivir en un ambiente de seguridad económica!  Acaso no se recuerda que, en las crisis, casi siempre el desenfreno del gasto público o el mal manejo del riesgo son sus causantes y con ellas los que mas pierden son los desprotegidos. Ahora se abrió otro boquete. Para ver lo que esto significa se puede hacer un paralelo con el campo jurídico: sería parecido a culpar de los problemas al cumplimiento de la ley. A la veneración del estado de derecho, para sustentar que la ley es relativa y la exigencia de su aplicación permanente y rigurosa es un abuso de autoridad, cuando debería, por el bien de todos, cerrar los ojos o mirar para otro lado ante ciertos actos penales. ¡Viva la amnistía! ¡Viva el desorden económico!

O, si recuerdan la propuesta de bajar el precio de los combustibles porque ahora con el alto precio del petróleo el Estado tiene plata adicional que le puede servir de compensación; con lo cual, para ser lógicos con esta forma ilógica de armar una propuesta, deberá subir cuando el precio del petróleo caiga y le falte plata al presupuesto. ¿Alguien entiende esto? ¿En verdad, lo creerá quien lo propuso? ¡!Viva la cuadratura del círculo!

A la final estas movilizaciones no consiguieron botar al gobierno, pero si lo otro: dañar la economía, pero no hacerse cargo de ella, lo que les servirá para preparar un nuevo reclamo.(O)