Mientras veía la serie Santa Evita, inspirada en la novela del escritor argentino Tomás Eloy Martínez, que fue publicada en 1995 bajo el sello Alfaguara, sentí una mezcla de vergüenza ajena y rabia solo de imaginar al novelista, autor de esa pieza literaria de gran maestría y belleza, delante de un televisor contemplando estupefacto o indignado o escandalizado o enfurecido, o quizás envuelto en una mezcla explosiva de todas estas reacciones, la degradación de su memorable novela.
Por fortuna para Tomás Eloy Martínez y para los responsables de esa producción audiovisual, no fue posible que se produjera una reacción furibunda del autor de la obra, pues este falleció en el año 2010 por causa de un tumor cerebral que se lo llevó poco tiempo después de haber cumplido setenta y cinco años.
Sobre la serie la verdad es que hay poco que decir, poco y nada bueno, como ya habrán adivinado los lectores por este preámbulo. Y es que, además de las flojísimas actuaciones del elenco, en el que apenas se podría rescatar a una actriz secundaria y a uno de los actores protagonistas si es que nos portamos condescendientes, 'Santa Evita', la serie, es una conjunción desaliñada de diálogos insulsos e infantiles con una producción que a momentos parece realizada por los entusiastas compañeros de un quinto grado de escuela.
Para muestra de lo dicho, sin ánimo alguno de arruinar o descubrir la trama o parte de ella, a los que de todos modos quieran verla o a los que ya pasaron por las tortuosas cinco y más horas que dura la primera temporada (ojalá no pretendan extender el suplicio), solo recuerden la escena de sangre de uno de los militares al que decidieron bañar íntegro con pintura roja para dar cierto dramatismo adicional a una escena cuyo contenido era dramático en sí mismo y que termina siendo tragicómica; o el peluquín que le hizo un niño de la clase de quinto grado al actor que protagoniza a Perón, una imagen que solo da lástima y lo resalta para mal en cada una de sus apariciones.
Por supuesto, lo que genera más tristeza son esas evocaciones breves al inicio de cada capítulo en que nos recuerdan que la serie se basa en la novela de Tomás Eloy Martínez, algo que en realidad no es cierto, pues aunque debe haber mediado una cesión de derechos audiovisuales del propio autor (antes de su muerte) o de sus herederos (después de enero de 2010), lo que hicieron con una genial obra literaria, con la novela argentina más traducida de todos los tiempos y una de las obras de escritores argentinos con mayores ventas a nivel mundial, es degradarla hasta lograr un producto mediocre, lamentable y de triste recordación para la memoria de un enorme y laureado escritor, autor de otras obras relevantes como 'La novela de Perón', 'El vuelo de la reina' (Premio Alfaguara 2002), 'El cantor de tangos' o la impactante 'Purgatorio', entre otras.
A propósito de 'Santa Evita', la serie, se volverá a decir una vez más que el libro siempre supera a la película, una verdad incontrastable casi siempre, pero que a momentos, cuando se hacen producciones audiovisuales fieles y realmente artísticas, como por ejemplo la de 'El nombre de la rosa' de Umberto Eco, 'El perfume' de Patrick Süskind, o la serie 'El cuento de la criada', basada en la novela de Margareth Atwood, podríamos concluir que en ciertos casos las películas han sido tan buenas como las magníficas obras que las inspiraron.
En todo caso, si usted es de los que prefiere el libro y no quiere perder unas cuantas horas de su vida, le recomiendo que lea 'Santa Evita', la novela, ensayo histórico, biografía y crónica ficcional que hace Tomás Eloy Martínez de Eva Duarte de Perón, de su paso por la vida y del larguísimo tránsito que hizo su cadáver reforzando así el mito y la idolatría, el temor y el delirio de un pueblo que aún vive a su sombra. (O)