Reviso la carta de pago del impuesto predial que ha pagado mi esposa y, como todo es muy tecnificado, el documento indica el nombre del propietario, la dirección y un mapa de la ubicación, incluso tiene un pequeño plano tomado del servicio satélite, de manera que es fácil descubrir errores.
En el pago de impuestos de un lote baldío en una ciudadela suburbana descubro que el municipio me ha cobrado dos valores, uno correspondiente al terreno y otro por una construcción de 300 metros cuadrados que no existe.
Acudo confiado a la administración zonal correspondiente con la certeza de que será un trámite muy sencillo pues el error es evidente; solicito un turno y sigo la fila única para todas las ventanillas, cuando llega mi turno me acerco a una funcionaria que acaba de atender a otro cliente.
-Buenos días.
-Buenos días, ¿en qué puedo ayudarle?
-Vengo a informar al Municipio Metropolitano que ha cometido un error en el cálculo del impuesto predial de esta propiedad -le extiendo el documento que lo revisa sin sorprenderse. Es un terreno baldío y me han cobrado un impuesto adicional por una casa de 300 metros cuadrados que no existe.
-Tiene que ir al distrito central para que resuelvan este problema.
-Yo he venido a informarle al municipio que ha cometido un error. -le digo. ¿Y usted me encarga a mí que vaya a buscar quien resuelva?
-Aquí solo cobramos. Si quiere resolver el problema debe ir al distrito Centro. -me devuelve el papel y da por concluida la consulta.
Empeñado en averiguar cómo funcionan los reclamos y picado por cierta curiosidad acudo al Distrito Centro que funciona en una casona colonial restaurada. En el patio interior cubierto con techo de cristal hay una fila de ventanillas, pero cuando me acercaba a una de ellas, un guardia me detuvo.
-Buenos días. Qué gestión es la que va a realizar?
-Buenos días. Es un reclamo por cobro indebido del impuesto predial.
-Eso es en el edificio de la esquina. Salga a la calle y vaya al edificio de al lado.
Es otra casa colonial acondicionada para oficinas del municipio. Ya me iba haciendo mala sangre por el camino y todo empeoró cuando vi una larga fila. El guardia me explicó que era la fila para tomar el número que me asignaba el orden de atención. Me imaginaba yo mismo en una ventanilla atendiendo reclamos todo el día mientras veía a los reclamantes que salían descorazonados o maldiciendo entre dientes. Cuando llegó mi turno me acerqué ya sin esperanza.
-Buenos días.
-Buenos días, ¿en qué podemos ayudarle?
-Más bien yo vengo a ayudarle al municipio -le corrijo con mala cara. La casa que le adjudica a este terreno, no existe. Digo mientras le entrego el documento que lo revisa de un vistazo.
-Eso tiene que arreglar en el distrito correspondiente, en este caso el Distrito Centro Norte.
-De allá vengo. Allá me dijeron que aquí arreglaban.
-Entonces, debe ir a catastro, pero ahora no están trabajando.
Terminada la gestión. Ahora entiendo por qué la gente le llama a este viaje de una oficina a otra via crucis municipal Llevo años pagando el impuesto de una casa que no es mía, que ni siquiera existe.
Un muerto paga los impuestos puntualmente
Compré un terreno en un pueblo cercano a Quito, hace un cuarto de siglo. Después de varios años me dejaron una notificación municipal por falta de pago de impuestos. El documento de pago no estaba a mi nombre sino a nombre de un antiguo propietario. Acudí al distrito correspondiente para averiguar de qué se trataba. Me informaron que el terreno estaba compuesto por dos propiedades y una parte no había pagado impuestos. Las escrituras establecen los linderos de la propiedad total y está inscrita en el Registro de la Propiedad como una sola.
No sirvió para nada la exhibición de las escrituras y las cartas de pago de impuestos a mi nombre. Intenté arreglar el asunto en una de las direcciones zonales, pero sin suerte. Me remitieron también a la famosa dependencia llamada Catastro Municipal. Mientras se arregla el problema hay que pagar los impuestos con la promesa de que luego harán la devolución. Desde entonces, en el municipio, un muerto paga cumplidamente los impuestos.
Son dos casos reales, y los hay por miles porque cada propiedad tiene algún problema, algunos insolubles, al menos en apariencia. En la ciudad se puede observar edificios a medio construir y abandonados. Cuando se averigua la causa, con frecuencia se descubre que tuvo problemas con el municipio, paralizaron la construcción, luego tuvieron problemas con los bancos, después con los clientes que pagaron por anticipado y reclaman lucro cesante.
Generalmente terminan embargados por un banco. El Municipio del Distrito Metropolitano de Quito tiene una gran colección de problemas de propiedad sumamente variados. Algunos problemas llevan en disputa por generaciones y cada uno ha ahuyentado alguna o varias inversiones, por eso, y por otros factores, Quito no es una ciudad competitiva. (O)