Retos y fortalezas: historias de padres frente a enfermedades raras
La vida de los padres de niños y niñas con enfermedades raras o poco frecuentes se llena de desafíos uno de los más fuertes por el componente emocional es el del camino a la aceptación de un futuro no deseado para su hijo, de la idea de la finitud de la vida.

En la columna anterior expresaba, intentando ponerme en los zapatos de padres de niños con autismo, la frustración y desconsuelo que provoca el peregrinaje en la búsqueda de una institución que, reciba y acepte a sus hijos.

Esta vez les hago la misma invitación, para pensar más allá de nuestra propia vida, pero, ahora imaginando que, reciben un diagnóstico que cambia su vida para siempre: tu hijo tiene una enfermedad rara y apenas existe información al respecto. Este es el punto de partida de un camino para los padres lleno de incertidumbre y también, fortaleza y amor inquebrantable. Emociones intensas y un continuo aprendizaje que los lleva a conocer métodos médicos, adaptar su hogar para atender a su pequeño y tolerancia, mucha tolerancia a quien muchas veces sin intención de lastimar, los juzga o los culpa.

La vida de los padres de niños y niñas con enfermedades raras o poco frecuentes se llena de desafíos uno de los más fuertes por el componente emocional es el del camino a la aceptación de un futuro no deseado para su hijo, de la idea de la finitud de la vida, hasta procesar y comprender que lo que sucede es que sus hijos tienen más necesidades que el resto o diferentes, quizá.

La crianza que de por sí, tiene un componente importante de miedo y culpa, en este caso parecería que se dimensiona aún más. Son padres que temen por la expectativa de vida de sus hijos, lo rápido y degenerativo de la enfermedad. Y miedos personales como a perderse en la propia enfermedad de sus hijos o incluso ver truncada la proyección familiar. Muchos aprenden a vivir con miedo, o aprenden a convivir con estas enfermedades estando siempre en modo "alerta" sin poder relajarse nunca.

Otro impacto es el económico, el costo de las diversas terapias y tratamientos que genera un desafío a nivel financiero.

Y como en otros casos el acceso limitado a la educación y apoyo terapéutico.

Leyendo un testimonio muy conmovedor de un padres de un niños con Síndrome de Leigh veía la importancia que le dan, al aprendizaje en todos los aspectos y retos antes mencionados y a nivel personal mencionan que quienes cuidan necesariamente tiene que cuidarse, en otras palabras resaltan el autocuidado, como un aspecto fundamental para avanzar siendo el sostén y pilar para sus hijos, pero no desde la culpa sino desde el cuidado de su cuerpo, espíritu, mente, y sobre todo desde la visión de que la vida es solo una y hay que aprovecharla, desde las cosas sencillas como: el compartir con su familia, amigos, y en sus palabras de que, la vida consiste en "poder disfrutar los momentos buenos y sacarle lo bueno a los malos" (Alejandro Rivas, papá de Alfonso con síndrome de Leigh).

El viaje de los padres de niños con enfermedades raras o poco frecuentes es duro, pero también está lleno de profundas lecciones sobre la fortaleza humana, para mí y para ti que estás leyendo esta columna. A través de sus experiencias, todos podemos aprender a ser más empáticos, solidarios y conscientes de las luchas invisibles que muchos enfrentan.

Si conoces a una familia que enfrenta estos desafíos, no dudes en ofrecer tu apoyo. A veces, un simple gesto puede hacer una gran diferencia en su día a día. 

Dedico esta columna a mi amigo de siempre Hugo y a su esposa Paty, padres de Emmanuel quien tiene síndrome de Leigh. Admiro su fortaleza y su sonrisa constante en medio de cualquier adversidad. (O)