Renunciar y quedarse
Burnout o fatiga laboral. Estado de agotamiento físico y emocional que puede afectar a cualquier trabajador

Hay renuncias y renuncias. Usualmente las entendemos como salida -voluntaria o presionada- de una organización, como desvinculación definitiva, sin vuelta atrás. En los últimos años, sin embargo, ha reflotado una nueva modalidad, la renuncia silenciosa, la “quietquitting”. 

Se ha hecho famosa en varios países de Europa -España, Inglaterra-, pero con variantes locales y menor gravedad se presenta en otros lugares, incluido el Ecuador. Tomó vuelo en tiempos de la pandemia, cuando se habló de la “Gran Renuncia” (años 2.021 y 2.022).

En la renuncia silenciosa se trata de minimizar la presencia y compromiso de la persona en una organización. Una especie de salida, pero sin retirada física. Una salida sin salir y sin hacer ruido. Quedarse pero en nuevas condiciones o con nuevas actitudes ante las condiciones. 

Una decisión de mantenerse con el mínimo esfuerzo, aquel que permite  sostener o no perder el empleo. Lo justo y nada más porque tampoco se vislumbran mejores alternativas. El trabajo ya no es la vida, como se proclamaba antes. La identificación y sentido de pertenencia del trabajador con su empresa se diluyen al extremo.

BURNOUT.  QUEMADOS

Las causas para este desencantamiento son múltiples. La principal es el llamado “burnout” o fatiga laboral. La OMS la define como una enfermedad de índole ocupacional. Un estado de agotamiento físico y emocional que puede afectar a cualquier trabajador. 

Burnout, estado duradero caracterizado por un desequilibrio entre las tareas exigidas y las capacidades y posibilidades.  La raíz: exceso de trabajo o exceso de presión y estrés en el trabajo. Burnout, trabajador quemado… Se apaga literalmente.

Los efectos de este síndrome llegan a varias esferas. En el campo psicosomático se presenta cansancio, problemas digestivos, cardíacos, respiratorios, dificultades en el sueño. En las actitudes se observa cambios de humor, abuso de sustancias, baja de autoestima, apatía. En lo emocional se manifiesta con agotamiento, ansiedad, irritabilidad, sentido de culpa, inseguridad, miedos. En la esfera social son comunes los conflictos familiares, el asilamiento, los nudos en la comunicación. 

El estudio 'Bienestar 2022 ¿Qué está pasando en el trabajo? Una mirada desde los colaboradores', muestra cifras preocupantes. Un 54% de los trabajadores reconoció haber sentido agotamiento laboral. Un 50.2% experimentó sobrecarga de trabajo. Casi 40% se planteó la posibilidad de renunciar, como única alternativa al desgaste físico y emocional.

Hay que considerar una explicación histórica. Las condiciones de trabajo han cambiado. Las tareas antes previsibles y mecánicas han dado paso a ritmos y presiones diferentes. Hay que adaptarse a tiempos muy cortos, exigencias mayores, contratos precarios, improvisaciones en el camino. Todo esto aumenta el riesgo de estrés, presión mental, salud en general.

DETECTAR, PREVENIR Y ACTUAR

El bornout es causa directa de las renuncias silenciosas, pero no es la única. Se distingue -asociado o no a este síndrome- las condiciones negativas del escenario laboral. Ambiente poco amigable y crispado de conflictos, ausencia de reconocimientos, anonimato total, salarios limitados en relación a desempeño, estancamiento en aspiraciones profesionales. 

Las expresiones de esta problemática son variadas. Entre ellas la falta de compromiso de trabajadores, la escasa participación, la actitud de apatía, la desmotivación permanente, el uso ineficiente del tiempo, la baja de productividad. Y hay más: deterioro de la comunicación y las relaciones, incremento de errores, quejas, accidentes, ausentismo laboral. 

La problemática demanda acción apenas surgen los primeros síntomas. Del lado de las organizaciones resulta indispensable atender las buenas relaciones laborales, la flexibilidad, la salud mental, el crecimiento y capacitación profesional, el sentido de “carrera” en el trabajo, el sentimiento de pertenencia, los salarios competitivos, las oportunidades de desarrollo…. 

Del lado de los trabajadores, son indispensables algunas medidas. La clave está en construir una visión distinta de la vida. Una valoración elevada del trabajo sin prescindir del descanso y el ocio creativo. Del equilibrio entre empleo, familia y desarrollo personal. Protección oportuna de la fatiga y sus señales. Colaboración activa en la creación de ambientes laborales sanos, de relaciones positivas que permitan disfrutar del trabajo.

Personas más felices, son más productivas y comprometidas. Personas que hacen del trabajo, no una carga sino una oportunidad de liberación y realización. El bienestar se vuelve imperativo ético en estos tiempos. En este intento, todos ganamos. (O)