El pasado 23 de mayo el Ministerio de Educación comunicó los nuevos criterios para determinar si un estudiante debe repetir el año escolar. Los parámetros son los siguientes:
- Primero, segundo, tercero y cuarto grado de educación básica: promoción automática y no se toman en cuenta las notas que se obtengan durante el año lectivo. Podrán repetir el año en caso de que se evidencie dificultades de aprendizaje o que, los estudiantes no han alcanzado habilidades comunicacionales o lógico matemáticas, que deben ser respaldadas con un informe psicopedagógico.
- Quinto, sexto y séptimo grado: perderán el año de forma automática si obtienen un puntaje de 4/10, pero se establecerá un proceso de refuerzo pedagógico y un acuerdo consensuado con el representante legal que asegura su promoción al siguiente año.
- Desde octavo a bachillerato, los estudiantes podrán rendir un examen supletorio, para aprobar deberán obtener la nota de 7/10 puntos, si es menor, perderán el año.
Recordemos que, desde agosto de 2023, el Ministerio de Educación aplicó el reglamento de la Ley Orgánica de Educación Intercultural mismo que contempla que ya no exista cuatro oportunidades para pasar el año, sino un solo supletorio. Además, la norma detallaba que desde quinto de básica el estudiante que no alcanzó el puntaje repetía el año; esto ya ha sido derogado.
Estos cambios han generado un cierto debate. Por un lado, se indica que la pérdida de año causa afectación socioemocional y genera deserción escolar. Desde otro, se respalda el modelo anterior en el que los niños y niñas de quinto, sexto y séptimo de básica sí repetían el año, pero para evitarlo existía un proceso de evaluación centrado en la adquisición de aprendizajes, desarrollo de destrezas y el trabajo continuo en refuerzo pedagógico, en lugar de enfocarse en la aprobación de uno o varios exámenes.
¿Qué muestran las cifras? Los datos revelan que 25.000 estudiantes de las regiones Costa y Galápagos no aprobaron el año escolar 2023-2024 y a esto se suma, según el Banco Mundial que el 70% de los niños de 10 años en los países de ingresos bajo y mediano no pueden leer y entender un texto sencillo. Dado que la lectura es esencial para aprender, un niño que no sabe leer a los 10 años corre el riesgo de quedar rezagado permanentemente, aunque esté matriculado en la escuela (Banco Mundial, 2024).
Entonces, esto podría indicar que permanecer en la escuela sin aprender también puede generar consecuencias a nivel socioemocional, porque el niño o niña que no tiene éxito académico desarrollará baja autoeficacia (el creer que no puede aprender) baja expectativa y motivación nula, hasta llegar al punto de dejar de intentarlo y sí, todo esto dentro de la escuela. Entonces la reflexión más allá de la pérdida de año escolar para evitar la deserción o el trauma debería ser sobre cuán garantizado es el aprendizaje y qué medios se aplican (metodologías, evaluaciones, programas eficaces) para que los estudiantes alcancen sus metas académicas que no son únicamente puntajes, sino aprendizajes que les permita decidir, reflexionar, aprender del error y más.
Podemos hablar de una crisis del aprendizaje, la respuesta es sí, y lo más grave es que, no se adoptan medidas suficientes para afrontar esta crisis. Las causas son varias, pero, destaco las siguientes: creencias erróneas sobre lo que funciona o no en el proceso de enseñanza - aprendizaje, un infundado optimismo de padres y maestros que a pesar de observar que sus hijos o estudiantes reprueban o no alcanzan los niveles esperados, se muestran contentos con el desempeño del sistema educativo. En pleno apogeo de la ciencia del aprendizaje, todavía se cree que un alumno rezagado puede ponerse al día por sí solo. A esto se suma el gasto reducido e ineficaz (en los primeros seis meses del gobierno actual se invirtió el 0.5% de presupuesto destinado a educación, saque su propia conclusión) y la falta de voluntad política para impulsar cambios.
Entonces ¿se trata solo de aprobar o reprobar un año escolar o de invertir en enfoques eficaces y basados en evidencia? (O)