¡Guerra!! ¡Conflicto armado interno!!... Con estas expresiones el Ecuador ha sincerado la situación de enfrentamiento al narcotráfico y sus rostros terroristas. No hay expresiones ambiguas. Vivimos un combate total complejo y no convencional. De largo aliento y resultados indefinidos. Con un aditamento: gran parte de la población ha dado su visto bueno a las estrategias de mano dura.
La situación -con variantes- se vive en muchos países. Porque el fenómeno es regional y mundial, aunque -por ceguera, por miedo o por cálculos- prevalezcan medidas locales… Varios analistas -sin desvalorar las medidas en camino- han advertido que se están combatiendo síntomas y efectos, y no causas estructurales. Muchas estrategias, además, han mostrado sus límites, como la baja de la producción. Es hora -junto con las medidas en proceso- de tocar las fibras íntimas del problema.
En esta dirección, se han colocado o reaparecido dos medidas atrevidas que merecen reflexionarse con ojo político, sin freno moralista y con alto sentido de responsabilidad y propuesta. Una alude a la disminución de la demanda. Y otra, a la legalización de las drogas.
La primera hace relación con la baja drástica de la demanda, del volumen de consumidores. La medida, coloca gran parte de las responsabilidades del narco negocio en los países consumidores, sociedades del primer mundo sobre todo. Tienen la obligación de hacerse cargo de la parte que les corresponde en la cadena. Menos consumidores hace caer la producción, la oferta y el negocio. Golpe mortal a los traficantes del dolor.
La medida se dice fácil, pero entraña alta complejidad. Seguramente demanda campañas integrales y sostenidas de educación, de información, de seguimiento. Y sistemas de salud vigorosos para enfrentar las adicciones. La medida obliga, además, a generar programas integrales de bienestar de los ciudadanos (empleo, servicios, seguros, etc.). con énfasis en los segmentos jóvenes y marginados. Poblaciones más sanas y realizadas acudirán menos a los consumos nocivos. Golpe letal al narco. Quitar el agua…
PRODUCTOS LEGALES NO GENERAN VIOLENCIA
La segunda medida, la más polémica y con más variantes y detractores, alude a la despenalización de las drogas. Y con ello la supresión del carácter clandestino e ilegal del negocio. El efecto vislumbrado es la caída inmediata de precios, de negocios y negociantes. Perderían su razón de ser las rutas oscuras y las oscuras pandillas dedicadas a la producción y comercialización en las sombras. Las que disparan los precios y adulteran productos.
Se han expresado algunos beneficios. Entre ellos, la reducción del crimen organizado. Y con ello, la baja de los niveles de violencia y de involucramiento de niños y jóvenes. También se menciona el control de calidad y la seguridad en los productos; las falsificaciones encontrarían un tope. Igualmente se señala el desahogo de procesos policiales y judiciales, la generación de ingresos vía impuestos. Finalmente, el respeto a libertad individual en la toma de decisiones. Productos legales no generan dinero sucio ni violencia. Quitar el agua …
Los analistas, advierten también inconvenientes. El principal de ellos es la fragilidad y discrimen de los sistemas de salud. La salud pública se vería afectada por el crecimiento en el acceso a las sustancias prohibidas. Se menciona también los mensajes negativos que pueden propalarse. No se excluyen impactos negativos en la seguridad vial y el mundo del trabajo. Se advierte riesgos más agudos en las comunidades marginadas.
En fin. La propuestas están sobre la mesa. Y como se ha dicho, no excluyen las estrategias que hoy operan. Combatir la producción, el comercio ilícito, la violencia seguirán siendo esenciales. Vale recordar que estamos frente a una cadena de negocios: provisión de materia prima, producción, procesamiento, venta, seguridad, distribución, consumo, lavado….. Actuar en los puntos más sensibles del negocio resulta vital.
Las medidas mencionadas no tienen consenso. Se advierte que no existen hoy condiciones favorables y suficientes, especialmente para la legalización de las drogas. No es asunto solo de voluntad política. El fortalecimiento de sistemas de salud y educación, el acceso a los servicios básicos y una legislación cuidadosa, son parte de los preparativos.
Los atropellamientos y novelerías no tiene cabida en estas estrategias. Pueden ocasionar peores daños. De todas maneras, el debate abierto puede generar alternativas nuevas y factibles. Ignorar los fracasos, mirar a otro lado o prescindir de nuevas propuestas, no aporta. Quitar el agua al pez es una posibilidad. (O)