Cuando nos imaginamos una mujer POWER pensamos en una mujer que tiene todo bajo control. Que ha alcanzado sus metas y que tiene claro lo que quiere y lo que no.
Permítanme contarles que, si así definimos a las mujeres POWER, yo no soy así.
La vida de una mujer que decide alcanzar sus sueños profesionales y familiares es la de una mujer que vive en constante incertidumbre. Sus días están llenos de presión, sacrificios y miedos por no tener suficiente tiempo. Lo cual nos lleva a describir lo que sí es una mujer POWER. Resulta que mujeres POWER hay muchos tipos, vienen en varios empaques, tamaños y personalidades.
Para comenzar, una mujer POWER no necesariamente trabaja en una oficina con traje y tacón. Muchas mujeres POWER están en casa, cumpliendo el trabajo no remunerado más popular del mundo: siendo madres en jornada completa y haciendo sacrificios muy grandes para darles tiempo y cuidado a sus hijos. Mujeres POWER son las que deciden estar en esa posición, y que no permiten que otras personas establezcan si lo mejor para los niños es que se queden en la casa.
Mujeres POWER también son aquellas que deciden no tener hijos. Quienes, a pesar de las presiones de nuestra sociedad, permanecen firmes, antes que conciliar con una decisión que no es suya. Estas mujeres enfrentan mucha presión todos los días, justificando a conocidos y desconocidos su postura y siendo cuestionadas por egoístas y solitarias.
Mujeres POWER, y un extra POWER, para aquellas que son madres solteras. Aquellas que con frecuencia les toca ser padre y madre, que tienen que pensarlo todo tres o más veces, sabiendo que cada decisión personal que tomen repercutirá directamente en el bienestar de sus hijos. Esas madres solteras que en el trabajo deben pretender tenerlo todo bajo control, pero que silenciosamente sienten que no tienen idea cómo van a acabar el día. Esas mujeres merecen todo nuestro respeto.
Mujeres POWER son las que quisieran ser solteras, pero que por razones que nunca podremos entender -porque no las hemos vivido- deciden vivir con su agresor. Que fantasean todos los días con la idea de ser independientes, pero que por el miedo, la dependencia y otros motivos deben aceptar todos los días quedarse en casa con la persona que más temen. Esas mujeres POWER, que muchos juzgan, pelean batallas internas todos los días, con frecuencia priorizando la estabilidad de sus hijos que su misma paz.
Mujeres POWER son también las que han abandonado sus carreras profesionales por darle prioridad a su pareja. Que cuando vieron su sueldo versus el de su pareja (por la brecha de desigualdad salarial) decidieron pausar su vida. Optaron por brindarles una crianza afortunada a sus hijos, con una presencia permanente de madre. Mujeres que todos los días en la cocina de su casa fantasean con salir a trabajar, ponerse ropa más elegante e incómoda, viajar, salir a almuerzos de trabajo y tener una vida propia, su espacio y su independencia, y no vivir a la sombra de un marido proveedor.
Otro tipo de mujer POWER son aquellas que están creciendo en su carrera, están en su momento profesional. Pero por más éxito que tienen no paran de pensar que su reloj bilógico no les va a esperar. Su cuerpo no va a tener paciencia con su desarrollo, y rodeando los 40 años con o sin pareja no dejan de sentir miedo, culpa y temor de tener que elegir su carrera o ser madres algún día.
Y existen esas otras mujeres POWER, en donde yo me identifico. Las mujeres que quieren tenerlo todo. Que quieren los estudios, la carrera, la familia, el amor, las amistades, el tiempo para ejercicio y la vida saludable. Yo soy de esas mujeres que viven en constante frustración. Esas mujeres POWER que no se resignan con decir es sacrificado, sino que sueñan con un mundo en donde sí es posible tenerlo todo. Porque una mujer no debería decidir si tener la paz o la estabilidad financiera; no debería elegir entre tener la carrera o los hijos; no debería elegir si tener la casa perfecta o una vida.
Sueño con un mundo en donde las empresas de todo tipo reconozcan que los horarios pueden ser flexibles, que las mujeres felices son más eficientes, que una cabeza con un hijo enfermo en casa no funciona, y que cuando una mujer se propone algo es la mejor colaboradora con la que cualquier empresa podría soñar. Y que esto no solo se aplique a las mujeres, sino a los hombres, que también necesitan lo mismo. Que, si existe equidad, lo que se busca es que todos podamos aspirar a todo. Porque muchos hombres también quieren tener más tiempo y menos presión de tener que priorizar su trabajo.
La verdadera equidad no es darle acceso a la mujer, ni consideraciones especiales por sus condiciones históricamente vulnerables, sino en crear políticas que ofrezcan empatía a todos los colaboradores, indiferentemente de su género. Que no tengas que dudar porque te dieron o no te dieron el ascenso, que no tengas que dudar verte femenina con una falda en una reunión de hombres, que no tengas que cuestionar tu potencial frente a los hombres, y que no silencien tu voz en reuniones.
Me considero una mujer POWER. Una mujer que no tiene nada bajo control y que quisiera más tiempo del que dispone. Pero sé que no existe mejor momento en la historia del mundo para quererlo todo y para ser feliz intentándolo. (O)