La preocupación latente de educadores en el 2023 es la influencia que tendrá la inteligencia artificial para la enseñanza. Desde la ética, plagio, hasta facilísimo de los estudiantes, este tema ha levantado banderas sobre cambios urgentes para la educación.
Lo curioso es que, como educadores nos preocupa que la inteligencia artificial reemplace el pensamiento humano, cuando, en realidad poco hemos hecho para enseñar pensamiento en primer lugar. Las escuelas siguen en su mayoría, metodologías tradicionales en donde el profesor se pasa enseñando cuando eso no asegura ningún aprendizaje para sus estudiantes. Este método de repetición poco estimula la creatividad, la toma de decisiones, la construcción de criterios o el pensamiento divergente, sin embargo, nos alocamos con la idea de que ahora una computadora lo haga por nosotros.
Esta tecnología funciona desde hace varios años en muchas industrias, tomando decisiones de nuestras compras, viajes, estilos de vida, medicina, entre otros, la diferencia es que ahora está a disponible para todos, y estamos viviendo el potencial uso. Resulta que los seres humanos somos más predecibles de lo que pensamos, con unas pocas interacciones está “inteligencia” es capaz de identificar de manera personal, intereses, nivel de comprensión, preferencias y ofrecernos respuestas que suena casi humanas, tan humanas que incluso tienen mentiras.
Queremos poblaciones pensantes, activas y conscientes de sus derechos, pero en las escuelas enseñamos obediencia, disciplina y repetición. Antes de preocuparnos en demás por la influencia de la inteligencia artificial, mejor definamos cuál es la inteligencia humana que queremos en nuestros estudiantes para que así hagan mejor uso de la inteligencia artificial.
La definición de inteligencia según Oxford es la facultad de la mente que permite aprender, entender, razonar, tomar decisiones y formarse una idea determinada de la realidad. Aplaudimos perfiles de inteligentes que son creativos, innovadores y resilientes, pero en las escuelas usamos exámenes estandarizados para etiquetar, premiar, y convencer a los estudiantes que su capacidad es proporcional a la nota del examen. Howard Gardner dijo “la inteligencia es muy importante como para dejarle a los examinadores de test de inteligencia”(1999). Ningún educador ha tomado el liderazgo de transformar las mediciones de inteligencia, y desafiar modelos existentes y medir el pensamiento crítico o la creatividad. Recordemos que en ninguna entrevista de trabajo un empleador te pregunta “¿Cuál era tu nivel de matemáticas para el 10mo grado?”, sin embargo, sí hacen énfasis en tu capacidad de resolver problemas, trabajar bajo presión y cómo te relacionas con otros.
Si nuestras clases siguen siendo pasivas y memorísticas quizás la inteligencia artificial si debe reemplazar esas aulas. Si la educación no está llena de interacciones y conexión emocional, quizás modelos de educación autodidactas guiados por inteligencia artificial sean los más adecuados. Esta teoría fue presentada en 1999, por Sugata Mitra en India, en donde su proyecto “un hueco en la pared” demostró la increíble capacidad autodidacta de los niños para aprender a través de un computador. Mitra se ha dedicado a presentar argumentos a favor de una educación humana, siempre y cuando nos centremos en esas interacciones emocionales que sumen a la formación humana.
La respuesta a los cambios que la inteligencia artificial puede traer para la educación irónicamente no está en la tecnología, sino en los cambios humanísticos que debemos hacer en las aulas. Paralelamente debemos explorar como estas tecnologías son complementarias y no sustitutivas para el proceso de aprendizaje. Que no nos quite el sueño la inteligencia artificial, sino el no cultivar inteligencia en las escuelas. (O)