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No se trata de ser taurino o antitaurino, tan solo es tener claro el concepto de Libertad como un valor superior y autentico que debe regir la vida de los seres humanos, por ese concepto se han librado guerras, ha muerto mucha gente y sobrevive otro tanto.

10 Abril de 2024 17.06

Hace un tiempo, un torero de profesión y un anti taurino por convicción, se propusieron caminar juntos ochocientos veinte kilómetros por la vía férrea desde Durán-Guayas hasta San Lorenzo-Esmeraldas, el recorrido sería por la ruta ferroviaria que une la Costa y la Sierra ecuatorianas.

El reto no tendría más importancia de la que puede suponer el esfuerzo físico de dos jóvenes aventureros, atravesando poblados rurales, urbanos, ríos y montañas; sin embargo, cobra un significado especial porque implica la convivencia durante algunos días y noches, de personas con pensamientos e inclinaciones absolutamente diferentes y esto es lo verdaderamente trascendente, probar y comprobar si las mentalidades son suficientemente maduras y sólidas para crear nexos, extender manos y arrimar hombros, desde la diversidad y el antagonismo. 

El torero con la mochila repleta de una cultura y tradición secular de muchos pueblos y el anti taurino con la visión de renovación y cambio cargado de post modernismo, los dos con el objetivo de encontrar el significado de la tolerancia, desde el respeto y la aceptación que se tiene hacia opiniones, creencias, sentimientos o ideas de otros, incluso cuando difieren de las propias.

Gran ejercicio de diálogo, óptima manera de gritar al mundo el anhelo de paz y libertad que tenemos los seres humanos, más allá de nuestras formas de verlo y entenderlo, sin acoso, sin insultos, sin prohibiciones, abriendo espacios de entendimiento.

La tolerancia a la diversidad de ideas es un principio inalterable de lo que llamamos civilización, eso no está en discusión, implica además la admisión y aceptación de individuos de todas las razas, religiones, posturas filosóficas y credos políticos y que representan, simple y sencillamente, muestras de esa amplia gama del pensar y sentir humano. Desde luego, esa admisión y aceptación debe sujetarse respetuosamente a la legalidad, ceñirse estrictamente al respeto al derecho ajeno, lo cual en la historia de nuestro país es tristemente infrecuente.

Ni por asomo la pretensión de estas letras tiene por objetivo hacer una defensa a favor de la cultura y tradición de un pueblo que no puede, ni debe olvidar de donde viene, la desmemoria no es una opción para las sociedades que quieren salir del ostracismo, no repetir errores pasados, reflexionar y decidir en el presente para afrontar los retos futuros, precisamente es el planteamiento que todos debemos hacer en un determinado momento de la vida. 

Banalizar actos y actividades que provocan sentimientos y sensaciones especiales, a lo único que nos lleva es a tener sociedades y generaciones hibridas y descafeinadas que, nunca se emocionan, que sufren por lo intrascendente y evaden lo importante. Hoy se abandonan viejos y se adoptan perros para combatir la soledad. Es verdad, que cada quien debe vivir a su manera, equivocarse particularmente, perderse en las dudas propias y encontrar sus particulares andares, pero obligar y prohibir a los demás, de acuerdo con nuestros gustos personales, no debería estar en el guion de la existencia de nadie. La cultura no es lo que el gobernante de turno quiera, la cultura es lo que es. 

Los usos y costumbres de una nación se van consolidando con su ejercicio y el paso del tiempo, no pueden ser soslayados ni borrados por un infame plumazo, inclusive si fuese mayoritario. No se trata de ser taurino o antitaurino, tan solo es tener claro el concepto de Libertad como un valor superior y autentico que debe regir la vida de los seres humanos, por ese concepto se han librado guerras, ha muerto mucha gente y sobrevive otro tanto.  

Al final de la travesía, los dos jóvenes antagonistas, conscientes de que siempre es mejor discutir civilizadamente un problema sin resolverlo, a resolver un problema sin discutirlo, tomaron sus personales opciones de vida, encaminados y enriquecidos se alejaron por sendas distintas.

El antitaurino probablemente replanteando sus argumentos sobre el significado del arte, la cultura y la tradición y el torero pensando en aquella frase celebre de Oscar Wilde: “…todos estamos en la misma alcantarilla, solo que algunos vemos las estrellas…”  (O)

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