Forbes Ecuador
Autos eléctricos
Columnistas
Share

No soy experto en autos ni me gusta la mecánica, pero tenía que cambiar de auto porque el mío ya tenía 20 años. La tecnología, la ecología y la previsión obligan a plantearse la disyuntiva: ¿eléctrico o de combustión?

13 Octubre de 2021 13.48

El auto eléctrico ya rueda por las calles y varios países están poniendo fecha en la tumba del auto de combustión. Un futurólogo famoso decía que era inútil tratar de organizar el tráfico urbano actual porque en cinco años los autos serán eléctricos, podrán circular sin conductor, todos estarán equipados con sensores para evitar colisiones y estarán dirigidos por semáforos inteligentes.

Si el futuro está ya instalándose y seguirá invadiendo las calles, ¿a quién se le puede ocurrir comprar un vehículo de combustión? Inmediatamente tomé la decisión de buscar un auto eléctrico que nos ofrece la esperanza de que el mundo nos dure algo más porque las emisiones perniciosas de la combustión alteran la temperatura del planeta, destruyen la capa de ozono, derriten los glaciares, sube el nivel del mar y amenaza con inundar ciudades. O nos hacemos anfibios o paramos la contaminación. Así que, no se hable más, auto eléctrico.

El auto eléctrico camina lento

Cuando ya estaba persuadido del cambio, se me ocurrió hacer una última consulta y tuve malos resultados. La primera mala noticia fue que cada cinco años se anuncia que tardará otros cinco años la transición del motor térmico al eléctrico. Se achacaba a las baterías y ahora a los cargadores de baterías. Ya hay baterías con autonomía de 500 kilómetros, pero ningún país ha sembrado cargadores en las carreteras para que funcionen. Existen unas 17 empresas fabricantes de autos, ellas no tienen ninguna prisa en alterar su negocio, aunque los gobiernos presionan y ponen plazos para llegar al día en que puedan prohibir la circulación de autos con motores de combustión. 

Las baterías de litio son producidas por China y las empresas no quieren instalar cargadores para que los chinos hagan negocio y quiebren a las empresas occidentales. Esto es lo que dicen los expertos, aunque no se puede creer todo. Los fabricantes de autos saben que el auto con motor de combustión agoniza, pero alargarán cuanto puedan la agonía. Los consumidores no se interesan masivamente en el auto eléctrico porque son caros y no hay cargadores en las carreteras.

Cambiaremos al auto eléctrico, pero no todavía

La producción masiva exige inversiones escandalosas y si aparece una batería mejor que la actual de litio, cualquier producción puede quedar fuera de mercado. Algunos ya descartaron la producción de autos eléctricos porque solo veían pérdidas en su comercialización. La conversión tardará solo cinco años dicen los profetas optimistas y los pesimistas aseguran que tardará hasta 25 años. Tesla, la fábrica de Elon Musk, produce autos eléctricos con baterías de litio que pueden mover el auto 400 kilómetros con una sola carga, pero cuesta unos 200.000 dólares.

Los chinos ya tienen varias marcas de autos eléctricos con precios de 70.000 dólares, pero mejor no calculo cuánto llegarán a costar en Ecuador si sumamos los impuestos. Todavía puede haber una revolución en el mercado si los fabricantes llegan a producir la batería sólida. Al parecer, todos van tras ella como el secreto tecnológico que permitiría inundar el mundo con autos eléctricos.

Quería comprar un auto nuevo para reemplazar al viejito de 20 años, pero ni esperanza de cambiarlo por un Tesla, tampoco por un chino; la única posibilidad era adquirir un auto eléctrico boliviano llamado Quantum que cuesta solo 7.000 dólares. Incluso con los impuestos resultaría muy barato. Pero es un auto muy pequeño que puede recorrer 50 kilómetros por cada carga de batería y moviéndose a 50 kilómetros por hora. Es decir que tendría que cargar la batería durante 10 horas, para una hora de uso del auto. Ni hablar.

Bolivia tiene una de las minas de litio más grandes del mundo. Incluso se difundió la teoría conspirativa de que Elon Musk de Tesla contribuyó al golpe de Estado a Morales para controlar el litio boliviano.

Finalmente, a la vista de las condiciones de precio y las dificultades que iba a pasar con el auto eléctrico, decidí olvidarme de la contaminación, de la posible aparición de la batería sólida y de las teorías conspirativas. Seguiré nomás con el motor de combustión. Del futuro que se ocupen quienes van a vivir en el futuro. (O)

10