Pasaron 11 meses para poder cerrar un tema laboral con mi exempleador. Nunca pensé que iba a estar envuelta en temas legales, pero desde que me convertí en madre algunas cosas se pusieron cuesta arriba.
No vale la pena ahondar en detalles de mi historia, pero quiero recalcar que el acoso, la discriminación y la inestabilidad pasan y con mucha frecuencia. Las leyes en Ecuador tampoco te ayudan, los gastos que debes incurrir, el tiempo de espera, la corrupción... Muchas personas, incluso abogados, me dijeron: 'es mejor llegar a un mal acuerdo que ir a juicio'. Así se maneja la justicia, con arreglos que no marcan precedentes ni garantizan que esto no volverá a pasar, dejando impunes algunos delitos.
Son de esos temas que no te importan hasta que los vives, pero yo quiero que reflexionemos y veamos por qué la maternidad aún nos limita. Parece que nos marcan y nos ponen un sello en la cabeza que dice: “problema asegurado”. No puedo negar que existen empresas que lo están intentando y brindan el apoyo necesario para no perder esa fuerza laboral. ¡Muchas gracias! Gracias por creer en nuestro potencial, en nuestra capacidad y sobre todo por adaptarse a nuevas modalidades de trabajo que nos permiten equilibrar todas las tareas que tenemos en nuestros hombros. Sin embargo, aún en 2024, es cuestionable pensar que podamos tenerlo todo.
El medio inglés The Economist reveló que tener una carrera profesional e hijos, al mismo tiempo, está fuera del alcance de muchas mujeres. Esta investigación muestra que el 95 % de hombres, entre 25 y 54 años, cuenta con un empleo a escala mundial. La cifra para mujeres solo llega al 52 % y es poco alentadora. Para cerrar esta brecha económica de género se necesitan otros 170 años, de acuerdo con el World Economic Forum.
Existen varios factores para explicar este fenómeno, el desigual acceso a la educación y la discriminación laboral juegan un papel fundamental. No obstante, la situación es diferente entre países ricos y aquellos en vías de desarrollo, como el nuestro. En los primeros, el 80 % de esta diferencia en la participación laboral se debe a que las mujeres dejan sus trabajos, temporal o permanentemente, después de dar a luz a su primer hijo. En países pobres, la maternidad explica solo el 10 % de esta brecha porque las mujeres dejan la fuerza laboral después de casarse.
Aquí aparecen las “child penalties”, que son los efectos de la paternidad en las mujeres en relación con los hombres. Se puede ver que hombres y mujeres siguen tendencias paralelas antes de la paternidad, pero divergen marcada y persistentemente después de su primer hijo. A nivel continental, América Latina tiene las mayores sanciones infantiles del mundo. Es un proceso gradual y depende mucho de dónde vives porque las sanciones infantiles pueden representar una fracción minúscula de la desigualdad de género. Pero, a medida que las economías se desarrollan, las sanciones por hijos se posicionan como el factor dominante de la desigualdad de género en el mercado laboral. Esto pasa porque las políticas gubernamentales, la estructura del mercado laboral y las normas sociales configuran una convergencia desigual entre hombres y mujeres.
The Economist también señaló que estas penalidades por la maternidad se agravan en grandes ciudades y metrópolis, en comparación con las zonas rurales. En Ecuador la situación podría variar, ya que nuestras zonas rurales no son iguales a las de países ricos. Independientemente de la geografía, el cuidado de los hijos no debería costar nuestro futuro profesional.
Por su parte, The London School of Economics (LSE) y la Universidad de Princeton midieron, en 134 países, el efecto que tiene la decisión de millones de mujeres de dejar su trabajo formal después de ser madre por primera vez. En esta investigación, compararon a madres y padres, con personas sin hijos, con educación y estado civil similares. ¿En conclusión? La participación de las madres en el mercado laboral cae después del parto de su primer hijo, en casi todos los países del estudio.
¿Por qué? La responsabilidad de cuidar a un bebé, que sin duda es un trabajo a tiempo completo, recae desproporcionadamente en las mujeres. Ahora contamos con datos que sustentan nuestras vivencias. Hay más instituciones que se preocupan por esto y tratan de dar visibilidad a una problemática gigante, que afecta de manera económica y social a nuestros países.
Estas “penalidades” también disminuyen la probabilidad de que una mujer esté empleada durante los 10 años posteriores al nacimiento de su primer hijo. En promedio, el 24 % de las mujeres abandona el mercado laboral durante el primer año. Cinco años después, el 17 % sigue ausente y una década más tarde el número llega al 15 %. ¡Una fuerza laboral perdida!
En los países de ingresos medios, las mujeres tienen más probabilidades de trabajar después de casarse, pero muchas renuncian permanentemente después de convertirse en madres. En América Latina, el 38 % de las mujeres trabajadoras abandonan la fuerza laboral después de tener un hijo; y el 37 % sigue fuera de la fuerza laboral una década después. Como resultado, la brecha general de empleo en estos países es similar a la de economías con bajos ingresos.
Si nos cuestionamos por estas cifras, la Organización Internacional del Trabajo estimó que hace seis años, 606 millones de mujeres en edad de trabajar no podían considerar un empleo por cumplir con deberes de cuidado familiar, frente a 41 millones de hombres. Así que este problema es una tarea pendiente que tienen muchos gobiernos y debería estar en el centro de su accionar. Me pasó a mí y puede pasarle a cualquier mujer que tenga la misma disyuntiva. Aquí nadie se está inventando nada porque ya tenemos cifras que lo sustentan. (O)