Polarización afectiva, una batalla ideológica creciente en el entorno laboral, político y cultural
"Adolescencia" no es solo un llamado de atención para los padres de familia. Esta miniserie da apertura a una conversación aún mayor sobre aquellos peligros detrás de un computador para familias, sociedades y países.

La miniserie de Netflix "Adolescencia", abrió el debate sobre ideologías basadas en teorías conspirativas que captan miles de adeptos en el entorno digital, una realidad que pasa desapercibida por la gran mayoría pero que crea subculturas capaces de fomentar la intolerancia, prejuicio y la violencia hacia ciertas razas, géneros, credos, profesiones, nacionalidades y hasta partidos políticos. Particularmente, en "Adolescencia", se relata la vida de un niño de 13 años que ejecuta el más grave crimen de odio como lo es el asesinato de su compañera de clase, motivado por la "ideología incel" (célibe involuntario) que culpa a las mujeres por su decisión de no acceder a tener relaciones a voluntad de los hombres, supuestamente forzándolos a vivir en una abstinencia sexual no deseada. Con 70 millones de reproducciones en los primeros 10 días de su estreno, "Adolescencia" logra alertar a los padres de familia sobre la crisis de la falta de: vigilancia de consumo en línea, alfabetización digital, políticas de uso de redes sociales, entre otras cosas.

Y es que, aunque las principales víctimas de las batallas ideológicas en línea son los adolescentes, los mismos adultos también pueden desarrollar opiniones sesgadas producto de las "subculturas digitales". A partir de los algoritmos, la inteligencia artificial (IA) es capaz de determinar la información que se presenta masivamente al consultor o usuario en línea sobre un determinado tema, afectando la interpretación que tiene del mundo e incluso toda su comprensión sobre una generación y los acontecimientos que le rodean. De allí que el entorno digital presenta una gran problemática: la estrategia de distribución "filtros burbuja", definida así por el activista Eli Praiser, sugiere que existen algoritmos de distribución en los motores de búsqueda, redes sociales y sistemas de búsqueda con IA, que crean filtros que impiden que toda la información existente en la web llegue a los usuarios para que sólo se muestren ciertos resultados catalogados como "de mayor relevancia" en dicha búsqueda.  

Este tipo de filtro termina perjudicando significativamente al desarrollo del pensamiento crítico de las personas en todos los ámbitos, entre ellos el laboral, político y cultural, ya que las batallas ideológicas se encontrarían significativamente sesgadas ante la falta de información variada que consumen los interpelantes en su día a día; convirtiendo en casi intolerable a aquella opinión que es incompatible con nuestras preferencias digitales. Por ende, nuestra realidad y consumo digital requieren que, como usuarios, nos acostumbremos a realizar búsquedas e indagaciones continuas, de mayor duración y desde distintas perspectivas y fuentes, aunque se trate de un solo tema. La investigación como hábito de navegación, nos ayudará a romper con las "burbujas" que nos impiden obtener contenido diverso y más objetivo. 

Así, la polarización se convierte en una de las principales amenazas para la sociedad, siendo la "polarización afectiva" una de sus expresiones más contraproducentes. En la polarización afectiva, la racionalidad y las evidencias pasan a un segundo plano para, en su lugar, dar prioridad a la apelación y apego de tipo emocional, posiblemente basado en teorías conspirativas que desconocen de hechos ni razones. Es decir que, al debatir, el contrincante con polarización afectiva se caracteriza por ser una persona particularmente conflictiva que carece de inteligencia emocional y consecuentemente posee un pobre dominio de sus emociones, falta de asertividad, y problemas en sus relaciones interpersonales. 

Ante las amenazas de los "filtros burbuja", la investigadora Lydia Khalil, especialista en desafíos transnacionales de Lowy Institute, hace un llamado de atención hacia los gigantes tecnológicos en sus escasos esfuerzos por adoptar normativas de "democracia deliberativa" para que se asegure la legitimidad y la equidad en la gobernanza de internet y las redes sociales. El motivo es que el entorno digital corresponde a un espacio público que requiere de un enfoque más democrático para su adecuada gobernabilidad. Tal es la amenaza en la regulación de la información que consumimos, que analistas han llegado a asegurar que probablemente estemos mucho más cerca de lo que creemos de la teoría del "internet muerto o vacío", que sugiere que, ante el creciente desarrollo de la IA y multiplicación de los robots en línea de interacción automatizada, en todos los espacios del internet podrían llegar a existir más robots (bots) que personas. Inclusive, las conversaciones, tendencias e interacciones en línea en general, podrían ser producto de un diálogo entre máquinas y no entre humanos, diálogos orquestados que terminan influyendo peligrosamente en la opinión del usuario real de la web que lo consume.

Por su parte, el Instituto para Estudios del Futuro de Copenhague, pronostica que para el 2030, el 99% de todo el contenido que existiría en línea, podría llegar a ser generado por la IA. De igual manera, el Instituto de Tecnología de Massachusetts MIT de Boston, advierte que a medida que se reduzca el contenido escrito por humanos, disminuirá la calidad producida por los robots, creando un fenómeno adicional en donde no solo robots dialogan con robots, sino que además los humanos comenzarían a imitar el estilo y pensar de los bots. Este se convierte en un escenario sombrío e inquietante pues la humanidad enfrentaría aún más desafíos producto de la desvirtuación del principal medio de comunicación y de contacto actual de la sociedad, donde existe oportunidad de una gran proliferación de información tanto verdadera como falsa.

De esta manera, un debate político, empresarial y cultural, enriquecido con opiniones diversas, se vería truncado y debilitado ante filtros digitales que condicionan un consumo de contenido limitado. Hoy en día, existen creadores de contenido capaces de construir campañas con una sólida operación digital para lograr persuasiones en línea que llegan a millones de personas en cuestión de segundos, sin ni siquiera verificar que la información que comparten es confiable o incapaz de incitar al odio. Y es este desmesurado nivel de influencia capaz de generar palpables afectaciones no solo en la salud mental sino incluso en la democracia de los países cuando sus internautas cuentan con carencias importantes en su pensamiento crítico, trabajo en equipo, liderazgo y habilidades de verificación de la información.

"Adolescencia" no es solo un llamado de atención para los padres de familia. Esta miniserie da apertura a una conversación aún mayor sobre aquellos peligros detrás de un computador para familias, sociedades y países. Sus efectos no solo son capaces de retraer a un solo adolescente, sino también de alimentar subculturas de adultos violentos que desconfían de la ciencia y los hechos, para tomar fuerza en el ataque hacia falsos grupos enemigos que, al tomar fuerza, terminan polarizando a la sociedad. Así como el Gobierno británico ha pedido que "Adolescencia" se muestre en todas las escuelas secundarias para contra atacar la conformación de subculturas misóginas, empresas pioneras conscientes en aceptar esta nueva normalidad con tendencia a la polarización, también realizan esfuerzos para crear sistemas éticos y políticas que abarcan desde la contratación de personal amable y cortés, hasta el fomento de la interacción y el diálogo civilizado entre empleados con diferentes convicciones. (O)