Creo que todos hemos escuchado a alguien que se está preparando para una entrevista de trabajo y menciona a la perfección como una de sus debilidades. Con un sentimiento interno que espera que lo interpreten como algo positivo y una fortaleza.
¿Por qué pasa esto? ¿Y cuál es la línea en que el hacer las cosas con rigor y organización se lleva al extremo de una perfección que causa duda, estrés y malestar?
Nos han hecho pensar que la perfección es la medida del éxito a la cual debemos apuntar, sin embargo, en la misma palabra se esconde la realidad: es imposible llegar a cumplir con ese anhelo.
No fue hasta que un profesor me dijo: Gaby, “hecho es mejor que perfecto” que pude entender que la perfección enmascara algo que nadie quiere que salga a la luz: las inseguridades que cubrimos, nuestros errores, nuestro miedo a fallar.
Aplazamos la entrega de proyectos porque “no está listo y no está como quiero que esté”.
Dejamos de lanzar nuestro negocio porque “le faltan ajustes y detalles”.
No nos atrevemos a hablar sobre la visión que tenemos porque “si no sucede, qué va a decir la gente de mí”.
A mi parecer, el perfeccionismo es una de las máscaras más comunes que llevamos a nuestras oficinas, a nuestros trabajos, a nuestros emprendimientos, dejando de lado nuestra humanidad y la oportunidad de evolución y cambio - que sucede cuando aceptamos que nos equivocamos y que podemos hacer las cosas diferentes.
¿Cómo reconocer si la perfección es igual a perdición?
Según la teoría de Inteligencia Positiva, te sientes irritable, tenso y eres altamente crítico contigo mismo y con los demás. Tienes una fuerte necesidad de autocontrol. Trabajas horas extras para compensar el descuido y la pereza del resto. Sientes frustración y decepción constantes contigo mismo y con los demás por no estar a la altura de los estándares ideales.
¿Cómo transformar la perfección en una característica que te inspire a ser mejor y sentirte bien?
Empieza a celebrar tus logros, todos los días. Pregúntate si lo que hiciste fue lo suficientemente bueno por hoy. Reconoce cuando llegue la voz de tu perfeccionista, dale un nombre y así podrás bajarle el volumen a lo que te dice.
Existe una creencia de que la perfección motiva a las personas, cuando en realidad es la causante de mucho dolor, irritación e ira. La próxima vez que el bichito de la perfección te visite, cuestiona si realmente es una bendición y está aportando a tu vida, o es la perdición: te estás perdiendo de atreverte a más, de arriesgarte, de compartir tu mensaje y de sentirte satisfecho con lo que estás logrando. (O)