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Un día somos clientes, pero al otro somos proveedores y la contracción de pagos es una bomba de tiempo que amenaza a todos. La salida es operar en función del día a día y permitir que el flujo monetario reactive en algo el mercado.

30 Diciembre de 2024 10.40

En tiempos de 'reinventarse' asumirán ustedes que lo correcto es ser creativos y 'pensar fuera de la caja'. Pues yo los invito a ir en sentido contrario. Estamos en un momento de grave crisis económica y por ello es necesario, empresarialmente hablando, pensar dentro de la caja. O, mejor dicho, pensar en la importancia de la caja. Sí, me refiero a esa figura financiera que, tanto para la empresa privada como para la pública, representa la bolsa de liquidez inmediata que se tiene a mano para cubrir las necesidades urgentes del momento.

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Vivimos un escenario caótico y paradójico: estamos llegando a diciembre, se realiza el pago del décimo tercer sueldo, el cierre fiscal de 2024 y la rendición de cuentas tributarias para todos. En este contexto, miles de empresas han facturado por sus bienes y servicios durante todo el año; es más, gran cantidad de ellas están reportando interesantes utilidades. Pero, ¿qué es lo contradictorio? Que muy pocas han cobrado por ello. 

Hay poca liquidez y todos hemos venido operando bajo esta modalidad: se ha trabajado durante todo este año fiscal, pero los cobros reportados por las facturas ya emitidas se reciben después de varios meses y, mientras tanto, hay que pagar sueldos, cuotas de préstamos y créditos, y los costos asociados a mantener operativas las empresas.

A ello hay que agregar el próximo pago anual de Impuesto a la Renta por esas utilidades mencionadas, que solo se han reportado en el papel de la tramitología, pero que no han retornado en forma de papel moneda. Es decir, muchas empresas tendrán que pagar impuestos al Estado, sin haber recibido el pago justo originado por su trabajo, debido a que sus clientes, entre los que también está ese mismo Estado, piden tiempo para hacerlo. 

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¿Qué hacer frente a esto? Aunque suene extraño, asumir una actitud conservadora y retener recursos pensando únicamente en el interés de cada empresa de alimentar sus cajas de flujo y postergar pagos por servicios o bienes recibidos, es una fórmula peligrosa que pone en riesgo todo el ecosistema empresarial. 

Un día somos clientes, pero al otro somos proveedores y la contracción de pagos es una bomba de tiempo que amenaza a todos. La salida es operar en función del día a día y permitir que el flujo monetario reactive en algo el mercado. 

Procurar que la liquidez dinamice la economía incluye, obviamente, al Estado como el más grande pagador de proveedores del país, que debe desembolsar los recursos destinados para ello y no abandonar la situación a su suerte.  (O)

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