El bicentenario de la batalla de Pichincha, que confirmó la independencia de nuestros territorios y dio origen a lo que pocos años después sería la República del Ecuador, no ha tenido la relevancia que merecía una fecha memorable. Tan solo se puede rescatar en este aniversario que ha pasado casi desapercibido, la aparición de dos obras literarias sobresalientes: '1822, la novela de la independencia' de Íñigo Salvador; y, 'Bicentenario de Pichincha, Reflexiones sobre la República', una compilación de catorce ensayos con distintos puntos de vista sobre el surgimiento de esta patria nuestra que se acerca a los doscientos años de existencia como nación.
'Bicentenario de Pichincha, Reflexiones sobre la República', publicada por ediciones Racimo de la Universidad de las Américas, cuenta con la edición general de Fabián Corral Burbano de Lara, con prólogo de Diego Pérez Ordóñez, y los ensayos de escritores, historiadores, economistas, lingüistas, abogados, periodistas que comparten distintas visiones sobre este período de emancipación y gestación del Ecuador republicano.
Dice Fabián Corral en el prefacio de la obra: Este libro debería servir, más que a los historiadores, a los hombres y las mujeres que hacen todos los días el Ecuador, a los que se duelen de su suerte y sienten de verdad lo que podemos llamar la patria, como su casa y como la casa de los abuelos, de los padres y los hijos..
'Bicentenario de Pichincha, Reflexiones sobre la República', es una obra sólida, amena, exquisita, que enriquece el estudio y análisis de la gesta independentista de Quito alcanzada con la unión de tropas y soldados de distintas latitudes del territorio americano: guayaquileños, colombianos, peruanos, chilenos, argentinos, venezolanos, entre otros.
Pablo Corral, abogado y fotógrafo, escribe un ensayo titulado 'Los Andes de mi espanto, los Andes de mi corazón', desde el punto de vista de la atmósfera de aquellos días en el territorio americano, con énfasis especial en el ejercicio del poder. Roberto Aspiazu, periodista e historiador, aborda los acontecimientos liberadores en un interesante y bien documentado texto titulado ´Guayaquil en Pichincha', que relaciona la participación e influencia de la independencia de Guayaquil en la batalla final de Pichincha en 1822. Susana Cordero, doctora en ciencias de la educación, lingüista, explora en su ensayo 'Manuela Sáenz, La Libertadora' sobre la figura de este personaje singular, admirable, que acompañó el proceso independentista y fue un apoyo fundamental, incondicional para Simón Bolívar en los últimos años de campañas. También Fernando Larenas, periodista, escribe sobre Manuela Sáenz en un texto titulado 'Muerto el libertador, Manuela Sáenz siguió sola su lucha permanentemente', atravesando la vida de la valiente quiteña desde su infancia hasta sus días finales en el exilio de Paita.
José Antonio Lanusse, abogado por la Universidad de Buenos Aires, presenta un ensayo titulado 'San Martín, su plan continental y la Independencia del Ecuador', engarzando esa historia algo nebulosa que habría de confluir entre los dos grandes libertadores, Simón Bolívar y José de San Martín (que con su ejército continental contribuye a la independencia de Quito y dominio del Pacífico) en su famoso encuentro de Guayaquil en julio de 1822. Alexandra Sevilla, docente e historiadora, presenta una visión renovada sobre el proceso independentista en su magnífico texto 'Revolución y Contrarrevolución'. Carlos Freire, por su parte, explora en las profundidades de la visión de los ecuatorianos sobre nosotros mismos en estos 200 años de independencia. Su ensayo 'De la autoestima al autodesprecio', penetra en el tortuoso camino del mea culpa en las distintas etapas de nuestra historia nacional.
Fabián Corral, abogado, tituló a su trabajo 'La Constitución Quiteña de 1812', para adentrarse en el análisis y reflexiones sobre este documento que, a decir del autor, fue la expresión de una tendencia filosófica y política que marcaba el mundo de aquellos días: la ilustración. Simón Pachano, politólogo, docente, ahonda en su ensayo 'El esquivo contrato social ecuatoriano', el vínculo entre el comportamiento de la política nacional a lo largo de la historia a partir de su fase inicial en los años anteriores a la constitución del país como Estado independiente. Vicente Albornoz, reconocido economista, escribe su ensayo desde ese punto de vista práctico y ameno en un texto al que titula 'La economía y la independencia del Ecuador', en el que describe las curiosas particularidades de aquella época en esta materia, que se repiten en los tiempos actuales, doscientos años más tarde, en épocas también convulsionadas y con hondas divisiones sociales. Andrés Mejía, profesor de Economía Política en el Departamento de Desarrollo Internacional del King´s College de Londres, entrega a los lectores un texto revelador sobre la participación y el papel desempeñado por Gran Bretaña en las guerras de independencia, bajo el título 'El imperio formal'.
Francisco Proaño, diplomático, escritor, analiza el proceso de independencia desde el punto de vista literario en su ensayo 'La gesta independentista en la literatura ecuatoriana de la República'. Benjamín Ortiz, escritor y periodista, por su parte, enfoca su ensayo desde la comunicación social en la época de liberación bajo el título 'Hitos y reflexiones sobre la comunicación social en Ecuador'. También Irving Zapater, abogado, profundiza en la participación e injerencia de la prensa en el fenómeno independentista con un trabajo titulado 'Prensa y periodismo en los días de la República'.
Jorge Luis Borges sentenció alguna vez que nadie es patria, todos lo somos, y el poeta y prócer cubano José Martí, la describió así: La patria es dicha, dolor y cielo de todos y no feudo ni capellanía de nadie.
Esta obra completísima, con visiones diversas y a la vez complementarias del punto de partida del país, se convierte en un hito no solo del estudio y análisis de los procesos de liberación de nuestros territorios, sino de algo mucho más trascendente: la supervivencia del Ecuador como una nación independiente, libre, única, plural, laica e indivisible, la unidad del pueblo que se debe a su patria, algo que quizás hemos postergado durante doscientos años, como dice Diego Pérez en su prólogo bajo esta premisa esencial: Desde 1830, me temo, sigue pendiente la definición y construcción del Estado como proyecto común, reflejado en una constitución estable y de largo alcance, un Estado en el que quepamos todos, sin perjuicio de ideologías y creencias.. (O)