El domingo 9 los moradores del paisito nos acercamos a votar. Llegamos con expectativas, dudas, impaciencias, decepciones... Con el ojo puesto en la presidenciales y un reducido interés sobre los asambleístas que han hecho gala de oportunismo e impericia.
Los resultados obtenidos ratifican que la competencia se circunscribió a dos opciones: Noboa (44.26%) y Luisa (43.86%). La segunda vuelta, con esta diferencia mínima, se tornó inevitable. Las ilusiones sobre "una sola vuelta", proclamadas por ambas candidaturas, no pasó de la propaganda. No tenía sustento, aunque sí magia movilizadora.
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Dos polos ganadores nítidos, sin sombras. Los comentarios hoy se desbordan. Muchos coinciden en que a Noboa le pasaron factura los nudos de su gestión: violencia en las calles, apagones, niños asesinados, desempleo, vice desplazada, fidelidad con el peligroso Trump.
En el caso de Luisa se menciona la falta de discurso propio, la sombra de Correa y Glas, la comunicación plana, el fantasma de Maduro y las volteretas alrededor de la impunidad. Ninguno llegó al olimpo, pero ambos son ganadores. Quedan intactos para una segunda vuelta que se vislumbra feroz. Ambos con argumentos, recursos, experiencia. Ambos indetenibles, atropelladores.
Algunos elementos son dignos de mención, aunque faltan datos desagregados. Uno es el ausentismo (17%) que se mantiene dentro de los márgenes históricos. Otro es la distribución espacial del voto. Noboa se consolida en gran parte de la sierra y el oriente; Luisa sobre todo en la costa. Un tercero, es la irrelevancia de los vicepresidenciables: en el caso Noboa, una vice invisible que no suma; en Luisa, un vice bailarín que más bien resta. Y un cuarto punto, el fracaso de las encuestadoras; sin comentarios.
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Los dos ganadores representan más del 88% de los votos. Ello derrumba el mito de que a más candidatos, mayor fragmentación de preferencias. 12 candidatos se enterraron políticamente con menos del 1%. Vergonzaso. Pronto serán olvidados. Saquicela, Gómez, Cueva, Araús, Tillería, Tabachi, Rabascal, Granja, Cucalón, Jairala, Escala, Kronfle, reventaron. Sin importar su color, recursos, experiencia y oratoria. No representan a nadie; el oportunismo y el ego han sido sus insignias. Al final no le hacen bien a la democracia. Y se gastan un buen billete, propio y ajeno.
Dos candidatos se desprendieron de los colistas y se posicionan con algún futuro. Leonidas Iza (5%), que parece haber alcanzado su techo, pero se convierte en la alianza apetecida de los correístas que ya le guiñaron el ojo. Y Andrea González que despegó en el debate (frescura, carisma, discurso) pero se desinfló mostrando que el partido que la anidó, Sociedad Patriótica, no da la talla, no tiene estructura.
El tema de los observadores es neurálgico. Un ejército de 1.600 "expertos" circulan como fantasmas privilegiados. Es hora de exigirles que den la cara. Y recordarles que su responsabilidad es con la ciudadanía, no con 4 autoridades. Deben informar las novedades, contar el seguimiento de sugerencias y sobre todo, puntualizar las recomendaciones que dejan y cómo las van a seguir. El CNE, por su parte, debe detallar cuánto cuestan estos procesos, qué organizaciones reciben subsidio estatal. No es justo que la observación externa se reduzca a un rito vacío.
El tema de los asambleístas, cada vez más numerosos, amerita un tratamiento aparte, una vez que se disponga de datos completos. En todo caso, todo apunta al fin del bloque único que ha predominado. Contaremos con dos bloques grandes y varios pequeños, que tratarán de ser cooptados. Respecto a los parlamentarios andinos, es tiempo de demandar una evaluación. Su perfil es brumoso, sus ejecutorias desconocidas.
Primera vuelta: pintura de un país partido el espinazo, quebrado en dos, fisurado espacial y políticamente. Polarización extrema, dos países superpuestos y en disputa irreconciliable. No parece ser un resultado edificante en términos de país. La sombra de una disputa correístas y anti-correístas se reedita, con actores remozados. Algunos temas de esa controversia, sigue vigentes: corrupción, estatismo, dolarización... Y se añade al menos uno esencial: penetración del narco.
Primera vuelta: un respiro para encontrar esperanzas aunque sea bajo las piedras. Hoy la dispersión ya no es pretexto: es el uno o es el otro. Se ha cumplido una especie de primarias o de segunda vuelta adelantada, y viene el plato fuerte. Se vislumbran campañas centradas más en descalificaciones y zancadillas que en soluciones. Ahora más que nunca, el país de los 4 años siguientes nos demanda pensamiento sereno y acción responsable. El lapso entre vuelta y vuelta es una buena oportunidad para pensar bien en la apuesta final. (O)