Nuestras glorias son deportivas
Para los triunfos si todos festejamos, nos ilusionamos y nos recargamos de esperanza para afrontar nuestros propios problemas. Pero cuando esos medallistas olímpicos nos buscaron de una u otra manera ¿qué hicimos realmente?

Las mejores glorias de nuestro país han sido deportivas y no precisamente del fútbol. Los Juegos Olímpicos de París 2024 nos lo confirman siendo ésta nuestra mejor actuación con 5 medallas y 6 diplomas. Coincidencialmente nuestra primera participación fue en el mismo París en 1924.

Si bien es cierto que el fútbol es el deporte con mayor audiencia a nivel mundial y es un deporte que logra paralizarnos como país; con él lo más lejos que hemos llegado es octavos de final en Alemania 2006. De hecho, solo hemos clasificado a 4 mundiales frente a 14 participaciones en Juegos Olímpicos.

Tenemos en total 4 medallas de oro gracias a Jefferson Pérez, Richard Carapaz, Neisi Dajomes y Daniel Pintado, 4 medallas de plata de Jefferson Pérez, Tamara Salazar, Daniel Pintado y Glenda Morejón, y Lucía Yepez; y por último, 2 de bronce gracias Angie Palacios y Neisi Dajomes. Lamentablemente en el fútbol no nos hemos subido a ningún podio como país. Sin embargo, este es el deporte que más apoyo recibe para sus deportistas. 

Recuerdo que muchos estaban molestos cuando Richard Carapaz al ganar la medalla de oro en Tokio 2020 dijo que era un triunfo de él. Pocos realmente entendimos lo que significaban esas palabras. No eran por falta de patriotismo, por el contrario eran una alerta para que el resto de atletas lograsen conseguir mayor apoyo. 

Aquellos que logran clasificarse a los Juegos Olímpicos lo hacen gracias a sus esfuerzos y el de sus familias. Son ellos los que se sacrifican para que el dinero del hogar pueda cubrir los entrenamientos, la alimentación, la poca o nula indumentaria con la que participan. El caso de Glenda Morejón hoy por suerte es un recuerdo; pero ella ganó con unos zapatos rotos. Deben haber miles de Glendas que no logran atraer auspiciantes y se quedan resignadas a buscar otros rumbos. 

Esta vez en París, las historias de Daniel Pintado y Lucía Yepez también nos estremecen. Su mayor deseo es contar con una casa propia para sus familias. Esa es la gratitud de nuestra gente que reconoce que pese a sus críticas situaciones su familia estuvo ahí para que no se den por vencidos. El triunfo es de ellos y no de todo un país. Las alegrías las vivimos todos, pero los esfuerzos lo hicieron ellos solos. 

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Como país nos falta mucho, pero como sociedad aún más. Si esa niña que vendía lápices en Mocache hubiera tenido el apoyo de la empresa privada, su camino hacia la medalla de plata hubiera sido más ameno. No digo fácil porque trabajar por un sueño no es una tarea fácil en ningún caso; pero sí más llevadero. 

Sé que está en nuestras manos hacer algo y cambiar las próximas historias de nuestros atletas. En Ecuador tenemos muchas empresas y son poquísimas las que apoyan el deporte y el arte. No es solo falta de liquidez, es falta de visión y empatía. Hay muchas formas de apoyar.  Si el vecindario de nuestros deportistas se replicará a nivel nacional podríamos contar al menos con el apoyo moral de todo un país. 

Gracias a las redes sociales podemos conocer más de los deportes en los que nos representan nuestros deportistas, de sus inicios y su camino hasta la clasificación a París. No obstante, que tanto nos educamos para aprender sobre las reglas de deportes menos frecuentes como la lucha o la halterofilia. Ojalá los periodistas se tomaran su trabajo en serio y aprendieran sobre estas disciplinas para que nos puedan educar mientras transmiten. Este es el primer paso para que abramos los ojos a otros deportes y no sólo el fútbol. 

Como país siempre tendremos brechas ya que nuestras necesidades son enormes y nuestros recursos limitados. Pero qué tanta conciencia social tenemos como empresarios y como ciudadanos para colaborar con estos sueños que nos traen alegrías a todos. Para los triunfos si todos festejamos, nos ilusionamos y nos recargamos de esperanza para afrontar nuestros propios problemas. Pero cuando esos medallistas olímpicos nos buscaron de una u otra manera ¿qué hicimos realmente? (O)