¿Nos mueve el amor a la naturaleza?
Es momento de regresar a ver y retomar ese sentimiento de amor por la madre naturaleza tan necesitada hoy en día de atención; una atención verdadera, que va más allá del discurso, las cámaras y el evento. Una atención que se convierte en el compromiso que debemos asumir todos para conservar ese amor y respeto por la Pachamama.

En este, el mes del día del amor y la amistad, me parece pertinente reflexionar sobre si nuestro amor por la naturaleza y todo lo que nos rodea es verdadero, es una ilusión o si, definitivamente, somos indiferentes.

Al recordar mi infancia pienso en la suerte que tuve al crecer en medio de la naturaleza, de animales pastando por las calles de piedra, de productos recién cultivados y de vivir una vida de campo que provocó en mí, sin imaginarlo o esperarlo, un amor y respeto por el ambiente y todo lo que lo compone. Pero, tras la niñez y con el paso del tiempo -como seguro les sucedió a muchos de ustedes- ese sentimiento se fue perdiendo, volviéndose invisible. Ahora en medio de ruido de lo cotidiano, del estrés y del trabajo es difícil pensar o recordar ese amor y terminamos desenfocándonos de las cosas importantes de la vida.

En mi caso, ya en mi edad adulta me involucré profesionalmente en el desarrollo de soluciones ambientales, desaprendí la pasividad de mi relación con el entorno para volver a enamorarme poco a poco de nuestro ambiente. Hoy, estoy convencido de la necesidad que tenemos todos los seres humanos de amar a nuestra gran casa o, dicho de otra forma, de amar a la madre naturaleza y todas sus manifestaciones.

Te puede gustar: Testamento ambiental

Te has sentado a pensar ¿qué relación tienes con la naturaleza?, ¿qué haces para cuidar esa relación que alguna vez tuviste?, ¿qué estamos haciendo para cambiar esta realidad? Seguramente, tu respuesta es poco alentadora.

Desde mi opinión, me atrevo a decir que como sociedad estamos haciendo poco para cambiar esa ya complicada situación ambiental que vivimos. Sin duda, en el mundo existen otras grandes problemáticas que resolver: la desnutrición infantil, la inseguridad, la falta de oportunidades, entre otras que, si bien son importantes, no justifican que pongamos nuestra relación y nuestras acciones enfocadas al cuidado del ambiente en un segundo plano. Ahora más que nunca es prioritario mejorar nuestra relación con el planeta ya que es el único que tenemos y es el espacio en el que el resto de los problemas se resolverán.

Como se lo ha demostrado a lo largo de la historia, los cambios reales se impulsan y se concretan desde la sociedad, desde nosotros ya que somos los llamados a generar la transformación positiva que el ambiente necesita. En ese contexto, el rol de las empresas es fundamental, para garantizar el cumplimiento de las normativas ambientales que evitan la contaminación, promueven el adecuado manejo de los residuos y permiten el desarrollo de políticas internas, impulsando una cultura ambiental con herramientas que ayudan a los colaboradores a participar activamente de un mecanismo cambio es esencial; un cambio que puede replicarse fácilmente en sus familias y amistades.

No te pierdas este artículo: ¿Cómo ganarle la batalla al cambio climático?

¿Qué pueden hacer las empresas?

Abordar esta problemática y fomentar el amor y el respeto por la naturaleza. Eso implica hacerse cargo de temas productivos como impulsar el rediseño de productos evitando la generación innecesaria de residuos o desechos; tener políticas claras de compras a sus proveedores que garanticen a la empresa el cumplimiento legal y otros aspectos de sostenibilidad como producción más limpia, cero residuos, economía circular e innovación ambiental. Además, promover el conocimiento adecuado para la clasificación y manejo de residuos, facilitar espacios internos donde las personas puedan depositar sus desechos y motivar a su público interno y externo a participar en jornadas de reciclaje, reforestación y capacitaciones ambientales, entre otras acciones.

Existen muchos otros caminos por los que los empresarios y sus compañías pueden transitar para trabajar a favor del ambiente. Es momento de regresar a ver y retomar ese sentimiento de amor por la madre naturaleza tan necesitada hoy en día de atención; una atención verdadera, que va más allá del discurso, las cámaras y el evento. Una atención que se convierte en el compromiso que debemos asumir todos para conservar ese amor y respeto por la Pachamama.

Es tiempo de enamorarnos nuevamente, de recordar nuestra niñez y lo felices que éramos caminando por la montaña, nadando en el mar y en los ríos y respirando ese aire puro que nos daba paz. Más allá de proteger nuestro hábitat de vida, volver a enamorarnos de la naturaleza, también nos hace bien como personas. (O)