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"Se escribe en soledad, se lee en soledad y a pesar de todo, el acto de leer permite una comunicación entre dos personas ". Paul Auster

23 Abril de 2025 12.47

El artículo que está leyendo en este momento en una revista totalmente digital- de circulación mundial gracias al internet - fue escrito en una Laptop en las afueras de Quito- enviado y recibido también de forma digital mediante el uso del Mail y el WhatsApp.  En su preparación participaron otros medios como los libros impresos o libros bajados de alguna plataforma y que constan en un Kindle personal. Se consultó uno que otro dato histórico en el celular, muy especialmente en Meta AI y se escucharon otros contenidos en audiolibros que también llegaron de manera digital. 

El vertiginoso avance tecnológico de la era digital ha dado lugar a nuevos lectores y a nuevos escritores, personas que leen en pantallas y seres humanos que, obviando el papel y la imprenta, producen contenidos de todo tipo que podrían ser consumidos inmediatamente y en cualquier parte del planeta, situación asombrosa e increíble para antiguas generaciones y naturales para la actual. 

Entre las manifestaciones propias del ser humano, están la escritura y la lectura, actividades que nos hacen únicos y diferentes del resto de especies. La materialización de estas ha sido todo un logro de los humanos, la necesidad de comunicarse, de contar sus vivencias, sus sueños y experiencias, ha marcado un largo y tortuoso derrotero que no tiene final predecible.

 Entre los años 3500 aC y 1500 aC las marcas, dibujos o señales, en cuevas y rocas que con el nombre de pictogramas y jeroglíficos expresaban alertas, peligros, pero especialmente singulares acontecimientos, cuya interpretación podría ser el inicio de la lectura y escritura que luego fueron abarcando la trasmisión de sentimientos y emociones, para lo cual fue preciso el surgimiento de expresiones puramente gestuales, acompañadas de iniciales sonidos guturales y fonemas que paulatinamente alcanzaron la condición de vocablos y con ellos lo que hoy se denomina como "oralidad efectiva" .

Códigos y decodificadores

La escritura como tal y su interpretación apareció -posterior al lenguaje oral- pero sus inicios lentos y complejos, advirtieron la llegada de un proceso infinito que acompaña a la humanidad para siempre. La investigadora española Maribel Riaza, en su obra "La voz de los libros" nos reseña la historia de la lectura y escritura, asignando un rol estelar a los escribas y "copistas" como también a los privilegiados que leían en voz alta para otros, afirmando que varios autores de la Edad de Oro española, como Miguel de Cervantes, Lope de Vega o Francisco de Quevedo escribieron para ser "escuchados antes que ser leídos".

Dos inventos fueron claves en el desarrollo y crecimiento de la escritura y la lectura:  el papel, inventado en China e introducido en Europa por los árabes en el siglo XII y la imprenta de Johannes Gutenberg creada en 1450. El ingenio humano de manera paulatina fue alcanzando con ello altas cotas para su elevación como especie: la transmisión de conocimientos se había cimentado.

 No obstante, y así lo dicen investigadores, el acto de escribir y leer estuvo confiado a un pequeño círculo que tenía como centro monasterios o conventos, donde monjes, sacerdotes y escribas transformaron a estos, en verdaderos ateneos de escritura y lectura-especialmente de temas religiosos- donde se cruzaban idiomas y dialectos diferentes, motivando diversidad de interpretaciones y muchísimas confusiones hasta que se unificaron las "grafías" más populares. 

El alfabeto fenicio y el griego se fundieron en uno solo- la palabra alfabeto tiene la primera y la última letra del alfabeto griego Alfa y Beta- y su empleo se extendió por todo el Mediterráneo. El papel, la imprenta y el nuevo alfabeto contribuyeron a que se acelere la producción de materiales impresos, mientras el número de lectores- especialmente entre las élites- crecía gradualmente, a igual que sus demandas.

Aparece entonces, la posibilidad de aprender a leer y escribir y con ello asoma el lector individual y silencioso, aquel que no necesitaba de otra persona para enterarse y dominar los contenidos impresos, y el escritor que facultado por una incipiente tecnología podía comunicar sus creaciones, su imaginación, sus vivencias o sus descubrimientos.

La palabra escrita y la palabra leída

Las fases creativas a partir de la palabra escrita  se multiplicaron y encontraron en las incipientes "artes gráficas" los complementos ideales para transmitir toda clase de pensamientos, historias, realidades o ficciones, tesis o ideas -desde religiosas hasta domésticas- y que a su vez propiciaron la elaboración de infinidad de libros, catálogos, enciclopedias, periódicos de todo tipo a igual que revistas, textos, afiches, etc., emergiendo con ello una masa de lectores dispuestos consumir todo lo que periodistas, historiadores, novelistas, poetas, dramaturgos, maestros, ensayistas y científicos podían escribir y las nacientes editoriales imprimir y distribuir.

 Las diferentes "escuelas del pensamiento", acogieron a la palabra escrita como la principal fuente de difusión y de confiabilidad, llegando incluso a afirmar que "lo que no está escrito no existe", máxima que perdura hasta nuestros días especialmente en el plano legislativo y judicial. Las leyes, reglamentos y acuerdos sociales tienen que ser escritas y difundidas, por ello y en todo el orbe, la norma suprema con el nombre de "Constitución" está escrita, impresa, publicada y circulada entre sus ciudadanos con la finalidad de garantizar su cumplimiento y vigencia.

A lo largo de la historia la palabra escrita ha jugado un papel trascendente en la educación formal, la creación de textos educativos y la transmisión de conocimientos encontraron en ella un pilar fundamental. Leer y escribir ha permitido el tratamiento de corrientes filosóficas y religiosas, de fundamentos científicos, políticos, o económicos y muy particularmente de quienes encontraron en la palabra impresa la posibilidad de crear arte y lo lograron.

Los lectores han evolucionado conforme a los cambios tecnológicos que gradualmente han ido apareciendo. Los diferentes tipos de lectores también han fluctuado, desde el llamado "lector profesional" de la antigua Roma o el monje que susurrando descifraba sus textos religiosos, hasta la madre que lee un cuento a sus hijos o el estudiante que calladamente aprende frente a una pantalla. (O)

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