He querido referirme a las herramientas de investigación social que son de mayor utilización, tanto en el ámbito público como privado, es así que entendemos a las encuestas como un método de investigación que recopila datos e información, por medio de preguntas específicas, que tienen como intención, la obtención de resultados sobre hechos supuestos, que se consultan a poblaciones, grupos referenciales, grupos focales, o sobre muestras representativas.
En términos ortodoxos podemos definir la importancia de estas herramientas, como la recopilación de información valiosa sobre grupos de interés, cuyas respuestas nos deben dar un análisis e interpretación tal, que nos permita la lectura de un panorama claro, que nos sirva para tomar decisiones, los más acertadas posibles, para generar alguna estrategia o resolución de importancia.
Muy conocidas son algunas firmas internacionales que se dedican a esta empresa, entregando a sus clientes estudios de mercado, que sirven como base para emprender un negocio, emprendimiento o tomar lineamientos que determinen crecimiento, expansión y hasta contracción de productos y mercados, para el desarrollo óptimo de la industria y compañías en general, a la memoria nos vienen extensas campañas publicitarias de productos de toda naturaleza, que basados en los estudios de la referencia, han sabido llegar a millones de personas como compradores efectivos y potenciales de lo ofertado.
Imposible olvidar propagandas de bebidas gaseosas que nos llegaron al corazón, de vehículos que nos hicieron soñar con el amor, de comida rápida que nos despertó un apetito voraz, de afeitadoras que nos hacían lucir más varoniles, o de perfumes que volvían a cualquier mujer en la más sensual, toda esta competencia de imágenes que muchas veces nada tenían que ver con el producto que ofrecían, sino con la sensación que emanaban, buscaban un solo objetivo, la venta del artículo.
Todo hasta aquí era la realización idílica del mercado con respecto de sus clientes, con partidarios y detractores, en relación a las formas, pero que en ningún caso podía señalarse nada, más allá de la competencia desleal, del control estatal que se exigía del mercado, de la publicidad engañosa si se quiere, y esto cuando más alta se encontraba la efervescencia de la competición entre productores.
Pero el mercado en su legítimo derecho de expansión, encontró una forma de darle al ámbito público un producto que es indispensable, las encuestas de opinión respecto de las tendencias electorales.
A nivel mundial en el ámbito político las encuestas electorales, han pronosticado escenarios más o menos acertados, son muy famosas los pronósticos técnicos que se han hecho de manera pública en los Estados Unidos de Norte América, en donde empresas muy serias han dado una orientación confiable de cómo se encuentran las tendencias, con variaciones entre unas y otras, pero dentro de lo previsible; en ningún caso estas empresas se han jugado su prestigio publicando datos en los que se nombra como eventual ganador a algún candidato que no tiene la menor oportunidad, señalando que si bien existen dos candidatos a la presidencia de ese país por los partidos que representan, en las primarias partidistas se nombran y encuestan a muchos, siempre dentro de lo efectivamente real.
Esta conducta guarda lo que debe ser parte de la esencia de la democracia, reglas claras y éticas a la hora de informar a la ciudadanía, respecto de lo que acontece en este ámbito, pues lógicamente se entiende que una tergiversación de los hechos investigados podría traer consecuencias nefastas e inimaginables, sin contar con las responsabilidades legales de quienes publiquen tales datos, pues en última instancia podrían afectar a la nación entera.
Sin embargo de lo dicho y con mucha sorpresa hemos asistido en nuestro país a presentaciones de encuestas que han distado mucho de la realidad, que podrían haber sido contratadas como un ejercicio más del apalancamiento de una campaña electoral, y que no han tenido el menor reparo en la afectación que pudieron haber causado en los electores y en el país.
Por supuesto existen empresas consultoras de encuestas en el Ecuador muy serias y de dilatada trayectoria, que cumplen con los parámetros éticos y técnicos que el ejercicio de la función amerita.
Entonces es hora de exigir como sociedad que todos los actores, contratantes, empresas consultoras, y las entidades públicas de control electoral, actúen para que se nos entreguen datos confiables, apegados a las reglas electorales y la ley, como garantía adicional de procesos transparentes en reguardo de una ciudadanía que exige una democracia real.
¡Las empresas consultoras de encuestas deben ser contratadas para orientar y no para actuar, cuando no nos dan los números! (O)