Diciembre es un mes especial. Nos llena de luces, esperanza y nostalgia, y nos invita a reflexionar sobre lo que hemos vivido a lo largo del año. Para muchos, es un mes de consumo, de encuentros y celebraciones, pero para los emprendedores suele ser el cierre de un ciclo crucial. Sin embargo, este año ha sido especialmente duro en Ecuador. La coyuntura política, los racionamientos eléctricos y las dificultades económicas nos han golpeado a todos, dejando a muchos emprendedores agotados, frustrados y con dudas sobre el futuro.
En estos momentos difíciles, quiero invitarte a regalarte algo especial. No me refiero a un objeto ni a un bien material, sino a una serie de herramientas que no solo te permitirán cerrar el año, sino también enfrentar lo que venga con fuerza y propósito. Son regalos que no encontrarás bajo el árbol, pero que cambiarán tu perspectiva: resiliencia, paciencia, capacidad de adaptación, gratitud, visión a largo plazo y confianza en ti mismo.
Hace algunos años, en 2010, viví una experiencia que me marcó profundamente. Había decidido volver al mundo de la publicidad, pero esta vez desde el emergente ámbito del marketing digital. En aquel momento, tenía 35 años, y para muchos ya era "viejo" para competir en un mercado que parecía dominado por jóvenes que conocían a la perfección las nuevas herramientas digitales. Sin embargo, estaba convencido de algo: las estrategias de marketing seguían siendo las mismas; solo cambiaban las herramientas.
A pesar de mi experiencia, muchas reuniones con jefes de marca terminaban con miradas escépticas. Notaba en ellos incredulidad ante lo que podía ofrecer. Fue entonces cuando tomé una decisión: incorporar al equipo a un joven de 20 años, alguien que complementara mis conocimientos con su frescura y dominio de las nuevas plataformas. Si has leído mis artículos, seguro sabes de quién hablo: Juanpi. Juntos comenzamos a construir un nuevo camino.
Los primeros meses fueron duros. Desde julio hasta diciembre, visitamos 18 clientes, tocamos puertas y presentamos propuestas. Ninguna parecía prosperar. Recuerdo claramente que, durante ese tiempo, mi cuenta de correo tenía la clave "brillamos18a0". Esa contraseña simbolizaba mi negativa a rendirme. No quería sentirme derrotado. Cada rechazo me empujaba a seguir intentando, a ajustar estrategias y a buscar una nueva oportunidad.
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Finalmente, en diciembre, recibí una llamada. Uno de los jefes de marca que habíamos visitado nos daba luz verde para una campaña. Fue un momento que cambió todo. Esa fue mi Navidad como emprendedor. Pero, al reflexionar 15 años después, me doy cuenta de que lo más valioso de esa experiencia no fue solo ese contrato, sino los regalos que me di a mí mismo en el proceso: resiliencia, paciencia y capacidad de adaptación.
La resiliencia me permitió levantarme tras cada puerta cerrada. La paciencia me ayudó a entender que el éxito no es inmediato y que los resultados toman tiempo. La capacidad de adaptación fue clave para aceptar las reglas de un mercado que había cambiado y ajustarme a ellas.
Sin embargo, con los años he aprendido que estos no son los únicos regalos importantes. Hay otros tres que considero fundamentales para cualquier emprendedor. El primero es la gratitud. Agradecer por lo que tienes, incluso en los momentos más oscuros, cambia la forma en que enfrentas los problemas. En aquellos meses difíciles de 2010, agradecía cada pequeño avance, cada reunión, cada oportunidad de presentar nuestras ideas, porque sabía que todo formaba parte de un aprendizaje mayor.
El segundo regalo es la visión a largo plazo. En medio de las dificultades, es fácil perderse en el caos del presente, pero un emprendedor debe ser capaz de mirar más allá, de visualizar el futuro que quiere construir. En ese momento, aunque parecía que nada funcionaba, me aferré a la idea de que estábamos construyendo algo más grande que nuestras circunstancias inmediatas.
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Por último, está la confianza en uno mismo. Si yo hubiera dejado que las opiniones externas definieran mi valor, nunca habría vuelto al mundo de la publicidad. Confiar en mi experiencia, en mi capacidad de aprender y en mi habilidad para adaptarme me permitió seguir adelante, incluso cuando todo parecía ir en mi contra.
Hoy quiero invitarte a regalarte estos seis elementos: resiliencia, paciencia, capacidad de adaptación, gratitud, visión a largo plazo y confianza en ti mismo. Estamos cerrando un año difícil, y no sabemos lo que vendrá. Pero lo que sí sé es que estas herramientas te prepararán para enfrentarlo. En el emprendimiento, como en la vida, siempre tendremos dos caminos: rendirnos o seguir adelante. Te invito a elegir el segundo.
Este diciembre, más que regalos materiales, date a ti mismo estas virtudes que te sostendrán en el largo plazo. Hazlo no solo por tu negocio, sino también por la persona que estás destinado a ser. Porque las dificultades son inevitables, pero tu capacidad para enfrentarlas define quién eres. Que este mes sea el comienzo de algo grande, porque lo mejor está por venir. (O)