¿Murió el sueño ecuatoriano?
En 2023, más de 1,7 millones de ecuatorianos salieron del país y 121.541 no regresaron. ¿El reto? Cambiar nuestra mentalidad y ver a Ecuador como un lienzo en blanco, lleno de oportunidades.

Hace un par de meses tuve el agrado de acudir a un desayuno con Roque Sevilla, estaban algunos empresarios y emprendedores. El objetivo era hablar sobre un tema ambiental, pero dentro de su participación dijo algo que sin duda me dejó pensando. Cualquiera se imaginaría que, con todo capital económico y social que tiene el señor, mirar al extranjero sería lo más acertado. Pero, ¡es todo lo contrario! Sevilla dijo que uno de los problemas que tenemos aquí es que los propios ecuatorianos no amamos a nuestro país y no lo vemos como un lugar de oportunidades.

Apenado, el empresario de 77 años, contó sobre todos los cerebros que han salido en busca de mejores opciones y nunca regresaron. ¿Cuántas mentes brillantes están aportando al desarrollo de otros países mientras aquí carecemos de soluciones y talento para enfrentar nuestros problemas?

Tal vez, el primer paso es cambiar nuestra mentalidad y ver a Ecuador con cariño y esperanza. Suena muy utópico, pero concuerdo con sus ideas, debemos trabajar por y para nuestro país, pensando que esas personas que salen podrían aportar positivamente con la sociedad. ¿Si no lo hacemos cuándo vamos a mejorar?

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De acuerdo con registros del Ministerio del Interior, la cifra del flujo migratorio de ecuatorianos en 2023 fue la más alta en los últimos siete años. Se dieron 1,7 millones de salidas desde distintos puntos fronterizos, puertos y aeropuertos. De esta cifra, 121.541 ciudadanos no retornaron por estos controles en todo 2023; lo que representa un aumento significativo respecto a años anteriores. En 2019, por ejemplo, las salidas no retornadas ascendieron a 75.435, según datos oficiales. Aunque no hay números definitivos para 2024, expertos prevén un incremento debido a la crisis de inseguridad, la falta de empleo y las precarias garantías básicas.

Otro factor es la imagen de Ecuador en los medios de comunicación, tanto nacionales como internacionales, porque suele estar marcada por noticias de violencia, corrupción y delincuencia. Es muy común escuchar frases como: "si te vas, no vuelvas" o "haz todo lo posible para quedarte, aquí no haces nada". Estos consejos, que todos hemos recibido alguna vez en la vida, nos motivan únicamente a buscar algo en el extranjero. Deberían motivarnos a quedarnos, a luchar contra la corrupción, a sumar talentos y dejar el padrinazgo de lado. Estas ideas solo refuerzan la narrativa de que el extranjero es mejor.

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Yo vivo muy de cerca este problema porque mi hermana reside en el extranjero y cuando le digo que regrese, su respuesta es: "¿y para qué voy a hacer?". Siempre le contesto que necesitamos personas como ella que aporten con su conocimiento y experiencia. Sin embargo, entiendo que convencerla no es fácil. Muchos ecuatorianos en el exterior sienten que las oportunidades aquí son limitadas. ¡Y lo son! Pero hay que comenzar por algo. No estoy en contra de aquellos que dejan todo por seguir sus sueños, es una decisión muy difícil. Lo que quiero enfatizar es que dejemos de ver solo la cara negra de este país. 

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Considero que este problema va más allá de partidos políticos o candidatos porque somos nosotros quienes hacemos, elegimos y decidimos. Debemos ver a Ecuador como el país de las oportunidades y la fuga de cerebros debe detenerse, con incentivos claros y un cambio de las reglas de juego. Un informe de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en 2022 reveló que el 61 % de los migrantes ecuatorianos entre 25 y 45 años cuentan con educación universitaria o superior. 

Es momento de dejar de lado la 'superioridad' de afuera porque tenemos niños, niñas y jóvenes que van a recibir este país y es nuestra obligación dejar algo estable, digno y seguro. Pensemos que aquí tenemos la oportunidad de rehacer las cosas, somos un lienzo en blanco y toda esa fuga de profesionales no puede continuar.

Uno de los caminos para cambiar esta realidad puede ser fortaleciendo nuestras instituciones educativas. Desde las guarderías hasta las universidades, debemos fomentar una educación de calidad que esté alineada con las demandas del mercado laboral global. En países como Corea del Sur, una estrategia similar ayudó a transformar una economía agrícola en una potencia tecnológica en tan solo 50 años.

Ecuador tiene recursos, talento y potencial para destacar. Pensemos en grande porque hay que creernos que somos buenos, que somos más y que vamos a construir una economía al mismo nivel que las más desarrolladas. Ecuador no es solo crónica roja. (O)