Muerte Cruzada, ¿Para qué?
La descomposición social en las dos últimas décadas ha provocado que la representación en la Asamblea sea la imagen y semejanza de sus propios electores, esto no siempre fue así. Que lujo era oír las disertaciones de los legisladores en la década de los ochenta y hasta noventa. (Antes no me daba la edad para evaluar), hoy da vergüenza ajena.

La semana pasada Alexandra Vela renunció a su cargo como ministra de Gobierno, al no coincidir con la visión del presidente en la toma de la decisión política de aplicar la Muerte Cruzada.

El análisis pasa por el hecho de que la actual conformación de la Asamblea bloquea permanentemente la posibilidad de gobernar de manera eficiente y acertada. Ante este escenario la solución planteada y compartida por muchos y por la exministra, es ejecutar esta alternativa constitucional para cambiar la actual conformación del hemiciclo político.

Se ha mencionado en varios espacios de opinión que Guillermo Lasso estaría nervioso por el resultado que esta decisión puede traer, ya que la probabilidad que pase lo peor es de un 50%, esto es una conformación similar en dispersión y calidad de legisladores y otro presidente dirigiendo el país. Situación muy grave para el Ecuador.

Realmente el tema no pasa simplemente por el cálculo electoral sino por la aberración de la democracia ecuatoriana que le da igual valor a cada uno de los ciudadanos en términos políticos, quedándose en el concepto de que todo ciudadano puede elegir y ser elegido. 

La descomposición social en las dos últimas décadas ha provocado que la representación en la Asamblea sea la imagen y semejanza de sus propios electores, esto no siempre fue así. Que lujo era oír las disertaciones de los legisladores en la década de los ochenta y hasta noventa. (Antes no me daba la edad para evaluar), hoy da vergüenza ajena.

Ciudadanos a quienes les parece bien la coexistencia de la corrupción para generar desarrollo o que valoren la apariencia física, de presencia abrumadora en las redes, vs el intelecto, la experiencia política y la ética provoca el resultado existente. Niveles de educación limitados que se perciben en la simple oratoria de los legisladores, demuestra la paupérrima calidad de los honorables de la patria.

Para ostentar cargo publico de elección o de nominación debe existir altísimos estándares comprobados en términos de conocimiento, experiencia y ética. No se puede permitir que cualquier persona sea legislador y tampoco es deseable que el voto para elegir sea por obligación. El acto de votar debe ser una alternativa voluntaria.

Título de cuarto nivel, reconocida experiencia en el sector privado y publico de mas de 20 años, presencia en actividad social y gremial por igual periodo de tiempo entre muchas otras, deberían ser las condiciones mínimas para poder ser elegido o nominado. Mientras esto no ocurra la representación en la asamblea y en cualquier otro estamento público no se va a modificar. 

Lo mas de tener son ciudadanos que piensen en el interés colectivo a costa del particular o del partidista. La escasez de estos elementos es inmensa pero no suficiente para claudicar a los simples conceptos de participación y representatividad. El Ecuador enfrenta un desplome de la calidad de sus representantes, con algunas excepciones (dentro de ellas, el señor Presidente de la República) y se requiere reformas urgentes y profundas en este sentido.

No es un tema de temor, es responsabilidad institucional. Antes de una reforma en las condiciones necesarias para ser elegido o nombrados ¿Muerte cruzada para qué? (O)