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Esta columna va dedicada a todas mis amigas que me confirman que los buenos si somos más, pero que nos falta creernos y contagiarnos.

27 Marzo de 2025 14.36

La famosa justificación de aspirar a un cargo político o a un reinado para retribuir al país lo que éste nos ha dado, ha sido la frase que más coraje me daba. Para mí, no es la única forma de hacer algo bueno por El Ecuador. De hecho, hoy me siento afortunada de tener a mi alrededor tanta gente que salva día a día nuestro país. 

Amigas emprendedoras que todos los días luchan por mantener fuentes de trabajo, por cumplir con las regulaciones, por hacer las cosas correctas por más que los demás no lo hagan. Esas que se arriesgan y que creen más en sus sueños que en las estadísticas. 

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Amigas que no se han ido porque aún creen en el país. Ellas, las que dan su 120% en sus trabajos y otras que tienen que pelear en sus oficinas para que las cosas sean justas y correctas. 

Amigas que se esfuerzan porque en El Ecuador tengamos productos de calidad y para que le demos una prueba de confianza a lo hecho aquí. Aquellas que quieren que nos reconozcan internacionalmente por cosas buenas. 

Amigas que no se conforman con tener buena materia prima, sino que quieren que seamos industria y que también produzcamos y transformemos nuestras valiosas materias primas. 

Amigas que tienen fundaciones o que colaboran en fundaciones o grupos de apoyo para que los más vulnerables no se sientan solos y puedan tener mejores días. Esas que son generosas no solo en recursos financieros sino también con su tiempo y sus metas. 

Amigas que hacen turismo local y amigas que aun estando fuera son nuestras mejores embajadoras. 

Estas personas son las que realmente mueven al país. Las que nos contagian cuando estamos a punto de botar la toalla. Vivir en Ecuador es una montaña rusa. No es apto para todos, pocos somos los que logramos mantenernos a pesar de tantas sacudidas. 

Más allá de la inestabilidad política, en la que tenemos paros por grupos minoritarios que terminan boicoteando la economía nacional o que cambian nuestras regulaciones tan rápido. Tenemos desastres naturales incluidos entre ellos los cortes de luz por los estiajes y también las repercusiones internacionales que afectan nuestra dinámica social y financiera. 

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Es difícil planificar ya que nuestros contextos cambian demasiado rápido y de manera drástica. El emprender o dirigir un negocio es un riesgo enorme que asumimos los ecuatorianos. Sin embargo, ese espíritu luchador nos permite levantarnos. Ninguna teoría o universidad por más práctica y con enfoque local te prepara para dirigir un negocio en un país como el nuestro. 

Muchas veces dudamos de tener el coraje para avanzar. Pero cuando veo a mis amigas que lo hacen, sin darse cuenta día tras día, es que puedo decir que los ecuatorianos somos luchadores, resilientes y enormemente soñadores. Nos cuesta asimilar esas cualidades porque ya son parte de nuestro diario vivir.

No esperemos a tener un curul para ser parte del cambio. Todos podemos hacerlo desde nuestra posición. Recalcando las cosas buenas del entorno empezaremos a darle importancia al bien y no al oportunismo.

Tengo la suerte que mis amigas no sean las "sapas" ni las "avispadas", por el contrario, son personas comunes haciendo lo correcto pese a las dificultades. Las que se esfuerzan y se demoran en conseguir sus objetivos porque lo honesto no nos cae del cielo. Muchos optan por el camino fácil y como sociedad premiamos estas sapadas. Esta columna va dedicada a todas mis amigas que me confirman que los buenos si somos más, pero que nos falta creernos y contagiarnos.  (O)

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