Los juicios en Immanuel Kant
Según Kant, a cada juicio, según la forma en que se presenta, le pertenece una categoría. Por su cantidad los juicios pueden ser universales, particulares y singulares; las categorías correspondientes son la unidad, la pluralidad y la totalidad. Por su cualidad los juicios son afirmativos, negativos e infinitos, siendo sus categorías concordantes la realidad, la negación y la limitación.

Cualquier análisis de la teoría de I. Kant en torno a los "juicios" debe partir de su concepción del "ser". Para el idealismo alemán, del cual el de Königsberg es tal vez su más insigne representante, la esencia del ser es la idea, es decir lo que las cosas "son" en función del entendimiento y el conocimiento que tengamos de ellas. Esta noción está ligada a la independencia del ser, que no necesita sino de su sola existencia. Tal existencia es una realidad, la cual para la filosofía kantiana es de naturaleza trascendental. Consiste en el "estar en", que, a su vez, implica difundirse fuera de sí en el tiempo y en el espacio. El ser es y está. Se da, pues, una real fusión de la cosa con el yo, sin perjuicio de que ambas conservan su autonomía y libertad para su propia realización.

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Nuestro filósofo, en términos generales, sostiene la presencia metafísica de dos tipos de juicios. En primer lugar, los analíticos, que corresponden a aquellos "en los cuales el enlace del predicado con el sujeto es pensado mediante la identidad". Son juicios también referidos como "de percepción", en tanto no demandan propiamente de entendimiento, mas de mera conexión lógica. Los otros son juicios sintéticos, en los cuales la identidad no cumple rol alguno. La síntesis en Kant es conocimiento, ya que se da una efectiva determinación del objeto por parte del sujeto. 

En la síntesis intervienen tres facultades de orden subjetivo, a saber: el sentido, la imaginación y el reconocimiento. De allí que, afirma, que el origen del conocimiento se encuentra en el sujeto, pero que el inicio del proceso sintético será siempre la experiencia y por ende es empírico. El historiador de la filosofía J. Marías concluye en que los juicios analíticos explicitan el concepto del sujeto; los sintéticos, en cambio, amplían las nociones.

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Sin perjuicio de lo anterior, pero de alguna manera también relacionados con la clasificación expuesta, en la teorización kantiana los juicios pueden ser a priori y a posteriori, según la forma en que sujeto se aproxima en su camino para conocer la realidad. La realidad como materialización de la verdad, en los juicios a priori, tiene su origen en la razón. Por ende, estos son producto de la lógica al margen de cualquier consideración experimental. De allí que pertenecen por norma al mundo de los juicios analíticos. Por otro lado, los a posteriori son en general del ámbito sintético. En estas circunstancias, los primeros son ciertos en modo indefectible; jamás pueden ser falsos. El mayor problema con los seres endebles en moral y en ética es su tendencia a apartarse del espectro de la razón y la lógica en sus juicios. Llegan entonces a enunciados distantes de la verdad a través de juicios analíticos arbitrarios que, como se dice en lenguaje ordinario, caen por su propio peso.

Los juicios a posteriori son producto de -o más bien se forman, según lo antes afirmado, en- la experiencia, en función de su naturaleza sintética. Estos juicios, al estar ligados a un algo que no siempre es lógico, algunos pensadores de la materia los denominan "contingentemente verdaderos". La contingencia viene da por la forma en que es asumida la experiencia o la observación por parte del sujeto. En este tipo de juicios la intuición no tiene cabida. La tiene sí la representación que de la experiencia posea o haga el hombre. Otra vez intervienen aquí los valores del ser, a efectos de ponderar en moral y en ética sus análisis y reflexiones del mundo fenomenológico.

En correspondencia con el espacio y el tiempo, la filosofía se refiere a "categorías", que son las particularidades en que manifiestan los conceptos. La primera categorización de los conceptos la hizo Aristóteles, a título de modos a que se adapta la mente. Nos interesa la clasificación kantiana, para la cual la intuición y la percepción tienen sus propias categorías. En Kant son estas las que se adecuan a la mente.

Según Kant, a cada juicio, según la forma en que se presenta, le pertenece una categoría. Por su cantidad los juicios pueden ser universales, particulares y singulares; las categorías correspondientes son la unidad, la pluralidad y la totalidad. Por su cualidad los juicios son afirmativos, negativos e infinitos, siendo sus categorías concordantes la realidad, la negación y la limitación. Los juicios, por su relación, son categóricos, hipotéticos y disyuntivos; a estos como categoría les concierne la sustancia, la causalidad y la reciprocidad. Por último, en cuanto a su modalidad, los juicios son problemáticos, asertóricos (negación o afirmación verdadera, sin que necesariamente lo sea) y apodícticos (ciertos o válidos sin más); respecto de su categoría, comprenden una posibilidad, una existencia o una necesidad.  (O)