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Inteligencia artificial
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Las nuevas tecnologías como la robótica, la inteligencia artificial o las telecomunicaciones, entre otras, abren nuevos caminos para el mundo, pero a su vez plantean desafíos que van desde el desarrollo de la legislación adecuada hasta el reto de no perder nuestra identidad y consciencia en este nuevo mundo en diferentes aspectos. Desde el punto de vista legal, la evolución de la tecnología ha sido históricamente una propulsora del derecho que intenta caminar paralelamente.

29 Octubre de 2021 09.15

El desarrollo de la tecnología en los últimos años es un hecho que no para de sorprender. Los cambios producidos en todos los campos son sin duda extraordinarios y parecería que en muchos casos la realidad supera a la ficción. La velocidad del desarrollo tecnológico se ve reflejado, entre otros indicadores, en la cantidad y tipo de patentes que se presentan en los países que las crean y las incorporan y esto se relaciona directamente con un impulso económico, a través de la comercialización y licenciamiento de la tecnología que impacta de forma importante en las sociedades.

Para entender el contexto vale la pena mencionar algunos números: En el año 2019 se encontraban más de 15 millones de patentes vigentes en el mundo. Cada año se solicitan más de 3 millones de patentes. El 85 % de estas patentes se solicitan en cinco países: China, Estados Unidos, Japón, Corea y Alemania. La cantidad de patentes relacionadas con inteligencia artificial y robótica creció en los últimos años en un 260%. Las cinco empresas que más patentes solicitan son desarrolladoras de nuevas tecnologías electrónicas. 

Las nuevas tecnologías como la robótica, la inteligencia artificial o las telecomunicaciones, entre otras, abren nuevos caminos para el mundo, pero a su vez plantean desafíos que van desde el desarrollo de la legislación adecuada hasta el reto de no perder nuestra identidad y consciencia en este nuevo mundo en diferentes aspectos. Desde el punto de vista legal, la evolución de la tecnología ha sido históricamente una propulsora del derecho que intenta caminar paralelamente. Hemos visto esta carrera en varios campos, donde la ciencia ha generado transformaciones importantes y las legislaciones tratan de regularlas siempre con algo de retraso y generalmente cuando parecería que tenemos la solución para un reto, aparece un nuevo frente que requiere análisis y regulación. Un ejemplo de ello es lo que ha pasado con la industria de la música, donde el invento de los discos de acetato fue sustituido por los eight tracks, los casetes, los dvds, hasta llegar a itunes y Spotify y ha generado en el área legal la necesidad de un desarrollo gigantesco, entre mecanismos de protección, combate a la piratería o en la forma de hacer negocios.

Esta misma situación ahora se repite en un tema novedoso como la inteligencia artificial y en esta ocasión plantea interrogantes interesantes en varios aspectos conceptuales. Por ejemplo, en el campo del derecho de autor se vuelve imperante la necesidad de entender nuevos conceptos y tener miradas distintas. En este ámbito, es claro que las computadoras desde hace mucho tiempo han sido utilizadas para producir obras de arte y de otro tipo, sin embargo, el nivel de creatividad dependía por completo de quien creaba el programa. Es decir, la computadora y su software eran simplemente herramientas para producir un resultado. Hoy, con el desarrollo de la inteligencia artificial y su capacidad de aprendizaje automático, encontramos la creación de obras protegidas por derechos de autor, sin que las máquinas que las crean estén específicamente programadas para ello. Existen casos, que hace una década parecerían de una película de ciencia ficción; cuadros creados con la técnica de Rembrandt, obras musicales absolutamente originales, una novela escrita por un robot que obtiene premios en competencias literarias y muchos otros, lo cual nos lleva a hacernos preguntas tales como ¿Quién es el autor de obras creadas por inteligencia artificial?

Tradicionalmente exclusivamente las obras creadas por un ser humano estaban protegidas por derechos de autor, pero ahora necesitamos respuestas a estas inquietudes sobre situaciones que dábamos por sentadas. Si bien sobre este tema existen discusiones y decisiones en algunos países, todavía no hay claridad sobre si a estas nuevas creaciones se les debe dar protección o no, si deben ser de libre acceso o si cabe reconocer derechos de autor a una entidad de inteligencia artificial. Como dije antes, seguramente para cuando encontremos todas las respuestas, probablemente las preguntas habrán cambiado.

Interrogantes igual de complejas se plantean desde distintas perspectivas y otras áreas del derecho, las que van desde la responsabilidad que generen los actos de un ente de inteligencia artificial, hasta el reconocimiento de ciudadanía a un robot, caso que ya existe en contraste con los derechos de ciudadanos del mismo país que parecerían estar limitados en ciertos aspectos. 

Finalmente, más allá de los aspectos legales, comerciales o políticos existe una arista sobre la cual reflexionar entre los desafíos que se presentan y esta relacionada con los mecanismos para encontrar un equilibrio entre esta evolución tecnológica y sus aspectos negativos en el medio ambiente, la contaminación de todo tipo o la dependencia de quienes interactuamos diariamente con estas nuevas creaciones de la mente. Pues resulta fácil perderse en los laberintos de la actividad frenética que también trae la tecnología a nuestras vidas sin importar edad, lugar o profesión. En consecuencia, es fundamental estar consientes de que la desensibilización del ser humano constituye un riesgo grande si no encontramos un balance entre la importancia de mantenernos presentes, recordando permanente el contacto con nuestra naturaleza y el uso de estas fabulosas herramientas de progreso. (O)

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