El día a día de la gestión pública, la presencia de reiterados problemas de diversa índole, las presiones económicas y financieras para atender compromisos fiscales, el cumplimiento de normas legales que imponen restricciones presupuestarias, los dilemas entre objetivos políticos o electorales y la necesidad de mantener una economía sana, entre muchos otros problemas, hacen difícil entender entre las decisiones económicas temporales y aquellas permanentes o entre lo urgente y lo importante.
No siempre son temas excluyentes lo temporal de lo permanente, como tampoco son necesarias adoptar todas acciones al unísono. En ocasiones para poder abordar políticas públicas permanentes hay que adoptar previamente acciones temporales. Así mismo, existen coyunturas donde la atención a lo urgente facilita decisiones siguientes en lo importante. Lo cierto es que para el hacedor de la política económica se torna un real reto el saber combinar y balancear todas estas características de las políticas públicas para arribar de la mejor forma a las metas planteadas.
En materia fiscal y aterrizando la problemática a la coyuntura actual, el fisco tiene limitaciones financieras, problemas de liquidez, restricciones de carácter estructural y la permanente presión de la política. Se requiere cubrir un desequilibrio fiscal superior a los 5 mil millones de dólares y una cifra similar de atrasos que suben todos los días si esto no se atiende. Cruzarse de brazos es imposible, pues los riesgos de transmitir esos desbalances al sector financiero y al sector externo se pueden volver inmanejables, la cadena de pagos puede verse afectada, el ingreso de recursos externos contraerse y, con todo ello, la dolarización también puede empezar a debilitarse. No es entonces opción alguna aplicar el “dejar hacer dejar pasar”, hay que actuar y mientras más rápido será mejor.
El aumento del IVA es una decisión fiscal de carácter permanente y permitirá obtener recursos de forma constante en el tiempo, no necesariamente con grandes impactos en el consumo pues éste obedece más a otros factores antes que por el propio IVA. A esta decisión ahora se suman las “iniciativas” de la Asamblea Nacional en relación a las contribuciones de bancos, cooperativas y empresas. Si bien esta “alternativa” de fondos tiene sin duda un origen netamente político, es sin duda una manera de nutrirle de mayor liquidez al presupuesto. Lo que debe tenerse presente es que esto proviene de una propuesta legislativa alejada totalmente de su rol en política económica que la tiene exclusivamente el Ejecutivo pero, dados los acuerdos políticos y las serias limitaciones fiscales, sería incluida en las decisiones fiscales. Es también importante destacar que es una decisión temporal no pudiendo ser permanente bajo ningún concepto. Habrá que esperar que la Corte Constitucional dictamine estos temas.
Los valores que deben aportar las compañías de telefonía celular para continuar operando en el Ecuador y la amnistía tributaria también son recursos temporales, aunque algunas de estas acciones se han repetido en muchas ocasiones.
Acciones que vayan destinadas a un manejo eficiente de los subsidios estatales, en especial en materia de precios a los derivados de petróleo como gasolinas, diesel o gas de consumo doméstico, serían políticas permanentes, púes le brindaría al estado fondos de forma continua en el tiempo, siendo además políticas estructurales en lo fiscal.
Similares impactos de reformas estructurales ofrecerían acciones que regulen la excesiva nómina del sector público, tanto en el número de servidores como en el nivel de las remuneraciones, la impostergable y necesaria rendición de cuentas de instituciones y beneficiarios de recursos del presupuesto estatal que permitiría un uso más austero y eficiente de los fondos públicos, la correcta definición del rol de estado y su gradual alejamiento de actividades claramente empresariales que son de clara competencia para sector privado, y una renegociación amigable, de mercado y voluntaria de la deuda externa que oxigene el gasto público para los siguientes años.
Esta diferenciación entre acciones temporales con aquellas permanentes, entre lo urgente y lo importante, son fundamentales para que la política económica tenga un norte por dónde transitar, que las señales a la comunidad internacional sean las correctas y que empiecen a recibirse los beneficios de una política económica sana y creíble, tanto para inversionistas internos como internacionales. La baja persistente del riesgo país, la mayor presencia de inversión extranjera y nacional, el abaratamiento de los costos de financiamiento, serían algunas de las consecuencias positivas de este tipo de manejo económico.
Saber armonizar la política económica de la economía política, el combinar eficientemente las decisiones de corto y largo plazo, el no confundir lo temporal con lo permanente y estructural, balancear lo importante y lo urgente, comunicar eficientemente los problemas económicos, sus soluciones y las metas planteadas, son algunos de los caminos que aún restan por aplicarse.
Finalmente, será siempre una señal de madurez política y de sus representantes que pueda presentarse continuidad en la política económica a lo largo del tiempo y de forma transversal entre varios gobiernos. Esto ha sido una pieza fundamental en el éxito de otras economías. (O)
