A fines de 1998, J. Mahuad describe un conflictivo escenario fiscal: incertidumbre sobre el incremento de impuestos, falta de liquidez y un déficit presupuestario; este escenario es muy semejante al que vive nuestro país en este año 2024.
J. Mahuad afirma: “Teníamos que ejecutar tres acciones urgentes en el ámbito fiscal: normalizar el flujo de caja, financiar el déficit presupuestario heredado en 1998 y crear las bases de ingresos para 1999.”[1]
Jeffrey Franks, vocero el Fondo Monetario Internacional refiriéndose al año 1998 claramente afirma: “Respaldamos el plan del Gobierno de Mahuad (…). Si no hay 15% de IVA, no hay acuerdo con el FMI” [2].
La consecuencia del déficit presupuestario obliga al Estado a pedir prestado para poder cubrir este déficit. ¿A quién puede pedir prestado el Estado? A particulares, adquiriendo con ellos compromisos de pago, es decir generando deuda pública.
Para comprender la magnitud de esta situación, es necesario expresar la carga de la deuda en relación a la capacidad que tiene el Estado de recaudar (generar ingresos):
Lo que realmente importa no es el volumen de la deuda considerado aisladamente, sino este valor en relación a los ingresos de un estado. La capacidad de recaudar es limitada, pues depende en gran medida de la producción o renta de un país.
En la siguiente tabla se presenta la relación de la deuda externa con los organismos multilaterales:
Al momento, Ecuador arrastra deudas con el FMI, el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe (CAF). De acuerdo con la información proporcionada por el Ministerio de Economía y Finanzas, la deuda que mantiene Ecuador con el FMI es de USD 7.967 millones, con corte a febrero de este 2024. El mayor acreedor de Ecuador es el FMI, con una deuda equivalente al 33,3% del total de la deuda que el país mantiene con multilaterales. A marzo 2024, el 52% de la deuda externa del Ecuador, es con organismos multilaterales.
A continuación se presenta la carga de la deuda pública sobre el PIB:
Entre 2024 y 2026, el país deberá pagar USD 9.347 millones en deuda externa, equivalente a casi el 9% de su PIB; sin embargo, los ingresos del país no alcanzan para satisfacer el pago de la deuda.
No es lo mismo “La carta de intención, que la intención de una carta”. Ecuador y el Fondo Monetario Internacional (FMI) mantienen un acuerdo, que le permitirá al Gobierno recibir 4.000 millones de dólares. Sin embargo, para cumplir con este acuerdo, el Ecuador debe ceñirse a un manejo austero de su economía, implementando varias medidas que le permitan generar ingresos y disminuir gastos, con el fin de disminuir el déficit fiscal, y honrar los acuerdos con los multilaterales.
Por tanto, Ecuador para mejorar su “roadmap” de la gestión financiera, necesariamente debe incrementar sus ingresos, generar ahorro y mejorar el flujo de caja. A las medidas ya tomadas como el incremento del IVA del 12 al 15%, es necesario el incremento de los ingresos tributarios, pues estos se han convertido en el principal ingreso para el país. Por tanto es trascendental aumentar su recaudación, fomentar la inversión privada y también es necesario gestionar un gasto público eficiente.
Ya se discuten al momento medidas a implementar como reducción de los subsidios a los combustibles, contener la masa salarial, una auditoría a la seguridad social, y una nueva reforma tributaria. Además es imprescindible el control del gasto público en todos los niveles de gestión económica, para erradicar la corrupción.
Es importante el uso que se dé a los financiamientos de los organismos multilaterales, ya que estos recursos deben destinarse a la inversión pública y no únicamente al pago de deuda; por tanto, la correcta gestión de la deuda puede contribuir al crecimiento económico del país. (O)
[1] Mahuad, J. and Cavallo, D. (2021) Así dolarizamos al ecuador: Memorias de un acierto histórico en América Latina. Bogota: Ariel., página 287
[2] Mahuad, J. and Cavallo, D. (2021) Así dolarizamos al ecuador: Memorias de un acierto histórico en América Latina. Bogota: Ariel., página 431