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Los anuncios de la ciencia ficción, en algunos casos, son tan precisos que nos hacen cuestionarnos si quienes los vieron solo tenían una imaginación increíble, podían ver el futuro, obtenían la información de una mente universal ya existente o las sociedades e inventores se inspiraron en ellos.

23 Febrero de 2022 14.22

Probablemente muy pocas personas conocen que la palabra "ciberespacio" apareció décadas antes del desarrollo real de esa área de la tecnología. Quizá nadie recuerde que la existencia de la ingeniería genética y los bebés de probeta ya se mencionaban en 1932, sin embargo, el primer bebé de este tipo nació cuarenta y seis años después y los primeros nacidos de modificaciones genéticas en el año 2018. Estas profecías estaban escritas en las novelas de ciencia ficción: Neuromancer del autor William Gibson y Un Mundo Feliz de Aldous Huxley.

Algunos estudios señalan el origen de la ciencia ficción en 1818 con la novela de Mary Shelley llamada: Frankenstein o el Moderno Prometeo. De ahí en adelante, la producción de este género tanto en la literatura como en el cine y televisión ha sido imparable. Se crearon mundos  científicamente creíbles en muchos casos y prediciendo avances tecnológicos tan importantes como los submarinos, la comunicación satelital, las tablets, las videollamadas, la inteligencia artificial o el internet. Podemos encontrar cientos de ejemplos de pequeñas y grandes cosas ideadas hace más de medio siglo y que hoy son parte de nuestras vidas.  Los que vivimos los años setenta, por ejemplo, podemos recordar ir a visitar asombrados las escaleras eléctricas o puertas automáticas en el primer supermercado en instalarlas, lo que solo habíamos visto en televisión en la famosa serie Star Trek. Este clásico y sus posteriores películas resultaron ser una vitrina de artilugios que pasaron de ser herramientas de ciencia ficción a aparatos usados en la realidad en cada día. Situación semejante sucedió con la película: 2001, Una odisea del espacio, donde Stanley Kubrick nos describió elementos tecnológicos treinta años antes de su aparición real. 

Las predicciones también incluyen viajes fantásticos relatados por visionarios como Julio Verne, que nos describió un viaje al Polo Norte mucho antes de que se llevará a cabo esta hazaña o aún más lejos, en su novela: De la Tierra a la Luna, noventa años antes del primer viaje al espacio. Por otro lado, situaciones sociales y su relación con los medicamentos, como la que describió Huxley dos décadas antes de la comercialización de los primeros antidepresivos, donde nos presentaba un mundo con ciudadanos dependientes de píldoras estimulantes del estado de ánimo llamadas "soma", creadas para inducir la estabilidad y reducir los pensamientos ansiosos.

Los anuncios de la ciencia ficción, en algunos casos, son tan precisos que nos hacen cuestionarnos si quienes los vieron solo tenían una imaginación increíble, podían ver el futuro, obtenían la información de una mente universal ya existente o las sociedades e inventores se inspiraron en ellos. Lo cierto es que desde el siglo IX hemos visto pasar visionarios que imaginaron un futuro con pandemias y distanciamiento social, la preocupación ecológica, el sexo no binario, el mundo de las pantallas o las leyes de la robótica. Por su parte, en el cine, hemos visto pronósticos asombrosos como Blade Runner con su mundo de la publicidad masiva, La Red y el robo de identidades y datos personales o El Show de Truman y los reality shows.

La experiencia sobre este tema abre un debate sobre si lo escrito y publicado constituyó una semilla, que al ser imaginada permitió su materialización posterior. Si lo que fue puesto a disposición de nuestros sentidos, iluminó para bien o para mal, las siguientes creaciones y comportamientos de la sociedad. O si a través de la proyección de esperanzas, intereses y miedos reflejados en una obra literaria o audiovisual, el ser un humano lleva a cabo una especie de profecías auto cumplidas. Es decir, sobre la base de lo antes imaginado va generando una serie de comportamientos para llegar a ese punto específico. La consecución de objetos, lugares, viajes o procederes que van completando un camino previamente dibujado en su inconsciente.

Lo cierto es que, si los augurios de hoy tienen la posibilidad de convertirse en realidad mañana, nos depara un mundo incierto en todos los ámbitos. Desde procesos evolutivos, cambios genéticos, extrañas comunidades, pasando por los más diversos sistemas políticos, hasta la incorporeidad del ser humano. Algunos panoramas parecen atemorizantes y otros muy esperanzadores. Sin embargo, únicamente elucubrar sobre lo que podrá ser, puede resultar tan negativo como mantenernos en las cosas que sucedieron en el pasado o en las que no fueron. Pero nuestra actividad mental no se detiene y la capacidad de materializar lo que pensamos parecería ser un hecho demostrable. Resulta en consecuencia, indispensable aprender a controlar la mente, pues tiene la potencialidad de llevarnos a cualquiera de los extremos. Tal vez es el momento de enfocarla en pensar, soñar y luego actuar de forma tal, que caminemos hacia un futuro mejor que el vaticinado por las profecías de la ciencia ficción. (O)

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