El mundial de Qatar nos ha dejado grandes recuerdos e importantes enseñanzas. Los Leones del Atlas (Marruecos) han hecho historia con su pase a la semifinal; el equipo nipón se llevo una gran victoria ante Alemania; Stephanie Frappart fue la primera mujer en arbitrar un partido en un mundial; Cristiano Rolando terminó su sueño con un rotundo fracaso por vanidad y falta de compañerismo. Pero, sin duda, los muchachos de Scaloni fueron los protagonistas de la copa.
Ahora bien, los aspectos técnicos del fútbol han sido analizados en extenso por periodistas y expertos a nivel mundial, pero pocos han ponderado los aspectos ideológicos que llevaron a la selección argentina a conseguir el título mundial. En un reciente programa de televisión, el periodista peruano Jaime Bayly realizó un interesante análisis. Durante su segmento, Bayly se refirió a cada jugador argentino como un capitalista globalizado… que se somete a las leyes del libre mercado… de la oferta y la demanda.
La sana competencia en el mundo internacionalizado es digna de reconocer, y de ella podemos sacar las siguientes conclusiones. Jugar en las ligas más competitivas a nivel global, han llevado a los jugadores a explorar su talento. Los muchachos han competido sin ningún subsidio, han tenido que forjar su camino a la gloria. En muchos casos, han salido de su zona de confort, han recurrido a la tecnología y a las métricas para desarrollar su estado físico y curar sus lesiones, han sacrificado lo personal por lograr la gloria de la nación, han puesto sus metas sobre sus intereses personales, han aprendido a jugar en equipo. Ellos han dejado atrás la Messidependencia, incorporando a las filas el talento joven de jugadores como Julián Álvarez, Enzo Fernández Alexis Mac Allister. Por último, han jugado limpio y éticamente, sin ganar nada sobre la mesa.
De sus hazañas y glorias se nutrirán muchas generaciones de deportistas y no solamente en Argentina. A más de los deportistas y aficionados, quizás los políticos argentinos también podrían sacar conclusiones.
¿Qué hubiese pasado si todos los jugadores se quedaban en Argentina sin tener acceso a más competencia? ¿Qué hubiese pasado si el nacionalismo (mal interpretado) hubiera predominado sobre su deseo de triunfar en el exterior? ¿Qué hubiese pasado si Messi y compañía seguirían viviendo de las viejas glorias de Maradona? ¿Qué hubiese pasado si no se recurría a la tecnología para mejorar el rendimiento? ¿Qué hubiese pasado si no se confiaba en la valía de nuevas generaciones bajo el mando de leyendas como Messi y Di María?
Pues bien, podemos asumir que la tercera no habría llegado a Buenos Aires. También pudiésemos deducir, que al igual que la economía argentina, en especial en las épocas del kirchnerismo y peronismo, no se hubiesen podido desarrollar a su mejor nivel. Las enseñanzas de la Scaloneta, deberían ser aplicadas en la política y la economía. (O)