Las enseñanzas de los pasantes
Los pasantes o aprendices de hoy son centenials y vienen con ideas frescas, miran los procesos desde otro ángulo, entienden al mundo de una manera distinta, son digitales, están hiperconectados y dominan las nuevas tecnologías. Esas características los convierten en un plus.

Sí, yo sé que los pasantes llegan a las empresas como un requisito o como parte de los programas académicos de centros de educación superior. Y que van para aprender procesos y para entender el 'mundo real', ese al que se supone que llegarán en algún punto de su carrera profesional.

Sé que muchas veces los pasantes llegan a cumplir tareas menores, las más sencillas, las que menos complicaciones tengan al interior de una organización. Su llegada, por lo general, no causa mayor revuelo. Están allí para ayudar en lo que sea necesario, siempre que no esté en juego nada importante. Incluso hay quienes creen que estos aprendices llegaron a una oficina para ver, mirar y no tocar.

En Ecuador un pasante tiene una jornada de seis horas por semana y una remuneración de US$ 141, la tercera parte de un salario básico. Tener un salario, un horario y una credencial que diga pasante ser un motivante, pero los expertos señalan que las pasantías informales, en las que no siempre hay paga ni horario, son las que más enseñanzas dejan. Son como un emprendimiento que empieza, pero que no se sabe cómo va a terminar. Esas pasantías informales son las que forjan el carácter, desarrollan habilidades, enseñan lo que es el compromiso y traen un aprendizaje, un crecimiento como persona.

Nunca tuve la oportunidad de hacer una pasantía. Yo empecé a trabajar a los 19 años y eso me exoneró de la pasantía exigida en la universidad donde estudié. Pero recuerdo que en esos años -finales de los 90- las pasantías eran un trámite, más que una oportunidad de sumar conocimientos.

Hoy las cosas son distintas y con la experiencia acumulada puedo asegurar que los pasantes no solo aprenden, también enseñan. Los pasantes o aprendices de hoy son centenials y vienen con ideas frescas, miran los procesos desde otro ángulo, entienden al mundo de una manera distinta, son digitales, están hiperconectados y dominan las nuevas tecnologías. Esas características los convierten en un plus, en una persona capaz de aportar mucho a una empresa.

Hablar con ellos y trabajar juntos es enriquecedor.  No tienen la experiencia, pero en la mayoría de las veces tienen las ganas. No recuerdo haber tenido bajo mi cargo un pasante que me haya defraudado, quizás uno o dos que rindieron menos que otros. Pero eso fue porque he tenido la fortuna de contar con jóvenes valiosos, motivados y comprometidos.

Estos días, hablando con una compañera, me decía que no le gusta la palabra pasante porque es alguien que va a pasar las cosas y no aporta o no le dejan aportar en una organización. Le recordé que ella empezó como pasante y ahora ya es parte del equipo. Y eso fue gracias a sus ganas y a su interés por aprender, pero también por las ideas que comparte y que se convierten en productos, en tangibles con alto valor.

En conclusión, para aprender dejemos de solo dar tareas y empecemos a escuchar con más atención a los pasantes. Aprendemos mucho de ellos. (O)