La actual crisis, aguda y multifacética, que aqueja a la humanidad tiene sus raíces en el predominio del orden económico, con los fetiches del mercado, el dinero y la tecnología, que han desplazado a la preocupación sobre lo político y lo moral. Esto lleva a plantear interrogantes sobre la capacidad del ser humano para evitar una tragedia histórica y la autodestrucción.
La humanidad se interroga sobre su futuro y sobre la posibilidad de resolver sus crisis y hurga en su interior. Busca pasar de lo viejo a lo nuevo para poder convertir al mundo en un futuro con menos incertidumbres. Pero la gran tragedia de la humanidad es que los problemas no se agotarán hasta que se erradiquen totalmente de la faz de la tierra. En un mundo cada vez más turbulento, la multiplicación de las amenazas es la nota dominante
El paso de la anticipación -prever las tendencias posibles- a la acción, requiere de objetivos hacia los que se desea conducir a la sociedad. Esto significa que es imprescindible la innovación. Para ello se requiere información sobre los cambios que se avecinan, de modo de encontrar las respuestas más adecuadas a los diversos problemas que afectan actualmente a las sociedades.
La salida de la crisis requiere de su conocimiento y explicación completa e inteligible. Significa conocer lo que pasa en el mundo y en cada país, con sus causas y sus efectos. La realización de este análisis constituye una premisa indispensable para tratar de encontrar vías de solución. No es un ejercicio de especulación. No pasa por la elaboración de una receta más o menos docta por parte de cualquier iluminado. Tampoco el futuro es algo determinado; se han agotado las predicciones económicas con mucho componente de proyección matemática. Son un cúmulo de desaciertos con consecuencias a veces funestas. Se impone el desprendimiento de las falsas teorías; dudar de los estereotipos falsos en materia económica. Las teorías económicas están en crisis y requieren un nuevo replanteamiento.
Salir de las crisis exige también conocer la verdad, los fenómenos y problemas con sus relaciones e interrelaciones propias del mundo globalizado. Las soluciones que se adopten deben ser entendidas por todos y reconocidas como las más útiles y pertinentes.
Los métodos prospectivos son apoyos efectivos para salir de una crisis que exige el compromiso de todos los actores sociales. En un mundo en el que el cambio es lo que le caracteriza en la actualidad, la cultura de la previsión, en base al contraste de diferentes escenarios de futuros posibles, es la más segura aliada.
Pese a que la prospectiva no es una disciplina consolidada, dotada de un estatus reconocido entre las ciencias sociales, ella implica una teoría social que trabaja sobre las tendencias al futuro de la sociedad a partir del análisis histórico del pasado y su prolongación.
La descripción de un futuro posible y del camino correspondiente constituye un escenario. Es un proceso que comprende un cierto número de etapas muy precisas (análisis de sistemas, retrospectiva, estrategias de actores, elaboración de los escenarios) que se encadenan lógicamente entre ellas. No puede haber un plan sin una reflexión profunda sobre los futuros posibles, y sin el debate sobre los futuros deseables y sus medios para logarlos.
Desde la prospectiva se sostiene que las crisis se producen debido al desfase existente entre una situación real y otra deseable y más ajustada a las tendencias y evoluciones del entorno. Cada situación requiere sus correspondientes reglas de juego. Algunos actores sociales pretenden mantener sus privilegios del pasado y luchan, por todos los medios, para que las reglas de juego que les favorecen no varíen, aún a pesar de que estén obsoletas. Otros actores, portadores de la esperanza del cambio, luchan -a veces inútilmente- para hacer variar estas reglas de juego que impiden la salida de la crisis. En tanto los primeros sigan tomando las decisiones, frenando y poniendo obstáculos a la evolución y al cambio, más que solucionar la crisis conseguirán agravarla. (O)