Hace un par de meses asistí a una conferencia sobre diversos temas educativos, entre los datos que perduran en mi memoria está el siguiente: uno de cada dos menores de 5 años ha sufrido maltrato físico o psicológico Ecuador UNICEF
Otros datos alarmantes son:
- Cada día 6 niñas entre 10 y 14 años de edad dan a luz. Estos nacimientos son producto de la violencia sexual.
- Los homicidios contra niños, niñas y adolescentes aumentaron 700 por ciento desde 2019 a 2023.
- El año pasado hubo 770 homicidios contra niños, niñas y adolescentes. Se evidencia un aumento mayor de asesinatos contra niños de 0 a 4 años de edad (248 homicidios) y en adolescentes de 15 a 19 años (468 homicidios).
Sé que las noticias negativas no están en boga; las redes sociales nos insinúan constantemente que la felicidad es a lo que debemos apuntar. Entonces, datos como estos nos generan disonancia, desagrado y quizá hasta alguno de ustedes pueda dejar de leer la columna porque no se quiere contaminar más de temas negativos. Sin embargo, desde mi compromiso en el campo educativo considero que es importante escribirlo y destacar una y otra vez que el maltrato físico y psicológico no está justificado en ningún momento y por ningún motivo, porque es la forma más hostil que existe de maltrato que deja secuelas y lastima en lo más profundo el desarrollo integral del ser humano.
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Destaqué el dato de que 1 de cada 2 niños menores de 5 años sufre de maltrato en nuestro país y me pregunto: ¿qué está sucediendo con la autorregulación emocional de los adultos para que niños y niñas tan pequeños, incapaces de defenderse, puedan estar siendo maltratados por ellos?
No concibo que a un niño o niña que está en pleno desarrollo de su lenguaje, de su motricidad fina y gruesa, que empieza a imaginar, a soñar, a ilusionarse, se le lastime de esta manera. Los primeros 5 años son una etapa de crecimiento importante, sobre todo en la comunicación, el vínculo y el lenguaje.
Lo he dicho antes y lo repito: en nuestro país se está normalizando la violencia. Por testimonios que a veces escucho de algunos padres y maestros, la forma que existe o la más común es que para corregir a los pequeños se debe utilizar la vara, los golpes, y que esto no está mal porque así aprenderán a comportarse.
Nos olvidamos o quizá se desconoce, pero un niño menor de 5 años tiene una vida por delante para desarrollar su autocontrol, su capacidad de autorregularse y, en definitiva, de consolidar su desarrollo. Con ello, no debemos dejar de marcar límites claros que pueden ser mediados a través de imágenes, diálogo corto y conciso, y sobre todo de mucho amor, porque lo que nos debería mover para promover una buena formación es esto, el cariño y afecto.
La clave está en promover formación constante a los padres y cuidadores para que se pueda reconocer las secuelas que tiene el maltrato en la vida adulta y también en la niñez.
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Los comentarios de a mí me corregían con golpes y mírame, aquí estoy, no me pasó nada no siempre reflejan la verdad del mundo interior de quien lo vivió.
Termino esta columna con este texto de la UNICEF: La violencia siempre deja secuelas dolorosas. Afecta el desarrollo del cerebro, repercute en el crecimiento físico, cognitivo, emocional y social de los niños y niñas. También impacta negativamente en el rendimiento académico, puede llevar al abandono escolar y afectar la capacidad de generar ingresos en el futuro. Esto redunda en una economía más frágil para el país e impone una mayor carga sobre los sistemas de salud, educación y bienestar. Ojalá esto nos permita reflexionar. (O)