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Cualquiera que sea el camino que escojamos, los proyectos personales, profesionales y los desafíos grandes o pequeños que tengamos por delante, dependerán en gran medida de como enfrentemos esta transición a la post pandemia en las semanas y meses que vienen. Este proceso se aplica en el aspecto individual, pero sin duda debe ser tomado en cuenta en los análisis y planificaciones estratégicas de las empresas si quieren evolucionar saludablemente y sin anclas, pues las personas son su centro neurálgico.

13 Octubre de 2021 12.28

Las experiencias vividas durante más de un año y medio fueron un golpe muy duro para muchas personas, familias y empresas. Para algunos más afortunados los efectos de la pandemia podrían verse como significativamente menores, sin embargo, desde los grandes impactos como las vidas perdidas, la economía afectada, el miedo que invadió al planeta entero o el simple cambio de rutinas de manera forzosa, dejaron una huella importante que en algunos casos la podríamos catalogar de un trauma. Podría parecer un tanto exagerada esta expresión, pero si definimos el trauma como la impresión emocional intensa causada por algún hecho negativo que se produce en el subconsciente de una persona, nos encontraremos con que lo que vivimos en varios aspectos de nuestras vidas podría constituir un impacto de esa dimensión.

Ahora bien, cuando miramos lo que parecería ser una luz al final del túnel debido al proceso de vacunación, el reinicio de actividades económicas, el regreso de los niños a sus colegios y el optimismo que genera el nuevo gobierno en el país, deberíamos sentirnos aliviados, llenos de energía, vitalidad y algo de certeza en nuestras actividades laborales, empresariales y personales. Sin embargo, en está época que podríamos llamar la transición de la pandemia hacia lo que más tarde o temprano será la post pandemia, muchas personas se encuentran con sensaciones que parecerían no tener una lógica con el momento que estamos viviendo. En algunos casos se percibe incertidumbre por regresar al mundo anterior, al cual no estamos tan seguros de querer volver. Nos vemos enfrentados a distintas emociones que parecerían estar en el momento equivocado, como desbalances de distintos tipos, falta de motivación y en algunos casos ansiedad. En conversaciones con personas de distintas edades y estratos encontramos situaciones similares y la pregunta es: ¿Por qué sentimos todo esto cuando las cosas parecerían estar caminando hacia mejor? 

A esta pregunta podemos intentar responderla desde diferentes puntos de vista. En este caso usando algunas de las enseñanzas del Yoga encontramos algunas explicaciones a estas experiencias. Para entender esta dinámica de una forma más clara podemos utilizar el símil de cuando entramos a un momento de nivel alto de stress por un proyecto académico, laboral o personal, en el cual durante cierto tiempo nos mantenemos en un estado de cumplimiento de metas, en el que se requiere toda nuestra atención, donde los niveles de adrenalina sostenidos por un determinado tiempo son tan poderosos que por ese tiempo no sentimos dolor, sueño, ni ansiedad. Estamos tan enfocados en lo que tenemos que lograr que nuestro cuerpo y nuestra atención tienen en primer plano el cumplimiento de ese proyecto especifico y no nos permitimos detenernos a pensar ni a sentir hasta que concluíamos con nuestro objetivo. Sin embargo, en el momento que todo ha terminado, bajamos nuestras armas y es cuando generalmente viene el golpe. Nuestra energía baja, nuestro cuerpo se relaja, nuestro sistema inmune se siente en libertad de bajar sus defensas y de pronto nos encontramos en un estado de animo incierto y con frecuencia terminamos enfermos físicamente. Y esto es exactamente lo que nos sucedió con la pandemia, donde todo nuestro ser estuvo tratando de sostener una meta, que básicamente fue sobrevivir a un cúmulo de emociones que probablemente sobrepasaron nuestro rango de tolerancia, donde estuvimos en estado de alerta total con nuestra mente más en el futuro que en el presente, ya sea por la falta de certeza del porvenir económico, el riesgo de contagios, la aceptación de los cambios y sobre todo por una sensación generalizada de preocupación y miedo en el entorno. Una vez que la situación de emergencia amainó, al igual que el estudiante en estrés por la culminación de un proyecto, nuestro cuerpo y nuestra energía puede salir de ese enfoque y comienzan a aparecer estas pequeñas o grandes señales, a las que no relacionamos con la pandemia que transformó al mundo. 

Una vez que entendemos esto la siguiente pregunta es ¿y ahora que podemos hacer? Y las alternativas son algunas desde esta visión. La primera es aceptar lo que cambió, lo que no queremos de nuestra vida anterior y lo que queremos en la post pandemia en los distintos planos. La segunda, utilizar los recursos que tengamos a la mano o a los que pueda cada uno acceder para no dejar emociones sueltas en el aire, pues eso equivale a barrer el polvo bajo la alfombra. Es decir, encontrar los mecanismos para procesar las huellas generadas, desde la perspectiva con la que te conectes; ya sea el deporte, el silencio u otros apoyos. En mi caso, el camino que yo conozco  es el Yoga y la meditación, que son enseñanzas ancestrales que te ayudan a procesar las experiencias vividas, descargar el subconsciente, estar presente y tener una herramienta diaria de autorregulación y salud. 

En definitiva, y cualquiera que sea el camino que escojamos, los proyectos personales, profesionales y los desafíos grandes o pequeños que tengamos por delante, dependerán en gran medida de como enfrentemos esta transición a la post pandemia en las semanas y meses que vienen. Este proceso se aplica en el aspecto individual, pero sin duda debe ser tomado en cuenta en los análisis y planificaciones estratégicas de las empresas si quieren evolucionar saludablemente y sin anclas, pues las personas son su centro neurálgico.  En resumen, la recomendación es que luego de un gran cambio, es importante hacer una pausa, mirar más adentro, procesar lo vivido, y poder canalizar la energía hacia la dirección escogida libre de piedras en la mochila. (O)

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