Según cifras del Banco Central, la economía ecuatoriana registró una expansión anual del 1,6% durante el primer trimestre de 2024, una recuperación moderada frente a la contracción anual de 1,2% observada en el último trimestre de 2023.
El consumo de los hogares tuvo su tercera lectura negativa consecutiva, con una contracción interanual de 0,6%. Esto se alinea con el deterioro de las condiciones del mercado laboral, una debilitada confianza del consumidor y condiciones crediticias más restrictivas en el sistema financiero local. El consumo público se contrajo un 0,5% interanual, marcando su primer descenso desde el primer trimestre de 2021, debido en gran parte a las limitadas fuentes de financiamiento disponibles en los primeros meses de la administración del presidente Daniel Noboa. Las deterioradas condiciones de seguridad también impactaron en las decisiones de inversión tanto de agentes económicos locales como extranjeros, con la formación de capital retrocediendo un 1,0% interanual.
Las exportaciones netas fueron el único componente que aportó al crecimiento en el primer trimestre del año, gracias a una expansión de 0,9% en las exportaciones y una contracción de 3,3% en las importaciones. Si bien esto es positivo para el crecimiento y la posición externa del país, la caída en importaciones confirma el debilitamiento de la demanda interna.
Se espera que la actividad económica se mantenga moderada durante el resto de 2024. Los apagones que afectaron las actividades industriales y comerciales, la menor generación de energía y la reducción de la producción de crudo debido a desastres naturales probablemente impactarán las cifras de crecimiento en el segundo trimestre y potencialmente durante todo el año. Se proyecta que el crecimiento del PIB en 2024 sea de 0,4%, con una posible aceleración en 2025, suponiendo un proceso electoral pacífico, mejoras en la seguridad y una estrecha adhesión al Acuerdo de Servicio Ampliado con el Fondo Monetario Internacional.
Más allá de 2025, la capacidad de Ecuador para escapar de la trampa del bajo crecimiento depende en gran medida del sector privado y su capacidad para generar empleo. El aumento del gasto fiscal antes de 2019 hizo que el gobierno fuera el principal motor del crecimiento económico durante la década anterior. Sin embargo, las administraciones posteriores han intentado contener el gasto público y mejorar el clima empresarial para atraer más inversión y actividad del sector privado. Esta estrategia no ha tenido mucho éxito.
Afortunadamente hay algunas fuentes de optimismo. Una de ellas en el sector minero. A inicios de junio el Ministerio de Energía y Minas y la empresa SolGold firmaron un contrato para la explotación del proyecto minero a gran escala Cascabel, ubicado en la provincia de Imbabura. En este proyecto Solgold plenea invertir más de $4.000 millones de dólares durante los 28 años de vida útil de la mina y generar más de 3.700 empleos durante las fases de construcción y producción. Cascabel se convertirá en el tercer proyecto minero a gran escala en Ecuador, junto con Fruta del Norte de Lundin Gold y Proyecto Mirador de la empresa china Ecuacorriente.
Aunque la transición de un país productor de petróleo a un país minero será muy lenta, el avance de SolGold hacia la etapa de construcción consolidará la posición de Ecuador como un destino de inversión minera. Aunque la expansión del sector tiene un impacto moderado en el crecimiento económico, es beneficiosa para la generación de divisas. Por ejemplo, las exportaciones mineras totales superaron los $3.300 millones en 2023 frente a solo $326 millones en 2019. (O)