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La risa es un acto libertario, una herramienta filosófica y una prueba contundente de que, a pesar de todo, seguimos vivos.

25 Abril de 2025 12.30

"La vida es demasiado importante como para tomarla en serio" decía con su característica ironía y genial desparpajo el dublinés Oscar Wilde. A lo largo de la historia, el humor ha sido una herramienta poderosa para enfrentar la adversidad y desafiar el poder, entre otras malhadadas circunstancias. Pese al drama y las tragedias que enfrentamos en determinados momentos de la vida, lo único que el humor evidencia es que, con la risa, ratifiquemos nuestra falible naturaleza y terrenal condición humana.

Lejos de ser un trivial pasatiempo, el humor es una dimensión fundamental del pensamiento, una verdadera estrategia de resistencia y una necesaria brújula para navegar en las absurdidades de la existencia. La risa, desde tiempos inmemoriales ha sido un recurso para enfrentar la dureza de muchas situaciones. Diógenes el Cínico, el filósofo que vivía en un barril y que respondió con sarcasmo, al mismísimo Alejandro Magno, cuando este le ofreció cumplir el deseo que se le antoje, demostró que la ironía puede ser un arma efectiva contra el poder, su famoso comentario: "Apártate que me tapas el sol", fue más que una burla elegante al emperador, quien no solo aceptó el desplante sino le dijo a sus guardianes: "De no ser Alejandro, me hubiera gustado ser Diógenes", una lección que recuerda que las ráfagas de felicidad están en lo esencial y no en lo que dicta la autoridad.

Sigmund Freud, en "El chiste y su relación con el inconsciente" afirmaba que el humor es una forma de liberar tensiones reprimidas, la risa es el eco de nuestra capacidad para comprender la paradoja de la vida, es por esta razón que, en los momentos más oscuros y difíciles, surge el humor negro como un mecanismo de defensa que le permite a la gente encontrar alivio frente a la desesperación. En los campos de concentración, los prisioneros hacían chistes sobre la muerte y el hambre, no porque fueran insensibles, sino porque la risa es el último refugio de la dignidad.

El humor no solo alivia, también incomoda, Molière con su estilo satírico se burlaba de la hipocresía medica de su tiempo, Charles Chaplin hizo mofa a nivel mundial de las dictaduras y Mario Moreno "Cantinflas" entre broma y broma, dejaba lecciones de decencia política en sus películas. En el Ecuador, Ernesto Albán Mosquera y su personaje "Evaristo Corral y Chancleta" hacía lo propio en la segunda mitad del siglo pasado y Carlos Michelena en la actualidad, desde el Parque El Ejido, es incansable en su lucha, lanzando dardos a diestra y siniestra (nunca mejor descrita), en una suerte de reivindicación de la política ciudadana y humanista. En otra línea, con talento, desparpajo y versatilidad, la cuencana Monserrath Astudillo mantiene viva la llama del teatro de humor.  

Capítulo aparte merece la caricatura, arte en el que, sin duda, se ha destacado "Mafalda" la niña de Quino que clamaba porque paren el mundo para bajarse, al ver tanta injusticia, la brillante niña se preguntaba si realmente valía la pena la vida adulta, ante la imposición de una sopa, en una reflexión disfrazada de chiste infantil que, en el fondo, cuestiona la estructura misma del poder y la autoridad. En nuestro país, aquí y ahora, lo mas relevante, a juicio de quien estas letras escribe, es Xavier Bonilla "Bonil" cuya agudeza y precisión ha desencadenado la furia, la risa y la reflexión de muchos, al igual que "Toño" y en su momento "Roque".

En lo cotidiano, el humor también nos salva, ¿quién no ha vivido una situación embarazosa que, parecía el fin del mundo, pero con los años se convierte en la anécdota más graciosa que nos hace reír a carcajadas? Curiosamente, los velorios son el entorno más propicio para disfrutar de un buen chiste, como si la muerte necesitara, de cuando en vez, una sonrisa solapada. 

En una ocasión, Mark Twain entró a una conferencia y al ver el auditorio vacío dijo: "veo que la prensa ha exagerado mi popularidad", frase que ilustra la capacidad de reírse de uno mismo, lo cual demuestra inteligencia y humildad, además de recordarnos que no somos el centro del universo. A propósito de ello, Séneca, Marco Aurelio y Epicteto coinciden y recomiendan repetirse, en los momentos de más alegría y gloria, aquella máxima estoica que le hace al ser humano poner inmediatamente los pies sobre la tierra: "Memento Mori" (Recuerda que vas a morir).

En un mundo donde la solemnidad a menudo se confunde con seriedad, el humor nos recuerda que pensar y reír no son actos opuestos, sino complementarios, está claro que, quien se ríe de sus propias cadenas ya está un paso más cerca de la libertad. La risa es un acto libertario, una herramienta filosófica y una prueba contundente de que, a pesar de todo, seguimos vivos.

En las divagaciones sobre este asunto he podido constatar que para muchos, la vida es una broma, si al final del camino fuese verdad, la obligación del género humano debería ser, por lo menos, aprender a contarla bien... (O)

 

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