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rey de copas
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La humildad está en saberse mejores. No en sacar en cara. Lo que si hay que hacer es sincerar los dichos. Eso del rey de copas es presumido. No por mucho repetir una mentira se vuelve en verdad. No por decir que soy el más guapo del barrio, aunque me lo crea, me voy a convertir en lo que repito.

17 Mayo de 2023 08.52

No sé a quién se le pudo ocurrir un mote tan cursi. De seguro a algún argentino, que son tan creativos y futbolizados. Pero siempre me he preguntado por qué le podrían decir rey de copas a un equipo de fútbol. Siempre intenté entender el significado, como si en el fútbol importara más el pasado que el presente. El escritor Javier Marías decía en su columna que las copas no importan, lo que importa es la temporada actual. El presente. El fútbol soporta una maldición que a la vez es la salvación de jugadores y entrenadores compungidos por una derrota. Se trata de una actividad en la que no basta con ganar, sino que hay que ganar siempre, en cada temporada, en cada torneo, en cada partido. 

En el fútbol, por el contrario, no caben el descanso ni el divertimento, de poco sirve tener un extraordinario palmarés histórico o haber conquistado un título el año anterior. No se considera nunca que ya se ha cumplido, sino que se exige (y los propios jugadores se lo exigen a sí mismos) ganar el siguiente encuentro también, como si se empezara desde cero siempre, analogía del resultado inicial de todo partido. A diferencia de otras actividades de la vida, en el deporte (pero sobre todo en el fútbol) no se acumula ni atesora nada, pese a las salas de trofeos y a las estadísticas cada vez más apreciadas.

Los equipos quieren ganar todos los días. Ser los mejores siempre. Por eso no entiendo la necesidad de exaltar un triunfo con la exageración o la mentira cuando se trata de conquistar un título. O muchos. Porque esos logros son pasado y la grandeza de un título está también en la humildad, el respeto y en volver a conseguir otro título. Esos son los valores que el deporte inculca. Por eso, el rey, según nuestra cultura, siempre es rey. No deja de serlo. Pero un equipo de fútbol si deja de ser campeón, cuando pierde o cae en desgracia. A rey muerto, rey puesto, dice el dicho.

Ahora, si bien el presente es lo que vale, se podría interpretar que el mote es por el palmarés. Evidentemente tendrá que ver con la constancia y los triunfos. Sin embargo, no encuentro mucho sentido al eslogan más allá de que me parece pretensioso por lo que se explica antes. La estadística dice que el Club Atlético Independiente, de Argentina, ha conseguido siete títulos de la Copa Libertadores de América, además de haber sido el único club en ganar cuatro finales consecutivas y por eso algún despistado para exagerar sus triunfos contundentes le puso rey de copas. Pero Boca Juniors ganó 6 copas, de 11 finales que ha jugado. Cinco Libertadores tiene Peñarol, de Uruguay (el ecuatoriano Spencer tuvo mucho que ver en estos campeonatos), en diez finales. River Plate de Argentina solo tiene 4, al igual que Estudiantes de la Plata. La lista con 3 campeonatos es inmensa. Liga de Quito, una vez.

Por supuesto que tiene mérito ganar una Libertadores. Un mérito inmenso. Pero exagerar con el apelativo de rey de copas, es pasar a otro nivel. Liga sólo (insisto, no es poca cosa) ha ganado una Libertadores, aunque también ganó otros torneos internacionales. No ha ganado mucho más. Hay otros equipos que han ganado más copas internacionales y no se hacen llamar rey de copas. Siguen asumiendo los títulos con humildad y siguen ganando torneos. Por ejemplo, el apodo que le pusieron a Independiente de Avellaneda respondía a una circunstancia del momento, pero ese mismo sobrenombre hoy ha adquirido un tono folclórico porque en realidad no se ajusta a una trayectoria ni a un entorno actual. En todo caso, copiar apodos es como copiar tesis de Rincón del Vago.

Entiendo que sean tan pocos los triunfos internacionales, que queremos imponer un discurso hiperbolizado para igualar nuestras hazañas a las de otros equipos u otros países. Como si eso nos hiciera mejores. Pero no es así. Es una frase que no responde a una realidad, aunque quizás si a una aspiración. No es honesto ir con pompas por el mundo con motes que no corresponden. La humildad está en saberse mejores. No en sacar en cara. Lo que si hay que hacer es sincerar los dichos. Eso del rey de copas es presumido. No por mucho repetir una mentira se vuelve en verdad. No por decir que soy el más guapo del barrio, aunque me lo crea, me voy a convertir en lo que repito. 

Pep Guardiola decía hace muy poco que el legado del Manchester City no será definido por los trofeos que consiga, sino por la alegría que traiga a los fanáticos. Y si, el fútbol se trata de alegrías. No de fanfarronerías. (O)

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