Forbes Ecuador
Resiliencia
Columnistas
Share

El ecuatoriano vive a prueba. Mujeres y hombres de este país saben lo que es la adversidad. Los jóvenes también. Pero darse por vencido no es una opción. Tres testimonios nos muestran esa capacidad única que tenemos los nacidos en la mitad del mundo.

18 Octubre de 2024 18.19

Rossana apenas descansa en las noches. Esta mujer de unos 60 años, quizás más, es la dueña de una peluquería. Da trabajo a unas cinco personas, cuenta con una clientela fija y cuando tiene que hacerlo no duda en atender a un cliente, barrer el piso de su negocio, limpiar los instrumentos que usan sus empleadas. Ella abre y cierra el local de lunes a domingo en uno de los valles, en las afueras de Quito.

Hace más de un mes tiene otra habilidad. Sabe encender y apagar un generador eléctrico. Esta microempresaria cuenta que invirtió cerca de US$ 2.600 para tener un respaldo ante los apagones que vivimos los ecuatorianos en estas semanas.

"No había otra opción", dice mientras tijeretea con cuidado a uno de sus clientes. Reconoce que es una inversión que no estaba prevista, pero que es necesaria para que el negocio continúe y para mantener los empleos. Rossana no se desanima, pega otra barrida, limpia un sillón y avanza con su trabajo. Factura un corte de cabello y un alisado. Y en su mente hace los cálculos según los horarios de los racionamientos. Tiene todo medido y sabe cuánto tiempo más puede operar el generador que está ubicado en una zona que no molesta a los clientes.

Recomendado: Apagones y nuevas energías

Lejos de allí, otro día, en un edificio del norte de la capital, un grupo de jóvenes emprendedores empieza la jornada en su oficina. Entre pantallas, videojuegos y energizantes estos 'locos' mantienen vivo el negocio que arrancó hace más de 15 años. Una de las cabezas de este estudio de producción audiovisual acaba de salir de una reunión con los condóminos. Cuenta que la directiva del edificio decidió elevar la alícuota del edificio porque cada mes hay que pagar casi US$ 4.000 para el combustible que utiliza el generador que mantiene 'vivas y con electricidad' a las oficinas.

A estos emprendedores les va bien, tienen clientes dentro y fuera del país. Los ingresos se han estabilizado y eso les da tranquilidad. Reconocen que su situación no es tan mala como la de otros, pero no se quedan en el lamento. En este negocio trabajan cerca de 50 personas, aunque menos de la mitad lo hacen de manera presencial. La consigna es ser recursivo, aprovechar la tecnología, seguir haciendo que las cosas pasen. Saben que no es fácil, estuvieron a punto de quebrar hace unos años, pero con enfoque y esfuerzo salieron adelante.

Con los apagones las sombras de la noche son intensas en la zona universitaria de Quito. Los edificios y las calles del sector no tienen la intensidad de una jornada normal y la parada de buses está menos concurrida que lo habitual. Juan corre hasta alcanzar una unidad que le acercará a su casa y en el pasillo del bus se encuentra con unos amigos. "Me quedé haciendo deberes en la clase porque en mi casa no hay luz".

Esos testimonios tienen varios significados: un país en tinieblas, un estado que falla en la gestión de la energía, emprendedores que se las ingenian para trabajar y un estudiante que se da maneras para cumplir con su deber... Juan sigue conversando y habla de la tarea que completó minutos atrás. Su rostro muestra el cansancio de la jornada, pero sonríe mientras habla de los planes para la siguiente clase.

Otro artículo: 10 reglas para los buses en Quito y más ciudades

Son solo tres testimonios en medio de días extraños, complicados, en los que mucha gente anda decaída, desganada. La situación es muy difícil para buena parte de la población, eso no se niega. 

Aquellas familias con enfermos en casa, los negocios que no tienen para invertir en un generador, niñas y niños de escuelas y colegios de zonas alejadas que están a la deriva, los campesinos que cultivan la tierra y pierden su trabajo por falta de electricidad, exportaciones en riesgo, etc. Los ejemplos abundan e inquietan. Son millones y millones de dólares en pérdidas, empleos que se pierden y la imagen del país queda muy mal.

Nos quejamos y reclamamos con justa razón. Pero también están los que sacan fuerzas de lo más profundo de su mente y su corazón. "No podemos parar" es un mantra que se escucha. La palabra resiliencia se hace fuerte y necesaria. ¿Sentarse a llorar o crear oportunidades?

El Ecuador siempre vive varios problemas a la vez. El Ecuador siempre encuentra maneras de seguir. (O)

10