En un mundo donde las cadenas de suministro energético enfrentan una transformación histórica, Ecuador tiene la oportunidad de redefinir su rol dentro de este complejo engranaje global. La costosa transición hacia energías renovables, las tensiones geopolíticas y el avance tecnológico están impulsando un rediseño que deja obsoletas las reglas tradicionales del juego energético. Para un país como Ecuador, cuya economía depende significativamente de la exportación de petróleo, el reto y la oportunidad son mayúsculos.
El panorama global: crisis y transformación
La invasión rusa a Ucrania en 2022 marcó un punto de inflexión para los mercados energéticos. Europa, históricamente dependiente del gas ruso, aceleró su diversificación hacia fuentes renovables y nuevas alianzas, redibujando los mapas de suministro de combustibles. En paralelo, países como Estados Unidos y China compiten por liderar la carrera de la transición energética, invirtiendo miles de millones en tecnologías disruptivas como la fisión nuclear, hidrógeno verde y el almacenamiento de energía.
A esto se suma el auge de los minerales críticos (litio, cobalto, níquel), esenciales para baterías y redes eléctricas. Países como Chile y Australia, ricos en estos recursos, están viendo un boom en inversiones.
Ecuador, aunque no forma parte de este selecto grupo, tiene una oportunidad única en otro frente: su capacidad hidroeléctrica, energía calórica, geotermia y su biodiversidad, así como su capacidad de incrementar sus ingresos a través del incremento de la producción petrolera, pueden ser activos clave en un mundo que prioriza la sostenibilidad.
El desafío local: dependencia petrolera
Ecuador produce alrededor de 470,000 barriles de petróleo diarios en la actualidad, representando el 30% de los ingresos fiscales y el 40% de las exportaciones. Sin embargo, la volatilidad de los precios del crudo y las crecientes presiones internacionales para descarbonizar la economía global dejan en claro que esta dependencia de su basta riqueza petrolera tiene que ir acompañada a una transición energética con recursos del petróleo y ordenada a largo plazo.
La transición energética global, lejos de ser una amenaza, puede convertirse en una oportunidad para que Ecuador diversifique su economía y diversifique su matriz energética para poder tener independencia energética para el crecimiento económico de la nación. El país tiene recursos naturales que, gestionados estratégicamente, pueden posicionarlo como un actor relevante en cadenas de suministro más sostenibles.
Energías renovables: un futuro posible
Con una matriz eléctrica que ya es un 80% renovable gracias a proyectos de gran magnitud, Ecuador tiene una ventaja competitiva en la región. Sin embargo, la falta de tecnología, infraestructura y financiamiento limita su capacidad de expandir otras fuentes como la solar y eólica. El capital necesario para cambiar el 20% de la matriz eléctrica debe venir de una asignación rígida de los ingresos provenientes del incremento de producción de petrolera y poder cubrir del 4 o 5% de crecimiento anual de demanda de energía.
Países vecinos como Colombia y Perú han avanzado en atraer inversión extranjera para proyectos renovables mediante políticas públicas claras y estables, y sobre todo eficientizando e invirtiendo los ingentes recursos que les da el petróleo y la minería. Ecuador puede aprender de estos modelos para incentivar que las alianzas público - privadas y/o la delegación a privados impulsen proyectos de energía verde a la par que se realiza una explotación petrolera responsable y con captura de carbono.
La creciente demanda global de hidrógeno verde es otra área prometedora. Según la Agencia Internacional de Energía (IEA), el mercado de hidrógeno verde podría alcanzar los $1.2 billones para 2030. Aunque Ecuador aún está lejos de competir en este sector, podría explorar asociaciones regionales para participar en cadenas de suministro emergentes. Ecuador debe decidir que tipo(s) de energía renovable complementaria la hidráulica. No puede hacer de todo un poco.
El potencial disruptivo: biodiversidad y créditos de carbono
Ecuador alberga una de las mayores biodiversidades del mundo, lo que lo posiciona estratégicamente en el mercado de créditos de carbono. A través de programas como REDD+ y acuerdos internacionales, el país puede monetizar la conservación de sus bosques y áreas protegidas, esto refuerza su compromiso con la sostenibilidad, sino que también podría atraer inversiones de fondos internacionales enfocados en ESG (ambiental, social y gobernanza). Estos ingresos pueden servir también para invertir en energía renovable.
Geopolítica energética, el rol estratégico y las oportunidades de Ecuador
El estrecho de Panamá, punto crucial para el comercio marítimo global, le otorga a Ecuador una posición privilegiada para integrarse en las nuevas rutas energéticas. Proyectos como la exportación de energía renovable a países vecinos o la participación en corredores de suministro de gas natural licuado (GNL) podrían fortalecer su relevancia regional.
Además, la proximidad a Asia y América del Norte permite que Ecuador se convierta en un socio estratégico para empresas que buscan diversificar sus cadenas de suministro. Pero para lograrlo, es imperativo que el país mejore su infraestructura portuaria, energética y logística.
Una estrategia nacional para un futuro sostenible
Para que Ecuador sea parte de las nuevas cadenas globales de suministro energético, necesita una estrategia ambiciosa y alineada con las tendencias mundiales. Esto incluye:
Apostar por el desarrollo de la industria petrolera, Incrementar la producción, usar el gas asociado que se quema en mecheros y la geotermia de los pozos para generar energías limpias. Uso de tecnologías de captura de carbono ya que el petróleo no es el problema
Fomentar la inversión en energías renovables, con incentivos fiscales claros, un fondo asignado para este propósito y un marco regulatorio atractivo.
Apostar por la industrialización del sector minero, desarrollando procesos sostenibles que sean compatibles con estándares internacionales. Eliminar la minería ilegal de manera inmediata.
Posicionarse como líder en créditos de carbono, aprovechando su biodiversidad para atraer capital global.
Fortalecer la cooperación regional, participando en iniciativas como la Alianza del Pacífico para integrar cadenas de suministro energético.
Conclusión: Ecuador en el centro de la disrupción energética
La reconfiguración de las cadenas de suministro energético no es una amenaza inevitable, sino una oportunidad para que Ecuador se reinvente. El país tiene los recursos y la posición geográfica para convertirse en un actor relevante en el panorama energético global, pero esto requiere decisiones políticas audaces y visionarias, que permitan potenciar los recursos que tiene el Ecuador para diversificarse y llegar a la independencia energética, que nos permita exportar los excedentes, lo que se transformaría en bienestar económico para el país.
En un mundo donde la sostenibilidad y la innovación son los nuevos imperativos, Ecuador puede marcar la diferencia. Apostar por el cambio ahora no solo garantizará un futuro más próspero, sino que posicionará al país como un referente de resiliencia y adaptabilidad en un entorno energético en constante evolución. (O)