I.- Libertad: Uno de los bienes jurídicos más importantes del hombre es la Libertad, por eso cuando una persona comete una infracción penal, la sociedad lo sanciona privándole de ésta y a la vez - en teoría al menos - se protege la sociedad enviándolo a un centro de rehabilitación. Sin embargo, cabe reflexionar que la Libertad, comprende varias aristas, cada una impecablemente sagrada. Así, pudiéramos afirmar que, la libertad no solamente es la de transitar, sino también la de pensar y consecuentemente la de opinar con responsabilidad, la de informar, la de decidir, la de emprender, la de amar, etc. Sin duda, la “verdad” lleva las llaves de la Libertad, así como alumbra con claridad su camino…
El afamado psiquiatra austríaco Viktor Frankl, en base a las vivencias en los campos de concentración nazi, desarrolló una teoría en la que mencionaba a la Libertad Última, que en mis palabras la entiendo, como aquel impenetrable e infinito espacio interior en donde permanece encendida la llama de la existencia, y mientras esté prendida, habrá luz y esperanza para continuar viviendo, para luchar; flama nutrida del por qué y del propósito de vida y alimentada por el amor como ideal máximo; todo lo cual influye en nuestra actitud ante la vida, y de manera particular ante las graves adversidades.
II.- Yo soy: “Yo soy”, palabras cortas pero que tendrían gran significado para la humanidad… El poder de la palabra es grande; así, lo que pongamos después de estas dos palabras, germinará en probables resultados: de esta manera, si Pedro se dice: “yo soy malo para el fútbol”, efectivamente la vida le demostrará que no es bueno y que tiene razón; pero si Pedro se dice: “yo soy bueno para el fútbol”, la vida le dirá que tiene razón, y se lo demostrará en los hechos…
Pero para poder decir “yo soy”, quizás primero deberíamos responder y entender ¿Quién soy? Y al adentrarnos en la respuesta, debemos comprender que no somos ni el nombre de bautizo, ni la piel que nos cubre, ni nuestros huesos y tejidos, mucho menos lo que tenemos en propiedades y saldos bancarios, peor aún el número de cédula de ciudadanía y me atrevería a decir ni siquiera nuestro ADN; somos realmente lo que queda después de quitar todo aquello, lo más importante, esto es, nuestra esencia, nuestro “ser”; y de ahí deberíamos partir para entender quienes somos a efectos de adentrarnos en otra perspectiva de la Libertad, quizás más profunda y valiosa. Poder trabajar en aquello, en nuestro “ser”, abre la puerta a un espacio de infinitas posibilidades, en el cual la Libertad y plenitud estarían en el horizonte. Trabajar en nuestro “ser” es una tarea de por vida, vitalicia, ad honoren; bendecido trabajo orientado o guiado por la luz que emana de nuestro interior y que se comunica a través de la conciencia, a efectos de enfocarnos en esforzarnos por ser un “buen ser”, a fin de un “buen hacer”, de tal manera y en consecuencia lograr un “buen tener”...
Dentro de este ejercicio relacionado con el “ser”, influyen poderosamente nuestros pensamientos, ya que nos convertimos en lo que pensamos…
III.- Profunda Libertad: Dicho trabajo vitalicio no remunerado, pero curiosamente rentable, implicaría entender como queda dicho, lo que a mi parecer es una perspectiva profunda y diferente de lo que también implica la Libertad. La total Libertad del hombre de bien, dentro de su constante lucha por mejorar y de apartarse en lo posible del mal, de decidir por tomar el camino más difícil, el menos transitado, el más empinado, aceptando el reto de enfrentar uno de los desafíos más importantes, esto es el control propio, el auto dominio, la auto gobernanza; el entender que no solamente es liberador saber decir no “a terceros”, sino sobre todo y ante todo a “uno mismo”, ejercitando constantemente la disciplina y la voluntad. Cuando la persona se adentra en aquel camino, que superficialmente parecería de restricción y poca Libertad, en realidad podría ir entendiendo y disfrutando de la Profunda Libertad, del maravilloso sentido y alegría del control propio (batalla perpetua por cierto en la que la guerra es por siempre), aquella que abriría la puerta a la abundancia, a la plenitud y probablemente a la real felicidad… (O)